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Piscinas aéreas y huertos urbanos: 12 locas propuestas informales para la reconstrucción de Notre Dame

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Piscinas aéreas y huertos urbanos: 12 locas propuestas informales para la reconstrucción de Notre Dame

El mundo entero se consternó ante las imágenes del incendio de Notre Dame del pasado 15 de abril. Los parisinos sintieron herido su orgullo nacional, sintieron cómo se desmoronaba uno de los pedazos más importantes de su historia. Tras el vilo, la esperanza: la vieja dama había resistido, una vez más, aunque el suceso se había llevado consigo buena parte del patrimonio. Apenas unos días después, el pueblo francés y sus amigos habían conseguido recaudar una cuantía muy superior a la necesaria para volver a ponerla en pie.

Claro que, ¿qué es lo que había que volver a poner en pie? ¿Cómo reconstruirla? Como se explicó, el incendio se llevó por delante buena parte de la originaria estructura del siglo XII entre el crucero y de la nave, pero también se cobró la aguja de Viollet-le-Duc, un añadido del siglo XIX muy discordante, además, con el estilo general del templo. Los comunes descubríamos que la joya gótica parisina era en buena medida una reinterpretación romántica de aquellos temas.

Al día siguiente Macron declaró que harían Notre Dame grande de nuevo. Y rapidito. Poco después, el Primer Ministro, Édouard Philippe, anunció que se pondría en marcha un concurso público para volver a levantar Notre Dame, un proyecto que concordará con la normativa del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos, ONG vinculada a la Unesco que instruye acerca de cómo reconstruir los edificios declarados Patrimonio de la Humanidad). 

Es decir, que Francia confirmaba que no se limitarían a un reemplazo, sino que iban a apostar por una reinterpretación contemporánea de las partes dañadas. 

El quid es, por supuesto, cómo armonizarán la estructura original con el añadido moderno. Qué creación, qué estilo de entre todos los que nos rodean, estará al nivel de icono de la vieja Notre Dame hoy y dentro de otros 500, 1.000 años. Un problema al que ya se han enfrentado anteriormente centenares de iglesias.

Un temor se materializó en las mentes de los más conservadores. Si bien ya nos habíamos acostumbrado a la silueta de Notre Dame con la aguja incorporada (cosa que muchos parisinos de su momento rechazaron), no concebimos una nueva catedral con cristaleras, resinas extrañas y luces LED. 

Frente a nuestro recelo, el valor (e incluso la temeridad) de decenas de estudios de todo el mundo, que a modo de promoción de marca están difundiendo sus diseños particulares por las redes sociales. Algunos son deficientes para tamaña misión, otros se pasan de valientes, y los de más allá no pueden tacharse de otra cosa que socarronería. 

Entre el batiburrillo de propuestas informales alguna podría estar acercándose al que sea el resultado final, algo que sólo podremos intuir del todo cuando se abra públicamente el concurso para la reconstrucción del icono europeo.

Ulf Mejergren Architects y la iglesia gimnasio

"Nuestra propuesta quiere ser una experiencia espacial complementaria al edificio que coincidirá con lo asombro que resultará su interior; un espacio para pensar y reflexionar", dicen los de Ulf Mejergren Architects (UMA), estudio de Estocolmo, que han decidido pasar de la aguja y las esculturas para meter una piscina para meditar "con unas vistas inigualables de París". Una propuesta que, como mínimo, podemos tachar de herética.

Vincent Callebaut Architectures, la iglesia va al huerto

Estos franceses buscan la combinación de dos mensajes: el primer, el “aperturismo” que, según ellos, la Iglesia necesita en este momento, que se manifestaría en una nueva estructura más ligera y transparente, y una nueva modestia adaptada a la contingencia ecológica: materiales con el mínimo impacto medioambiental, placas solares y un huerto urbano.

3D Miysis, continuidad y contención

Los belgas apuestan por una catedral-mirador: se respetaría la misma estructura original, se levantaría una aguja idéntica a la de Viollet-le-Duc pero se cambiaría la piedra y la madera por cristales que permitan una mejor apreciación de la Ciudad de la Luz.

Concr3de, conservar las cenizas

Este estudio holandés no se ha centrado en la bóveda sino en sus figuras, que volverían a erigirse literalmente de sus cenizas. La piedra caliza y la ceniza de la madera que resultó de la devastación y que habían dado anteriormente forma a las estatuas se usaría ahora para reimprimir los diseños originales con una impresora 3D. Para mostrar el resultado han replicado en su estudio a la famosa gárgola Le Stryge.

Studio NAB, devoción verde

Studionab Studio NAB

Sacar los viejos valores para meter una “protección de la vida, reintroducir la biodiversidad, educar las conciencias y abrazar la sociedad. Todos ellos símbolos fieles a los valores de Francia y de la iglesia, que podríamos defender y promover para este proyecto", dicen desde este estudio parisimo que también apuesta por una nueva Notre Dame más verde, con huerto y colmenares de abejas para fabricar “néctar de los dioses”.

Studio Fuksas, cúpulas reflectantes

 "El nuevo elemento será un faro de esperanza para el futuro en la noche de París", dicen Massimiliano y Doriana Fuksas, que eligen un pináculo y una cúpula hechas con cristal de Baccarat, un material que puede iluminarse por la noche y llenarse de luz. 

Alexander Nerovnya busca el nuevo diamante de París

Este arquitecto ruso nos recuerda que la mayoría de los cristales resistieron al fuego. Qué mejor entonces para un monumento de la luz y de la historia que darle aún más protagonismo a este material: todo el techo de vidrio y con forma de joya.

Estudio AJ6, "La corona divina"

Así se refiere Alexandre Fantozzi, de este estudio brasileño, a esta "conexión entre la tierra el cielo", una vidriera total e infinita por toda su cúspide... hecha de cristal transparente. Sería por las noches cuando, mediante nuevos materiales tecnológicos, se proyectaría este mapeado iluminado.

Kiss The Architect y los límites del horror

Es posible que este pulso de a ver quién da más lo hayan ganado el arquitecto chipriota Dakis Panayiotou y su... este... bueno, esto.

Mathieu Lehanneur, fuego permanente

El diseñador francés Mathieu Lehanneur le va a la zaga. Lo suyo es una performance, una simulación del propio incendio que devastó la iglesia. Suponemos, para tener el dolor siempre presente.

Vizum Atelier y la estética supervillano

"En la época gótica los constructores intentaban alcanzar el cielo. Viollet le Duc lo intentó de nuevo en el siglo XIX y se acercó bastante. Ahora sí podemos hacer que esto suceda", justificaba el estudio. Quieren que la nueva aguja, basada en Bratislava, sea una torre fina y liviana de la que poder proyectar un rayo de luz que llegue a lo más alto, algo que no nos recuerda en absoluto a algo que podría aparecer en Metrópolis o Gotham.

BNuts Visual y la humildad renovadora

Para el artista y arquitecto Deroo David el proyecto del estudio B Nuts Visual es el mejor de entre los vistos por la sencillez y delicadeza del mismo, una imagen sintética de la catedral con una aguja estructuralmente muy cercana a la antigua pero con una leve innovación: su color, un blanco prístino.  


Aquella ocasión en la que Londres quiso construir su propia Torre Eiffel y fracasó miserablemente

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Aquella ocasión en la que Londres quiso construir su propia Torre Eiffel y fracasó miserablemente

Corría el año 1890 y a los ciudadanos parisinos les ardía el alma a cada ocasión que levantaban la cabeza hacia el cielo. Allí, omnipresente, inevitable desde cualquier punto de la urbe, se alzaba ufana la torre construida por Gustave Eiffel un año antes. El arquitecto ganó el solicitadísimo concurso para edificar una vanguardista estructura de hierro y acero en el corazón de París. Y desde entonces se convirtió en un apestado, un infame violador de la esencia barroca de la ciudad.

Por supuesto, en aquellas amargas protestas propulsadas por la intelligentsia cultural de la ciudad, la más notable de Europa, había mucho de idealización del pasado. Para entonces París ya no era la misma ciudad gótica que muchos querían imaginar. La Comuna y el conflicto militar posterior, el ensanche racional y el derrumbe de los muros medievales transformó su cariz y la puso a la vanguardia urbanística de planeta. La Torre Eiffel tan sólo era su modernísima consagración.

Pese a la momentánea ofuscación de París, el resto del mundo observó con atención el desempeño de su nueva torre. A menudo con envidia. Durante el primer año tras su construcción, el edificio recaudó más de 260.000 libras esterlinas. El interés desatado por su mera presencia y los fastos de la Exposición Universal contribuyeron a tan positivo balance económico. El pináculo metálico, no en vano, había costado alrededor de 280.000 libras. En un año había quedado amortizado.

Mientras tanto en la cima del planeta, en el Londres cabeza del imperio contemporáneo más grande conocido, un grupo de diputados y empresarios británicos se rascaban el cogote inquietos. ¿Cómo podía París, decadente centro político de tan decadente nación, contar con el edificio más asombroso y revolucionario del mundo? Londres merecía un proyecto similar, capaz de igualarla en el plano simbólico y cultural a la Ciudad de la Luz.

Watkin La Gran Torre de Londres a la altura de 1900. El proyecto no pasaría de aquí. (Commons)

Y así nació el concurso para la construcción de la Gran Torre de Londres, instigado por Edward Watkin, diputado en la Cámara de los Comunes y célebre magnate del ferrocarril. Watkin había sido instrumental en la construcción del Ferrocarril Metropolitano de la capital inglesa, más tarde incorporado a la red de metro urbana, y atesoraba un sinfín de ideas extravagantes en su baúl. Algunos años antes había tratado de construir un túnel submarino capaz de conectar Francia y Reino Unido.

Demasiado pronto, Edward.

Quizá por ello, Watkin ofreció un premio de 500 guineas (un dineral en aquella época) al arquitecto o ingeniero que cuadrara el diseño más apropiado y audaz para la grandilocuente Londres. El resultado es una colección de brillantes y dementes proyectos que, de haberse consumado, habrían cambiado la faz de la ciudad para siempre. Recopilados aquí por Public Domain Review, representan una mirada fantasiosa a la imaginación futurista de los hombres y mujeres del siglo XIX.

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Uno de los bocetos ganó el concurso, por cierto. Se trató del Número 37, ideado por Stewart, McLaren y Dunn. La torre se elevaba 366 metros por encima de Londres y estaba forjada en puro hierro británico. De haberse consumado habría superado no sólo a la Torre Eiffel (en más de sesenta metros), sino al actual rascacielos más Londres, The Shard (lo que da buena cuenta de la clase de ímpetu imperial que propulsaba la torre).

Jamás llegó a buen puerto. El ayuntamiento cedió un pequeño terreno en el Parque de Wembley, por aquel entonces aún lejos del núcleo central de la ciudad. Las obras de construcción se iniciaron en 1892 y pronto entraron en problemas. El consorcio generado ex profeso, la Metropolitan Tower Company, incurrió en rápidos retrasos e impagos, fruto tanto de lo peregrino del proyecto como de los numerosos problemas estructurales que los obreros afrontaron (terreno cenagoso).

El edificio, conocido ya por aquel entonces como Torre Watkin, cayó en definitiva desgracia en 1904. Extremadamente similar a la obra magna de Eiffel (quien fue consultado para consumar el proyecto, para acto seguido renunciar en radical ejercicio de patriotismo), los cimientos quedarían al desnudo durante algunos años, antes de ser demolidos por las autoridades municipales. Hay fotos. Como un coitus interruptus, Londres encontró límites a su grandeza en París.

Nos quedan sus diseños, alucinantes todos ellos, desde las ensoñaciones imperiales y victorianas hasta las copias calcadas de la torre parisina. Eso, y el estadio de Wembley: tanto el original de 1923 como el actual se encuentran en el mismo punto donde se iniciaron las obras de la torre.

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La verdadera historia del "escuadrón suicida" de Chernóbil, los tres hombres que evitaron un desastre mayor

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La verdadera historia del

El estreno de Chernobyl por HBO ha vuelto a poner de manifiesto el carácter místico que el cataclismo ha adoptado en la memoria popular. La fascinación por todo lo que aconteció en Chernóbil aquella infausta noche primaveral de 1986 se ha extendido más allá de los determinantes técnicos del accidente, y alcanza al estado ruinoso de Prypiat, al resurgimiento de la fauna del lugar y, muy especialmente, a todos los supuestos catastróficos que jamás se sucedieron.

Es en los what if  donde la historia de Chernóbil se ha transformado en una figura totémica, un conjunto de leyendas donde interesados de toda condición fantasean sobre el fin de la humanidad tal y como la conocíamos. ¿Qué habría pasado si los vientos del Dniéper hubieran resuelto soplar hacia Kiev y no hacia los bosques yermos del sur de Bielorrusia? ¿Qué habría pasado si miles de liquidadores no cubren el núcleo fisionado? ¿Qué hubiera pasado si tres hombres no hubieran vaciado las piscinas de seguridad bajo el reactor?

Hay algo fascinante en el filo del abismo, en el vórtice del Apocalipsis, que envuelve a catástrofes como la de Chernóbil en un halo de perversa adoración. Y al igual que en los relatos plasmados por las sagradas escrituras, numerosas historias acontecidas en las horas posteriores al accidente han sido moldeadas y distorsionadas por el aura mitológica de nuestra memoria.

Relatos que hablan de hombres y mujeres sumergidos en un fango radioactivo de difícil acomodo en la imaginación; de operarios descompuestos por la extraordinaria radiación del núcleo fusionado; de materiales aún por conocer fruto de la fundición del núcleo con el hormigón, los cables y las tuberías del recinto; de aguas de intenso azul radioactivo; de figuras que arriesgaron su vida en aras de un bien mayor, la salvación de media Europa.

Central Nuclear

Naturalmente, hay mucho de realidad en las historias extraordinarias de Chernóbil (baste ojear Vóces de Chernóbil, de Svetlana Alexiévich, para comprobarlo). Pero también hay mucho de leyenda. Y pocas epopeyas condensan ambas facetas como la del "Escuadrón Suicida", el grupo de tres hombres que accedió a las profundidades del Reactor Número 4 para vaciar las piscinas de burbujas bajo el núcleo en descomposición. Los superhéroes de Chernóbil a los que Europa debe nada más y nada menos que su futuro.

El problema del agua

Mucho se ha debatido sobre las causas directas del desastre. Frente a la idea extendida de que todo se debió al precario diseño de la central (y por tanto a una tecnología inferior a la empleada por sus pares occidentales, indudable seña de la decadencia del proyecto soviético), lo cierto es que nada de lo acontecido en Chernóbil hubiera sido posible sin una prueba de seguridad negligente que pasó por encima de todas las recomendaciones del reglamento nuclear de la URSS.

La central, en sí misma, era reciente, moderna y muy potente. Y por tanto pertrechada con toda clase de herramientas de seguridad. Una de ellas causaría uno de los principales quebraderos de cabeza a los técnicos encargados de gestionar el accidente. Se trataba de las piscinas de burbujas (de agua) instaladas varios niveles por debajo de los reactores nucleares. En un magnífico post de 2010 (parte de una serie más que recomendable sobre Chernóbil), La Pizarra de Yuri explicaba así su función:

Estas piscinas de seguridad, conocidas como piscinas de burbujas, se hallaban en dos niveles inferiores y tenían por función contener agua por si fuese preciso enfriar de emergencia el reactor. También servían para condensar vapor y reducir la presión en caso de que se rompiera alguna tubería del circuito primario (de ahí su nombre), junto a un tercer nivel que actuaba de conducción, inmediatamente debajo del reactor. Así, en caso de ruptura de alguna canalización, el vapor se vería obligado a circular por este nivel de conducción y escapar a través de una capa de agua, lo que reduciría su peligrosidad. 

A los pocos días del accidente, los trabajadores de la central descubrieron que el subsuelo sobre el que reposaban las piscinas había quedado totalmente inundado. La explosión y los traumas subsiguientes a la fusión (temperaturas superiores a los 2.000 ºC) habían reventado las tuberías internas del reactor, vaciando el agua del circuito primario en las piscinas de seguridad. La decisión de volcar agua y nitrógeno líquido durante las primeras horas de la catástrofe (para apagar los incendios) las terminó de anegar.

Bomberos Currando Bomberos en Chernóbil. (RIA)

Era un problema grave. El núcleo se había fundido con la infraestructura del reactor, formando una densa lava radioactiva llamada corio (o "corium", también presente en Fukushima). A más de 1.600 ºC, el corio, en esencia, funde todo lo que encuentra a su alcance (hasta que se enfría). Los técnicos previeron con acierto una sucesión de acontecimientos que podría abocar a Chernóbil a una catástrofe superior a la ya vivida.

En esencia, el peso del núcleo provocaría que la estructura del reactor cediera, empujando la lava radioactiva hacia las profundidades de la central.  O lo que es lo mismo, hacia las piscinas de seguridad ahora inundadas hasta sus cimientos. Si el núcleo entrara en contacto con el agua se produciría una gigantesca explosión de vapor capaz de propulsar hacia la atmósfera "cientos de toneladas" de material radioactivo, muy similar, aunque más destructiva, a las generadas por los helicópteros al volcar agua sobre el núcleo expuesto (cuando se desconocía su fusión).

¿Cuánto estaba en juego? Es aquí donde los relatos posteriores han teorizado, en ocasiones, hasta la exageración. En 2011, el periodista anglosajón Stephen McGinty hablaba de "una explosión nuclear" capaz de "destruir Kiev", "contaminar el abastecimiento de aguas de más de 30 millones de personas" y "dejar inhabitable el norte de Ucrania durante más de un siglo". Otros iban más allá, dibujando un cataclismo que hubiera "exterminado media Europa", haciendo de Ucrania y parte de Rusia un lugar inhabitable por "500.000 años".

Según Vassili Nesterenko, el contacto del corio con las piscinas de burbujas habría generado una explosión de entre 3.000 y 5.000 kilotones, entre 140 y 230 veces más potente que la causada por Fat Boy (la bomba lanzada sobre Nagasaki, de 21 kilotones, y hasta la fecha la más potente empleada contra población civil). El accidente de Chernóbil se habría convertido, de este modo, en el mayor desastre afrontado por el ser humano. Un evento que cuestionaría nuestra viabilidad como especie.

Vista Vista aérea de la central tras el accidente. (Volodymyr Repik/AP)

La realidad es más compleja. A menudo la conversación confunde la radiación a liberar por el contacto del corio con el agua con el carácter destructivo de la explosión. Ciertamente, Chernóbil generó 400 veces más radioactividad atmósferica que Fat Boy, y sus efectos se prolongaron durante más años en el tiempo. Su mortalidad, sin embargo, ha sido mucho más reducida: se cree que unas 4.000 personas murieron a causa del accidente, frente a las 70.000 de Nagasaki.

La disparidad se explica por las diferentes naturalezas de un reactor nuclear y de una bomba atómica. Como explica Operador Nuclear (@OperadorNuclear), uno de los divulgadores en materia atómica más activos en Twitter, "el enriquecimiento del uranio" para artefactos como Fat Boy "es del 90%", mientras que una central como Chernóbil apenas "utilizaba el 2%". Obtener una bomba atómica, Irán lo sabe, no es tan sencillo. Sus efectos destructivos no son equiparables.

Lo que no significa que el riesgo identificado por los técnicos de la central fuera menor. El temor al síndrome de China, la posibilidad de que un núcleo fusionado entrara en contacto con las piscinas de seguridad y emitiera catastróficas nubes de radiación a la atmósfera, hipotecó las decisiones de los operarios. Existía el riesgo de explosión (capaz de reventar lo que quedara del reactor), de liberar más radiación y de contaminar el suministro de aguas de Kiev.

Era necesario vaciar las piscinas. Y era una tarea suicida.

Los tres hombres voluntarios

La fábula cuenta que tres operarios de la central, Alexei Ananenko, Valeriy Bezpalov y Boris Baranov, se ofrecieron voluntarios para entrar en los cimientos inundados de las piscinas, hallar las válvulas de escape, abrir las esclusas, drenar la zona y salvar a la humanidad de un apocalipsis certero. Lo harían conocedores de una muerte casi inmediata, entre aguas de colores brillantes y unos niveles de radiación incompatibles con la vida. Y lo harían por el bien de millones de personas.

El relato contiene elementos de realidad y de fantasía, o más bien, de licencias literarias.

Por un lado, Ananenko, Bezpalov y Baranov no fueron las tres únicas personas que se introdujeron en las cámaras inundadas bajo las piscinas de seguridad. Tanto los equipos de bomberos como otros técnicos de la central habían trabajado durante los días previos para vaciar parte del agua. Los primeros bombearon las salas logrando reducir la inundación a la altura de la rodilla, cuando no del tobillo. Los segundos habían entrado para medir los niveles de radiación.

Chernobil Un inspector observa los destrozos tras la catástrofe. (AP)

De modo que cuando el trío de héroes se introdujo en las cámaras lo hizo con cierta cantidad de información. No fue un acto ciego. Ananenko y Bezpalov habían colaborado en la construcción e instalación del sistema de seguridad. Conocían su infraestructura, la canalización, la posición de las tuberías principales y el punto exacto donde encontrarían las válvulas que abrirían las compuertas y vaciarían las piscinas. Lo harían eso sí, a oscuras, por lo que necesitarían a Baranov para iluminarles.

¿Fueron voluntarios? Lo más probable es que sí. Como se explica aquí, la gran mayoría de liquidadores eran conscientes de lo que se jugaban al lidiar con la catástrofe de Chernóbil, y lo hicieron en plena posesión de su voluntad. Pero al mismo tiempo lo hicieron porque era su trabajo. Ananenko ha dado muy pocas entrevistas, pero en todas deja traslucir cierto deber rutinario en su incursión en las cámaras.

El hecho es que todo el equipamiento estaba distribuido entre talleres, y dado que las piscinas a vaciar quedaban bajo la responsabilidad del área de servicio de la sala del reactor Nº 2, era el personal de esta unidad quien debía realizar la tarea. Por supuesto, se daban casos en los que el personal de turno de un taller cualquiera no era suficiente para una tarea, y en ese caso otros trabajadores se incorporaban. Pero en cualquier caso, cualquier operación que requiriera de equipamiento debía ser realizada en presencia o bajo la supervisión de un representante del taller responsable.

Es decir: Ananenko estaba allí porque era su deber. Muy literalmente. 

La misión de los tres hombres era relativamente sencilla. Caminar por las profundidades de Chernóbil ataviados con equipamiento de submarinista, encontrar las válvulas de las compuertas y abrirlas. En condiciones normales hubiera sido una tarea realizada de forma automática y electrónica por el ordenador de la central, pero la explosión y la inundación posterior habían inutilizado los circuitos. Ahora, Ananenko y sus compañeros debían hacerlo manualmente.

Interior El interior del reactor 4 en el año 2000. (Efrem Lukatsky/AP)

Como él mismo cuenta, las dos válvulas se encontraban a tres metros bajo tierra, y estaban marcadas con una inscripción técnica para identificarlas con facilidad (4GT-21 y  4GT-22). Gran parte de sus miedos provenían no tanto de las espantosas condiciones que su cuerpo debía soportar en el camino como de la posibilidad de que estuvieran bloqueadas o inutilizadas. En ese caso, vaciar las piscinas y evitar la certera explosión de vapor habría sido mucho más complejo.

Gran parte de la mitología que rodea la excursión del escuadrón suicida surge del agua radioactiva. Ananenko, Bezpalov y Baranov se enfrentarían a dosis radioactivas superiores a los 5.000 roentgens/hora, capaces de broncear la piel en cuestión de segundos, introducir un amargo sabor metálico en la boca y punzar la piel con la intensidad de mil agujas. Los tres héroes debían lidiar con una presión radioactiva tan extraordinaria que su vida, con probabilidad, terminaría allí mismo Así se retrata en Chernobyl y en infinidad de reportajes.

Ananenko dibuja un escenario menos homérico. 

La información sobre la situación radioactiva en el corredor 001 (el que emplearían para acceder a las cámaras inundadas) me era conocida (...) Cuando entré en mi turno de trabajo, mi compañero me explicó que la última medición de radioactividad había sido tomada directamente desde el nivel del agua del corredor. Por supuesto, me es imposible recordar cuál fue el resultado de la medición, pero recuerdo mi sensación en aquel momento. Los números no parecían algo extraordinario. La situación radioactiva era la habitual para las centrales nucleares en mayo de 1986.

La memoria humana es frágil. Ananenko admite haber consultado con su colega Bespalov lo acontecido en las profundidades de Chernóbil, aclarando sus borrosos recuerdos. Los tres acudieron a los corredores acompañados por un dosímetro DP-5, un pequeño captador de radiación. A mitad de trayecto, Baranov activó el rango absoluto de su medidor y observó con inquietud los resultados. "El dispositivo se había ido de escala en todos los subrangos", le explicaría Bespalov a Ananenko. "¡Corred!", ordenaría Baranov.

Ruinas 1989 Las ruinas de Chernóbil en 1989. (Mikhail Metzel/AP)

Durante su camino, repleto de agua hasta las rodillas, los tres se familiarizarían con el tétrico sabor metálico en la boca causado por la elevada radiación del agua contaminada. Pero llegarían a las válvulas, las abrirías sin mayores problemas y regresarían al exterior entre vítores de sus compañeros. A su salida, Ananenko hablaría con Tass, una agencia de información soviética, y sus palabras serían recogidas por Associated Press en esta nota.

"Me ofrecieron rechazar la tarea. Pero cómo podría haberlo hecho cuando era la única persona en mi turno que sabía dónde estaban ubicadas las válvulas", contaría. Ananenko aclararía más tarde que las declaraciones recogidas por Tass estaban parcialmente construidas por la agencia, y que gran parte de la mitología folclórica que surgió a raíz de su hazaña y del accidente brotaría directamente de aquel artículo, recogido y replicado por otros medios rusos y occidentales.

De hecho, el mito se hizo tan grande que la mayoría de historias les dieron por muertos o bien dentro de los corredores o bien a las pocas horas de salir de las cámaras, ya con la misión completada. Ananenko, Bezpalov y Baranov habrían completado así el camino del héroe: figuras llamadas a la acción en pos del bien de la humanidad, conocedoras de los incalculables riesgos y, en última instancia, sacrificadas por una causa justa.

Pero ninguno de los tres pereció. Parte del interés de Ananenko en hablar con la prensa soviética surgía del interés de los operarios de Chernóbil de desmitificar las elevadas tasas de mortalidad asociadas a los liquidadores y a los operarios que continuaron trabajando en la central durante los días posteriores. No lo consiguió, y lo recóndito de su figura, del oscurantismo soviético y de su interés personal en el anonimato (como el de Bezpalov y Baranov) fermentaron en la leyenda de su muerte.

Sala Una sala de control dentro de la central. (Mikhail Metzel/AP)

El periodista anglosajón Andrew Leatherbarrow pasaría cinco años investigando las causas y consecuencias del accidente para su libro 01:23:40, y en el camino descubriría que ninguno de los tres héroes suicidas había perecido en su misión. Ananenko y Bezpalov serían condecorados hace algunos años por el ex-Presidente de Ucrania, Petró Poroshenko. Según Leatherbarrow, Baranov habría muerto a causa de un paro cardíaco en 2005. Muy lejos de Chernóbil.

¿Cómo sobrevivieron a la radiación que debería haberles matado? Como se explica en este cómic de XKCD, porque el agua funciona como escudo natural a la radiación. Nada de esto significa que ninguno de los tres sufriera las consecuencias de su misión, o que la radiación no deteriorara su cuerpo, o que su esperanza de vida no se redujera drásticamente. Significa que, años después de haberse sumergido en las profundidades del agua radiactiva, dos tercios de ellos siguen vivos.

Alexei Ananenko, Valeriy Bezpalov y Boris Baranov hicieron su trabajo. Fueron héroes. Salvaron a las gentes de Ucrania y de buena parte de Europa de una catástrofe potencialmente superior a la vivida. Y vivieron para contarlo.

Voces de Chernóbil: Crónica del futuro (Ensayo (debolsillo))

Voces de Chernóbil: Crónica del futuro (Ensayo (debolsillo))

Chernobyl 01:23:40: The Incredible True Story of the World's Worst Nuclear Disaster

Chernobyl 01:23:40: The Incredible True Story of the World's Worst Nuclear Disaster

Los mapas celestiales de los muggletonians, la secta que imaginó el universo según la Biblia

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Los mapas celestiales de los muggletonians, la secta que imaginó el universo según la Biblia

La humanidad lleva siglos tratando de descifrar qué hay más allá del planeta Tierra. A menudo, tal ejercicio de imaginación ha estado desvinculado de la realidad científica que, gracias a los avances técnicos y a la exploración espacial, disfrutamos hoy. De ahí que todas las religiones inventaran diversas cosmovisiones que interpretaran en modos filosóficos y místicos la forma física del espacio exterior, el designio de Dios no sólo para con nuestro planeta, sino para con el todo.

Los muggeltonians fueron una de las muchas sectas cristianas que, en el camino hacia la pureza bíblica, crearon un universo a la imagen y semejanza de Él. Pero hicieron algo más antes de perderse por el sumidero de la historia a mediados del siglo XIX: ilustrar sus dementes y maravillosas ideas sobre la forma del universo en unos preciosos mapas explicativos. Con ellos, sus seguidores trataban de dar una explicación convincente a la existencia de un mundo exterior celestial.

Surgidos a mediados del siglo XVII en Inglaterra, una época en la que cada nueva secta cristiana calvinista superaba a la anterior en grado de radicalismo y pureza, los muggletonians adoptaron diversas características comunes a los quákeros (aún existentes hoy) o a los ranters. Entre sus muchos preceptos, incluían una asunción física del Paraíso (diez kilómetros por encima de la Tierra) y del propio Dios (alrededor de 1,80 metros), quien a su vez fue Jesús (negaban la Trinidad).

En fin, más allá de las cuestiones escolásticas, los muggletonians se caracterizaban por presumir del acceso al conocimiento a través de Dios, y en especial a través de algunas de las escrituras del Nuevo Testamento (en concreto, el Libro de la Revelación). A consecuencia de su fe militante en el contacto con Dios (por la vía de la exploración espiritual interna), los muggletonians tenían claro cómo era el mundo a nivel físico y místico. Y por tanto negaban que el conocimiento de nuestra realidad espiritual o material pudiera alcanzarse a través de la ciencia.

Por aquel entonces figuras como Isaac Newton comenzaban a entender las mecánicas físicas que impulsaban al universo, y las teorías de Copérnico estaban relativamente bien asentadas. Para los muggletonians todos ellos eran charlatanes despreciables incapaces de comprender que la Tierra no rotaba en torno a nada, por más que la evidencia científica lo sugiriera, sino que se situaba en el centro del Sistema Solar. Siglos más tarde, un muggletonian se dispuso a demostrarlo.

Mapa 2 Representación del universo según Newton por parte de Frost. Obviamente para derrumbarla más tarde. (David Rumsey Collection)
Mapa 3 El día y la noche, en realidad, funcionaban así, y no como Newton había anunciado. (David Rumsey Collection)
Mapa 4 Representación del sistema de universos. (David Rumsey Collection)

En Two Systems of Astronomy, Isaac Frost se dispuso a negar las teorías de su detestado Newton con una serie de ilustraciones de exquisito gusto, si bien de cero lógica científica. El libro fue publicado en 1846 y representa las absurdas teorías astronómicas de los muggletonians con un grado de detalle poco menos que admirable. El sistema de múltiples universos y de nuestro sistema solar cercano con la Tierra en el medio jamás fueron dibujados con tanto talento y cariño.

Para desgracia de la secta, Frost era uno de los pocos muggletonians que aún seguían tan alocadas creencias a mediados del siglo XIX. Al contrario que otras sectas evangélicas que sí prosperaron y perduraron, por más extravagantes que resultaran sus prácticas y creencias, los muggletonians quedarían reducidos al basurero de la historia ya en el siglo XX. Se cree que uno de sus últimos seguidores fue un británico que, antes de perecer, en 1979, legó su archivo a la British Library.

Es ahí donde podemos encontrar las obras de Frost. Como reza uno de sus seis principios fundamentales, "el único diablo es la Razón del hombre". Furibundamente antiracionalistas, a los muggletonians les podemos aceptar, sin embargo, su envidiable gusto estético.

Mapa 5 Otra ilustración del modelo Newton. (David Rumsey Collection)
Mapa 6 Los muggletonians tenían muy claro cómo funcionaban las estaciones y los días con la Tierra como centro del universo. (David Rumsey Collection)
Mapa 7 Meridianamente claro. (David Rumsey Collection)

Imagen: David Rumsey Collection 

Una versión previa de este artículo apareció publicada en mayo de 2017.

Más allá de la locura: así configuraron las fiebres del oro nuestro mundo moderno

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Más allá de la locura: así configuraron las fiebres del oro nuestro mundo moderno

El año pasado se cumplió el 170 aniversario de uno de los acontecimientos más relevantes en la historia del mundo: el descubrimiento de oro en la mina de Sutter en Coloma, California. El 24 de enero de 1848, mientras inspeccionaba un molino para el que era su patrón, John Sutter, el trabajador James Marshall divisó algo que brillaba dentro de la fría agua invernal. "Chicos", anunció mostrando una pepita a sus compañeros de trabajo, "¡creo que he encontrado una mina de oro!".

Marshall había dado el primer pistoletazo a una fiebre global que daría cuerda al mundo con un impacto repentino y dramático. En 1848, la población de California no indígena rondaba las 14.000 personas, pero para finales de 1849 alcanzó las 100.000 y llegó a crecer hasta 300.000 personas para finales de 1853. Podemos ver la mirada enigmática de algunas de estas personas a través de fotos antiguas como daguerrotipos o ferrotipos.

Desde México y las islas Hawaii; desde América del Sur y América Central; desde Australia y Nueva Zelanda, desde el sureste de China; desde Europa Occidental y Oriental... No hacía más que llegar gente al estado dorado. Reflexionando sobre la situación unos años más tarde, Mark Twain describía celebremente a aquellos que corrieron a por el oro como

una población impulsiva e incansable ... Un conjunto de 200.000 hombres jóvenes que no eran unos simples enclenques, sonrientes y delicados, sino que eran jóvenes valientes, intrépidos, robustos y musculosos...

"La única vez que el mundo ha visto un grupo de hombres de este tipo juntos", Twain reflexionaba, y que "probablemente el mundo nunca volverá a ver algo igual". Cuando llegó a Ballarat, Australia, en 1895, Twain pudo ver de primera mano las increíbles consecuencias económicas, políticas y sociales de la fiebre del oro australiana que había comenzado en 1851 y que había dado el pistoletazo de salida a una segunda carrera mundial en busca del preciado mineral amarillo.

Fiebre De Oro 2 Mujeres y hombres en la California de 1850. (Wikipedia)

"Los pequeños descubrimientos en la colonia de Nuevo Gales del Sur tres meses atrás", observaba Twain, "ya habían hecho que la gente emigrara a Australia, llegando en oleadas". Pero con el descubrimiento de las grandes reserva de oro del estado de Victoria, similares en tamaño a la cantidad de oro de California, "se convirtió en un aluvión de gente".

Entre la mina de Sutter en enero de 1848 y la de Klondyke (en una parte remota al noroeste de Canadá) a finales de los años 1890s, el siglo XIX se vio sujeto de forma regular a estos aluviones de gente. Entre Australasia, Rusia, América del Norte y África del Sur, los descubrimientos de oro del siglo XIX pusieron en marcha grandes oleadas de personas, material y dinero. Las nuevas minas de oro se inundaban de emigrantes recién llegados de todo el mundo: mineros y mercaderes, banqueros y constructores, ingenieros y emprendedores, granjeros y buscadores de tesoros, curas y prostitutas, santos y pecadores.

Cuando la fuerza de la primera oleada empezó a remitir, muchas personas regresaron a vidas más sedentarias en sus países de procedencia. Otros se vieron abandonados y decidieron echar raíces en los estados dorados, mientras que los que supieron aprovechar el momento de la ola del oro pusieron sus esfuerzos en nuevas minas, en nuevas tierras de granja y de pastoreo o crearon asentamientos, pueblos y ciudades. También hubo otros, poco atraídos por la idea de asentarse, siguieron a contracorriente en busca de nuevas oportunidades que la fiebre del oro pudiera traerles.

Fiebre San Francisco en 1850. (Library of Congress)

A partir de 1851, por ejemplo, cuando la fiebre del oro pasó a Australia, unos 10.000 buscafortunas dejaron América del Norte para deambular hasta las colonias británicas en las Antípodas junto a otros buscadores de oro de todo el mundo.

El oro y la historia mundial

El descubrimiento del metal precioso en la mina de Sutter en enero de 1848 fue un punto de inflexión en la historia del mundo. La fiebre del oro dio un nuevo rumbo a la comunicación y al transporte, acelerando y expandiendo el alcance de los imperios estadounidense y británico.

Fue el despertar de los cables de telégrafo, de los barcos de vapor y de las vías de tren, haciendo que algunos pueblos que no eran más que pequeños puertos pasaran a convertirse en metrópolis internacionales para el paso de bienes e inmigrantes (como fue el caso de Melbourne o San Francisco) y algunos pueblos y asentamientos de interior pasaron a convertirse en ciudades de forma instantánea (como Johannesburgo, Denver y Boise).

Este desarrollo estuvo acompañado de un aceleramiento en la movilidad (de bienes, de gente y de crédito), haciendo que crecieran los temores de la clase media ante la inminente pérdida de sus convenciones sobre los valores de respeto y domesticidad.

Fiebre 4 Un dibujo ilustra el funcionamiento de una mina en California a mediados del siglo XIX. (Harper's Weekly/Wikipedia)

Pero las nuevas conexiones globales del oro también trajeron consigo nuevas formas de destrucción y de exclusión. Las oleadas humanas, económicas y culturales que pasaban por las regiones del oro podían ser profundamente destructivas para los indígenas y para otras comunidades locales, así como para el medioambiente de la región del que dependían sus vidas materiales, culturales y sociales. Muchos de los entornos medioambientales del mundo se han visto transformados por la fiebre del oro en forma de excavaciones, montañas de desperdicios o reconfiguración de los ríos.

Ya en 1849, la revista Punch describía el espectáculo de la tierra siendo vaciada por las minas de oro. En las "regiones icticerias de California", satirizaba la revista londinense: "La corteza terrestre ya es casi inexistente... Aquellos que quieran recoger los restos tienen que dirigirse de inmediato a California". Como resultado, parecía que el mundo se iba a salir de su eje.

En Estados Unidos y en otros países, tanto los académicos, como los comisarios de museos y muchos historiadores expertos en familias nos han enseñado que, a pesar de la abrumadora mayoría de varones en las regiones del oro, no deberíamos considerar esta historia como una historia de "hombres blancos". Solamente los mineros chinos constituían más del 25% de los buscadores de oro en todo el mundo, conviviendo con los mineros blancos, así como con mujeres, indígenas y otras minorías. Esta mezcla de población es necesaria para poder entender la fiebre del oro.

La fiebre del oro en la actualidad

La fiebre del oro no es un mero acontecimiento histórico, puesto que sus consecuencias siguen siendo relevantes en la actualidad. Los beneficios a corto plazo han causado pérdidas a largo plazo: la contaminación causada por la fiebre del oro ha sido tan perdurable como su legado cultural. La contaminación histórica ha tenido un impacto a largo plazo y tanto las agencias medioambientales como las empresas siguen teniendo que adaptarse a las consecuencias.

En la mina abandonada de Berkley en Butte, Montana, el agua está tan contaminada con metales pesados que se puede extraer cobre directamente de la misma. Las minas ilegales en la Amazonia se suman a la presión para adaptarse al cambio climático de sus delicados ecosistemas y de las comunidades más débiles.

Mineros Mineros en un bar. (Sonoma County Library/Wikipedia)

Pero este tipo de fiebres no son raras en el mundo actual: la fracturación de gas de esquisto se parece a la búsqueda del oro. En Estados Unidos, la industria ya ha transformado la ciudad de Williston, en Dakota del Norte, donde el precio de los alquileres está por las nubes y la ciudad se moderniza a ritmo frenético con una población dominada por hombres jóvenes: las mismas características que una ciudad durante la fiebre del oro.

En septiembre del año pasado, el Wall Street Journal publicaba que una nueva fiebre del oro había comenzado Texas: en este caso se trata de la arena, puesto que contiene un componente esencial en la elaboración de muchos componentes de uso cotidiano y para su extracción hace falta perforar en la roca. Como consecuencia la comunidad local ha reaccionado contra la contaminación producida por el fracking de las aguas subterráneas.

El mundo de la fiebre del oro no se trata de una época lejana que solamente les interesa a los historiadores. Para bien o para mal, estas fiebres son fundamentales para entender los cambios económicos, industriales y medioambientales que dan forma a nuestro planeta en la actualidad.

Una versión anterior de este post fue publicada en mayo de 2018.

The Conversation

Imagen | GSV/Flickr

Autores: Benjamin Mountford y Stephen Tuffnell. Ambos han escrito una colección titulada Una Historia Global de las Fiebres del Oro (A Global History of Gold Rushes) que publicado por University of California Press.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

Cuando los hijos de Darwin fueron víctima de las propias leyes de selección natural de su padre

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Cuando los hijos de Darwin fueron víctima de las propias leyes de selección natural de su padre

Charles Darwin fue un tipo curioso. La historia de su hallazgo se salpica por, como en muchos casos de la historia de la ciencia, reivindicaciones cruzadas de autoría del descubrimiento y una actitud bastante beata y remilgada condicionada por su mala salud que le impidió de hecho convertirse en médico o llevar bien aquello de los viajes marinos. Como cuentan en el libro El fuego secreto de los filósofos de Patrick Harpur, Darwin odiaba su objeto de estudio: la naturaleza.

Le tenía un temor absoluto, especialmente al mar, en el que tenía que vivir largas travesías. Convirtió al concepto de "natural" en una especie de némesis que, si no se debía controlar, sí había que, al menos, comprender al dedillo para poder prever sus leyes. La naturaleza aparece en sus escritos personales como una deidad maligna y, aun así, le dedicó toda su vida.

Darwin fue, como sabemos, el autor de El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida, la radical teoría científica que descubrió que las poblaciones evolucionan durante el transcurso de las generaciones mediante un proceso conocido como selección natural. Y él mismo decidió casarse con su prima.

Darwin Hijos 3

No lo hizo por un amor incontrolable, sino por cuestiones prácticas. Hasta tal punto que hay en sus memorias una lista de pros y contras que elaboró antes de decidirse a desposar a Emma Wedgwood. Casarse con ella le daría "hijos (si Dios quiere), compañía constante (mejor que la de un perro), cuidados de la casa... Todas estas cosas son buenas para la salud pero una terrible pérdida de tiempo". Eso sí, "sin hijos, nadie que te cuide en la vejez, aunque con libertad para ir donde me apetezca".

Las terribles consecuencias de ser hijos de Darwin

Al tiempo de casarse Darwin anotó durante un período de estudio el descubrimiento de la fragilidad que sufrían las plantas congénitas. A la vez iría descubriendo cómo esa misma debilidad acosaba a su familia. Tuvo diez hijos, de los cuales murieron tres siendo muy pequeños y otros tres crecerían para descubrir que eran infértiles. Cuando murió una de sus hijas más queridas Darwin acabó por perder la fe en Dios que tanto le había ayudado a sobrellevar el hostil mundo hasta ahora.

Los investigadores descubrieron años después que la herencia de la familia de Darwin había estado de hecho mucho más unida de lo que los novios sabían. Durante cuatro generaciones se habían producido alianzas entre las dos casas, y fue esa insistencia en el incesto lo que terminó por afectar a la salud de sus hijos.

La consanguinidad entre Darwin y su prima no es nada comparado con la herencia de otros monarcas europeos. Carlos I y Carlos II tienen, de hecho, mucho más que contar al respecto, y la mayoría de hogares europeos tiene alguna de estas uniones en su árbol genealógico.

Darwin Hijos 2

Como descubrió en un estudio extenso el antropólogo Robin Fox, más de la mitad de los matrimonios de la historia hasta ahora se han podido llevar a cabo entre parejas con un grado de separación similar al que tenemos con nuestro primo segundo. Algo lógico en la era rural, en las que las poblaciones eran muy pequeñas y en algunos casos estaban separadas por varios kilómetros del siguiente grupo de gente más cercano.

Pero no deja de ser curioso que aquel que más de cerca había estudiado la historia de la evolución de las especies, quien de ninguna manera podía evadir el tabú del incesto que, de hecho, ya se trataba de evitar lo máximo posible en la sociedad (si los hombres lo pedían, los curas divorciaban a los jóvenes matrimonios de primos o hermanos que demostrasen que eran incapaces de gestar un hijo), fuese el mismo que jugó con las probabilidades hereditarias de su propia descendencia.

Una versión anterior de este artículo fue publicada en mayo de 2017.

Jack el Destripador: 131 años de los asesinatos aún sin resolver que sacudieron Londres

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Jack el Destripador: 131 años de los asesinatos aún sin resolver que sacudieron Londres

Desde el infierno. Mr Lusk, Señor, os envío la mitad del riñón que saqué de una mujer y he preservado para vosotros. La otra pieza la freí y la comí, fue muy agradable. Quizá os envíe el ensangrentado cuchillo que la sacó si solo aguardáis un poco más. Atrapadme cuando podáis, Mr Lusk.

Hubo una vez una carta con sello del infierno. Tal cual, sin florituras literarias. Su autor la escribió en la sima más oscura del averno y desde allí la envió a la casa de su destinatario: George Lusk, líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel, en Londres. La misiva terminó sobre el escritorio de Lusk (junto al resto de la correspondencia del día) el 16 de octubre de 1888.

Entre la pila de manuscritos, sobres y expedientes policiales que atestaban la mesa del jefe de la vigilancia del barrio de Whitechapel, la carta del infierno destacaba a simple vista por varias razones. Primera, por los ángulos de su caligrafía, afilados como hojas de cuchillo. Segunda, porque iba acompañada de una pequeña caja. Al abrirla Lusk sintió cómo le reptaba por la espalda un hormigueo gélido. Bajo la tapa de madera había un frasquito lleno de alcohol.

En su interior flotaba medio riñón humano, blancuzco e hinchado.

El autor de la carta del infierno no era el demonio, si bien pocas personas han estado tan cerca como él de encarnarlo a esta orilla de la Estigia. Aunque al escribir la misiva para Lusk prefirió no usar su firma, en octubre de 1888 el remitente empezaba a ser ya una persona famosa en Londres. Después de haber perpetrado cuatro sangrientos asesinatos los tabloides estaban popularizando su mote, un apodo que los vecinos de Whitechapel repetían en las calles entre cuchicheos entrecortados: Jack the Ripper. O en español: Jack el Destripador.

Los crímenes de Whitechapel

Entre el verano y otoño de 1888 Jack sembró el terror en Whitechapel, un barrio situado a poco más de cinco kilómetros del centro de Londres y que a finales del siglo XIX (en plena época victoriana) distaba mucho de ser el distrito moderno que es hoy. En sus calles se entremezclaban delincuencia, alcoholismo, racismo y prostitución. Inmigrantes rusos, polacos e irlandeses se veían obligados a vivir hacinados en viviendas míseras, inmersos en la pobreza.

Con ese telón de fondo Jack el Destripador cometió su primer asesinato (reconocido, al menos) el 31 de agosto de 1888. Su víctima fue Mary Ann Nichols. La policía encontró su cadáver de madrugada, en la actual calle Durward de Whitechapel. Un par de cortes surcaban su garganta y el abdomen estaba rasgado con una hendidura e incisiones.

Crimenes De Whitechapel Mapa de 1894 en el que se señalan, en puntos rojos, los asesinatos atribuidos a Jack el Destripador. (Wikipedia)

Durante las semanas siguientes se sucedieron al menos otros tres asesinatos. Todos tenían por víctimas a mujeres que se dedicaban a la prostitución. Todos brutales, sádicos y descarnados. El 8 de septiembre los agentes encontraron los restos de Annie Chapman. Días después (en la madrugada del 30 de ese mismo mes) descubrieron dos cuerpos, los de Elizabeth Stride y Catherine Eddowes. La primera solo había sufrido un corte profundo en el cuello, lo que en su momento llevó a pensar a los investigadores que el asesino se habría visto sorprendido durante el crimen.

Con la segunda se cebó. Se supone que el fragmento de riñón que recibió Lusk junto a la carta del infierno pertenecía a la desdichada Catherine Eddowes.

Todos los crímenes atribuidos a Jack el Destripador se produjeron en un mismo año y en un radio de apenas 1,5 kilómetros, para pasmo de la policía

Poco más de un mes después llegó el último de los cinco asesinatos atribuidos de forma general a Jack el Destripador. La víctima fue Mary Jane Kelly. Los agentes la descubrieron el 9 de noviembre tendida en su cama, en una vivienda de Miller's Court. Salvo el de Stride, los cadáveres aparecían mutilados, desfigurados, con cortes en la garganta, el vientre y la zona genital. Para asombro de Scotland Yard aquella oleada de crímenes ocurría en un radio de 1,5 kilómetros.

La policía contabilizó cinco casos achacables al misterioso delincuente bautizado como Jack the Ripper. Entre 1888 y 1891 la prensa lo vinculó con algunos más. Antes de Mary Nichols se especuló con la autoría de las agresiones a al menos otras dos meretrices en Whitechapel: Emma Elizabeth Smith, quien sobrevivió al ataque pero murió poco después a consecuencia de las secuelas, y Marta Tabram, acuchillada con saña en el mismo barrio. Hoy en día no se atribuyen a Jack porque sus verdugos siguieron un modus operandi distinto.

Whitechapel Whitechapel en 1905. (Wikipedia)

Ya a finales del siglo XIX algunas voces cuestionaban que los crímenes que se vinculan a Jack los hubiese perpetrado una única persona. Dada la oleada de crueles asesinatos que asoló el East End de Londres entre abril de 1888 y febrero de 1891 suele hablarse de "los asesinatos de Whitechapel". En total dejaron 11 víctimas, todas mujeres.

A pesar de los esfuerzos que realizó la policía y la infinidad de teorías que han circulado hasta la fecha, en 2019 se cumplen 131 años de los asesinatos sin que se haya averiguado la identidad de Jack el Destripador. Trece décadas de hipótesis dejan solo una irónica conclusión: Jack ha creado más asesinos que cadáveres. Si se analiza el número de identidades que se le han atribuido, su funesto reguero de víctimas palidece. Solo a finales del siglo XIX la policía de Reino Unido llegó a investigar a cerca de 300 sospechosos.

Más supuestos asesinos que víctimas

La mezcla de pavor y frustración con la que los residentes de Whitechapel veían la falta de avances en la investigación llevó a un grupo de vecinos a fundar un comité para patrullar el barrio. El colectivo emprendió sus propias pesquisas. Su líder era Lusk, el mismo a quien Jack retaba en su carta. Antes de cesar su oleada de crímenes, se cree que el Destripador envió otra misiva y una postal para burlarse del caso. Al igual que ocurre con las víctimas, sin embargo, es difícil aclarar qué escritos son suyos (si los hay) entre la marea de anónimos que recibió la policía en aquella época.

Durante los meses en los que dio rienda suelta a su furia asesina e incluso años después, policía y prensa señalaron a diferentes sospechosos. Por su habilidad con el cuchillo los investigadores centraron su atención en los estudiantes de medicina y los carniceros, aunque también se manejó la hipótesis de que podía tratarse de una persona ilustrada. En un momento u otro, en el listado de sospechosos se contaron el escrito Lewis Carroll, el pintor Walter R. Sickter o Alberto Víctor, duque de Clarence y Avondale y nieto de la mismísima reina Victoria.

Comite De Vigilancia Viñeta del The Illustrated London News de 1888 en el que el Comité de Vigilancia ciudadana instigado por Lusk vigila a un sospechoso en la calle.

En la interminable nómina de sospechosos destacan un puñado de nombres. Uno de ellos es el barbero polaco Aaron Kosminski, que cuando se perpetraron los brutales asesinatos apenas pasaba de la veintena. Años después de los crímenes, en 1891, Kosminski ingresaría en un psiquiátrico por su "probable esquizofrenia paranoide".

En 2014 el escritor Russell Edwards aseguró a bombo y platillo haber obtenido una prueba irrefutable de que Kosminski era Jack. Según detalló el autor británico, en 2007 había comprado el chal de una de las víctimas y de él pudo extraer una muestra de ADN. Tras compararla con la de una descendiente del barbero polaco obtuvo una coincidencia apabullante. Poco después algunos investigadores alertaron de que durante las pruebas se habían cometido graves errores.

De origen polaco, como Kosminski, es otro de los sospechosos: Severin Klosowski, quien se granjeó una tétrica fama en la Inglaterra de su tiempo por envenenar a sus tres esposas y murió en la horca en 1903. Otra investigación aseguró haber desvelado la identidad de Jack gracias a una pista crucial: un diario escrito entre 1888 y 1889. En sus páginas James Maybrick, un mercader de algodón de Liverpool, confesaría haber acabado con la vida de cinco mujeres en Whitechapel y otra en Manchester y finaliza desenmascarándose como Jack el Destripador.

James Maybrick James Maybrick, uno de los siempre supuestos asesinos de Whitechapel.

El diario lo encontraron hace más de 25 años tres empleados de una compañía eléctrica mientras reformaban una vieja propiedad de Aigburth en la que habría vivido Maybrick. Los operarios se lo entregaron a un anticuario local, Mike Barret. El libro está sin embargo rodeado de polémica. Muchos cuestionan su autenticidad. Solo dos años después de editarse el propio Barret reconocería que era una falsificación, si bien terminaría retractándose de sus propias palabras.

Otras voces coinciden en que Barret no habría sido capaz de realizar una falsificación de ese calibre, elaborada y plagada de detalles sobre los crímenes.

Quizás uno de los nombres que ha sonado con más fuerza es el de Montague John Druitt, un joven e influyente abogado. Su familia le perdió la pista tras el asesinato de Mary Kelly, la última víctima "canónica" de Jack. Un mes después se halló su cadáver flotando en avanzado estado de descomposición en las aguas del Támesis. Sus nombres se suman a otros muchos, como el del estafador Michael Ostrog, Francis Tumblety, John Pizer (apodado "Leather Apron"), William Bury, Sir John Williams, cirujano amigo de la reina Victoria, y muchos otros.

En la lista hay incluso mujeres (Elizabeth Williams y Mary Eleanor Pearcey) e incluso se apuntó a la connivencia del inspector Frederick Abberline, uno de los agentes que investigaron los homicidios. Con mayor o menos convicción, las dudas se cernieron sobre ellos. En muchos casos en base a teorías o ficciones recientes. 131 años después de los crímenes de Whitechapel sin embargo no es mucho más lo que se sabe hoy que a finales del XIX. Quedan las víctimas, el mito, las sospechas... Pero su identidad sigue siendo la de un criminal descarnado que parece escribir desde el infierno.

Otro Supuesto Montague John Druitt, otro sospechoso.

En torno a la incógnita de quién sostenía el cuchillo que acabó con la vida de cinco prostitutas de Whitechappel entre el verano y otoño de 1888 se ha creado todo un universo. La lista de libros que indagan en el caso crece año tras año y las calles que sirvieron de escenario a los macabros asesinatos son hoy una atracción turística: un museo recuerda los sucesos en el East End de Londres y rutas guiadas permiten a los visitantes revivir el ambiente de la City a finales del siglo XIX con sus ambientes dickensianos y sórdida pobreza.

Trece décadas después Jack el Destripador es una pila de incógnitas, víctimas de carne y hueso... Y un tétrico negocio. Hace solo unas semanas una casa de subastas de Folkestone (Inglaterra) adjudicaba por 25.000 euros una de las cartas que se atribuyen al asesino.

Una versión anterior de este artículo fue publicada en mayo de 2018.

La historia de la carta más bestia jamás escrita, la que los cosacos rusos enviaron al sultán otomano

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La historia de la carta más bestia jamás escrita, la que los cosacos rusos enviaron al sultán otomano

Se abre el telón: un grupo de alborotados cosacos debaten sobre los términos de respuesta a una carta remitida por el sultán otomano. La escena es pintoresca: decenas de ellos, ataviados con los trajes más variopintos que uno pueda imaginar, pleitean y gesticulan de forma escandalosa tratando de hacer entender sus razones. Pareciera que los cosacos debatieran un asunto profundo, de serias implicaciones, formal, una cuestión que merece la reflexión y el acuerdo del alto estado.

Se cierra el telón. ¿Cómo se llama la película? Cosacos zapórogos escribiendo una carta al Sultán, o La respuesta de los cosacos zapórogos, uno de los cuadros más emblemáticos del pintor romántico Ilya Repin y, a la sazón, la obra pictórica más destacada de la historia de Ucrania y una de las más relevantes de la rusa.

La calidad del cuadro, como todos los de Repin, haría de la obra por sí misma interesante y digna de mención, pero lo realmente divertido se esconde en la intrahistoria: la detallada escena no revela una cuestión de histórica trascendencia afrontada con la mayor de las diligencias diplomáticas, sino uno de los trolleos mitológicos más destacados de la historia de Europa. Un in your face tan antológico como fruto de leyenda.

Tráteme de usted, soy mucho mejor que vos

La historia nos retrasa al siglo XVII, una época en la que Rusia, lejos de ser la entidad estatal omnisciente de su futuro, aún no había limitado sus actuales fronteras. Lejos de los dominios de los estados polaco-lituanos y rusos, en las estepas salvajes de Ucrania escasamente habitadas, grupos nómadas y habituados a la guerra hacían suyo el territorio, vivían en cierta armonía autónoma y aplicaban sus singulares leyes, adoptadas de forma horizontal, al margen de los imperios.

Aquel variopinto grupo de eslavos que tan pronto se ponían al servicio del otomano como del ruso eran los cosacos, gentes célebres por sus dotes guerreras a caballo y, por aquel entonces, aún no plenamente asimilados dentro del gigantesco poder de Moscú.

Mehmed "Hacedme caso, jo", planteó Mehmed IV.

La escena que pintó Repin ilustra un singular momento en la historia de la relación de los cosacos y de los zares rusos: el momento en el que despachan por completo la solicitud del sultán otomano, clásico enemigo de la Rusia moderna, para que cesen en sus constantes raids y pillajes al sultanato. Por aquel entonces, la actual Ucrania era un cruce de fronteras disputada por el poder otomano y ruso, uno que, a la larga, quedaría decantado en favor del poder eslavo y no del musulmán.

Pero esperanzado en poder adueñarse de aquel territorio, el sultán Mehmed IV escribió la siguiente carta a los cosacos que la habitaban:

Como Sultán, hijo de Mahoma; hermano del sol y de la luna; nieto y virrey de Dios, gobernante de los reinos de Macedonia, Babilonia, Jerusalén, Alto y Bajo Egipto, emperador de emperadores, soberano de soberanos, extraordinario caballero, nunca derrotado; firme guardián de la tumba de Jesucristo, delegado del poder divino, esperanza y confortador de los musulmanes, confundidor y gran defensor de los cristianos.... Les ordeno, cosacos zapórogos, a someterse a mí voluntariamente sin resistencia alguna, y cesar de molestarme con vuestros ataques.

Digno, magnífico, epopéyico. Clásico.

"El demonio caga y tu ejército lo traga"

Dado el carácter mitológico de la historia de cualquier nación, uno podría esperar un tono grave, serio, muy histórico, subido de épica y leyenda en la respuesta de los cosacos. Pero la parte divertida de la historia es esa: que la carta es, ante todo, una broma gigantesca, una falta de respeto barriobajera y descarada de los cosacos al sultán, a los que cabe imaginar rodeados de licores y desternillados ante las banales amenazas del sultán al que tanto estaban martirizando.

La leyenda cuenta que su réplica fue así de vulgar, repleta de insultos arcanos que enorgullecerían a los más vetustos ideólogos de la RAE:

¡Cosacos zapórogos al sultán turco! Oh sultán, demonio turco, hermano maldito del demonio, amigo y secretario del mismo Lucifer. ¿Qué clase de caballero del demonio eres que no puedes matar un erizo con tu culo desnudo?. El demonio caga, y tu ejército lo traga. Jamás podrás, hijo de perra, hacer súbditos a hijos de cristianos; no tememos a tu ejército, te combatiremos por tierra y por mar, púdrete. ¡Sollastre babilónico, loco macedónico, cantinero de Jerusalén, follador de cabras de Alejandría, porquero del alto y bajo Egipto, cerdo armenio, ladrón de Podolia, catamita tártaro, verdugo de Kamyanéts, tonto de todo el mundo y el inframundo, idiota ante nuestro Dios, nieto de la serpiente y calambre en nuestros penes. Morro de cerdo, culo de yegua, perro de matadero, rostro del anticristianismo, folla a tu propia madre! ¡Por esto los zapórogos declaran, basura de bajo fondo, que nunca podrás apacentar ni a los cerdos de cristianos. Concluímos, como no sabemos la fecha ni poseemos calendario; la luna está en el cielo, es el año del Señor, el mismo día es aquí que allá, así que bésanos el culo! Firmado: Koshovýi Otamán Iván Sirkó y toda la hueste zapóroga.

Aquel episodio tiene escasos vestigios de verosimilitud histórica, pero pasó a la historia de tal forma en el imaginario popular, y contribuyó a alimentar la leyenda de los cosacos (hoy una etnicidad y fuerza militar reconocida en la Federación Rusa) como un pueblo algo anárquico, bastante embrutecido, salvaje, zafio, orgulloso y temible. También unió los destinos del imperio ruso y de los cosacos zapórogos, que quedarían entonces al servicio de los intereses de los zares.

Illia "Espera, Mehmed, espera, que te respondemos".

Repin escuchó esta historia de la mano del historiador Dmytro Yavornytsky, que a su vez se había hecho con ella de la mano de un etnógrafo de la época a cuyo poder había llegado una supuesta copia de la carta reproducida en el siglo XVIII (el cuadro es de finales del siglo XIX). En fin, como quiera que la historia maravilló a Repin se lanzó a pintar el cuadro, posteriormente comprado por el zar Alejandro III para mayor gloria de San Petersburgo.

Hoy es historia viva de Ucrania (Repin era ucraniano) y de Rusia. Una muy divertida y edulcorada, claro: durante los años posteriores a los hechos detallados en el lienzo, los cosacos, almas independientes bastante reacias a la autoridad superlativa de los zares, se rebelaron en multitud de ocasiones hasta su definitiva domesticación.

Una versión anterior de este artículo fue publicada en mayo de 2017.


Pederastia, bratwurst y jacuzzis: así fue y así es hoy el exilio secreto de los nazis en Latinoamérica

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Pederastia, bratwurst y jacuzzis: así fue y así es hoy el exilio secreto de los nazis en Latinoamérica

Pongamos que te encuentras en una villa chilena, que estás con tus amigos o tu familia disfrutando de unos días de descanso en lo que parece un recinto de turisteo que se hace pasar como un mini-simulacro del Oktoberfest alemán. Pero que, de pronto, tus sospechas se activan al darte cuenta de que ese espacio no es exactamente el resort de tranquilidad que te habían prometido, sino el sombrío paraje donde han tenido lugar hechos durísimos, de crímenes contra la humanidad cuyo rastro va más allá de la villa o del propio Chile.

Tradicion Alemana

Eso es lo que podría haberle pasado a cualquiera de los asistentes a Villa Baviera, antiguamente conocida como Colonia Dignidad (cambió el nombre en 2005 a sugerencia del traficante de armas Gerhard Mertins) y centro neurálgico de uno de los puntos negros de la historia de la Sudamérica que acogió a los nazis después de la Segunda Guerra Mundial. Desde 2012, un programa de actividades y el hotel recientemente acondicionado ofrecen experiencias de disfrute para “cualquier persona” que quiera acercarse a la villa, intentando renovar así la visión que el público tiene de esta antigua comunidad.

Hotel Villa Baviera

Fundada por alemanes movilizados allí a finales de los años 50, entre los hitos históricos de Colonia Dignidad, ahora Villa Baviera, se encuentran el haber germinado una organización sectaria de la que era muy difícil escapar, de tener en su historial denuncias de trabajos forzados tanto para niños como para adultos, de tener un líder (Paul Schäfer) acusado de haber violado a decenas de niños y de haber servido como centro de detención y tortura para la DINA en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet. Por cierto, Emma Watson y Daniel Brühl ya han filmado la película:

De culto de lo más turbio a renovado paraíso vacacional

Desde la propia página web de Villa Baviera no lo ocultan. Saben que la gente tarde o temprano descubrirá el pasado del centro: “vivimos momentos dolorosos que hasta el día de hoy no se pueden olvidar. Como una forma de mirar al futuro, nos abrimos a la comunidad y actualmente cualquier persona es bienvenida para compartir nuestro estilo de vida”.

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Se defienden, erigiéndose así, queriendo o no, como uno de los lugares más retorcidos donde practicar el llamado dark tourism. De una zona poblada por fieles a su culto, coartados y vejados por el dirigente de la colonia Paul Schäfer, ahora a paraje soñado de todo lo que representa la supremacía folclórica de la raza aria.

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Así, entre chilenos y antiguos alemanes que vivieron aquel oscuro pasado y que ahora son adultos, se organiza este punto turístico, en el que se han añadido habitaciones de luxe y jacuzzis pero al que no se le han quitado las alambradas que antaño protegían el campamento de posibles fugas. En estas calles donde ahora se beben jarras de cerveza y se comen bratwurst habría caminado Josef Mengele, y bajo el subsuelo se encontraron en más de una ocasión lo que la policía local de la Región del Maule definió como el “mayor arsenal privado” encontrado jamás en Chile.

Semiautomáticas, lanzacohetes, granadas, material explosivo, elementos químicos, armas camufladas y un tanque. Todo esto estaba en Colonia Dignidad. En 2005.

Restaurante Zippelhaus

Y todo lo que gira entorno a Villa Baviera es sólo uno de los múltiples rastros que el régimen nacional-socialista dejó en Latinoamérica a partir de los años 40, momento por el que se organizarían las ratlines (redes de escape para los nazis, que podrían asentarse con nuevas identidades, dinero y propiedades en diversos países) y les facilitarían bien nuevos puestos de trabajo al lado de regímenes dictatoriales o un retiro laboral indefinido.

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Hemos visto que Schäfer apoyó a Pinochet desde este emplazamiento, pero hay más que un paramédico pederasta en el plantel de infames militares alemanes que se escondieron con posterioridad al otro lado del charco. Según el Centro Wiesenthal, unos 300 criminales de guerra y miles de colaboracionistas del Tercer Reich llegaron a Argentina al concluir la Segunda Guerra Mundial. Según la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en Argentina (Ceana), la lista está más próxima a los 200.

Escribe Philippe Aziz en el libro Los Criminales de Guerra, lo siguiente:

“Argentina constituyó el refugio más inviolable de los nazis. Documentos recientes y serios han establecido de una manera formal que Martin Bormann hizo transferir, por avión, de noviembre de (1944) a marzo de (1945), fondos extremadamente importantes (oro, divisas extranjeras, títulos bursátiles y acciones de sociedades). Los agentes de la CIA llegaron incluso a identificar en (1953), los nombres de los aviadores que realizaron estos vuelos, los bancos y los números de estas cuentas bancarias. Por desgracia, el gobierno de EUA se ha opuesto hasta hoy a la publicidad de estas investigaciones que podrían aportar interesantes revelaciones sobre el famoso tesoro nazi”.

La Latinoamérica nazi soñada por Martin Bormann

Bormann

Y sí, ese fue Bormann, Jefe de la Cancillería y Director del NSDAP desde casi su comienzo, íntimo de Adolf Hitler desde su puesto de Secretario Privado del Führer. Bormann fue uno de los principales defensores de la persecución de las iglesias cristianas y favoreció el mal tratamiento y esclavización de judíos y eslavos en las zonas conquistadas por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de los mayores teóricos del régimen y responsables de los crímenes de lesa humanidad, por mucho que intentase negociar la paz con los británicos en el 41.

Lo más probable es que muriese en las inmediaciones del Führerbunker poco tiempo después del suicidio de Hitler, donde se encontraron unos restos con semejanzas al cuerpo de Bornmann. Pero varios cazadores de nazis le han creído ver en distintos emplazamientos americanos, entre ellos, Argentina, Bolivia y Paraguay, donde, como hemos visto, había enviado fondos. Bormann podría haber sido el primero de los beneficiarios de ODESSA, aquella institución secreta destinada a encontrar refugio a destacados dirigentes nazis.

Estos son algunos de los otros grandes criminales nazis de la historia que, siguiendo lo ideado por Bormann, terminaron en Sudamérica:

Erich Priebke

Priebke

Erich Priebke asesinó, junto a Herbert Kappler, a 335 italianos y 75 judíos en el 44. Pero para él, este fusilamiento no es más que el producto de una guerra en la que se encontraban, una represalia que daría un escarmiento a los partisanos del GAP que en la zona de Roma asesinaron días antes a 31 policías nazis. El responsable de la Masacre de las Fosas Ardentinas marchó a Argentina y vivió en Bariloche, ciudad muy querida por los nacional-socialistas en aquel período y emplazamiento donde adquiriría una notoriedad que llevó incluso a que la gente de la comunidad le defendiese en una campaña pública después de que lo apresaran en 1994.

Klaus Barbie

Barbie

Si le llamaban el carnicero de Lyon, puedes imaginarte de qué iba la cosa. Se le achaca a él sólo la responsabilidad de deportar a campos de concentración a 7.500 judíos, a haber dado la orden de asesinato de 4.400 personas y de haber promovido la detención y tortura de otros 14.000. Por una ratline huyó a Bolivia, donde empezaría viviendo como jefe de una serrería, protegido como estaba por los Estados Unidos (le empleaban por su interés en el ámbito del contraespionaje contra los comunistas) hasta que estableció contacto con otros nazis refugiados y estableció una red de narcotráfico mientras asesoraba a regímenes militares sobre técnicas de tortura y asesinato.

Buena parte de sus crímenes ha habían prescrito para 1987, cuando le extraditaron a Francia tras 12 años en los que el gobierno boliviano, hasta entonces presidido por un régimen dictatorial, no le liberó, pero sus deportaciones le valieron la cadena perpetua.

Alois Brunner

Brunner

También funcionario de la muerte, “mejor hombre” de Eichmann en la preparación de la Solución Final, se le achacan de forma directa la orden de exterminio de aproximadamente 128.000 judíos. Sólo estuvo en Brasil, o eso se sospecha, en los últimos años de su vida, pero del resto de días, lo más significativo tal vez sea su trabajo como asesor del gobierno sirio, donde ayudó al Gobierno de Háfez al-Ásad y anteriores dirigentes a aprender todo lo que los nazis habían desarrollado sobre tácticas de tortura y represión.

Adolf Eichmann

Eichmann

No se ensució las manos, no era más que un burócrata gris, pero fue él quien causó la muerte de millones de personas. El Teniente de las SS que elaboró guiones logísticos de la Solución Final, el representante de lo que Hannah Arendt describió como la banalidad del mal, dijo en su juicio del año 1960 en Jerusalén que él “sólo seguía órdenes”. Murió en la horca, pero antes de eso también se valió de la red de extradición oculta de los nazis para trasladarse a Argentina, donde llevó por más de una década una vida de lo más apacible.

Josef R. Mengele

Mengele

Probablemente, el más célebre de los doctores nazis, no por la cuantía de sus asesinatos, sino por lo sádico de sus actos, desde unir a bebés recién nacidos cosiendo sus venas hasta la extracción de médula ósea de personas con enanismo. El Ángel de la Muerte fue cambiando de domicilios en Argentina a Paraguay y Brasil, huyendo cada vez de una ascendente presión por parte de diversos servicios secretos internacionales por capturarlo, pero pese a los esfuerzos, vivió en sus años de reclusión en Latinoamérica una vida acomodada. Antes de que el Mossad estuviese tras sus pasos llegó incluso a conseguir un pasaporte de Alemania Occidental con su nombre real con el que viajó a Europa, a Suiza, para darse unas vacaciones en la nieve junto a su sobrino y su cuñada.

Gerhard Bohne

No tan conocido como Mengele, pero también igual de despiadado. Dentro de los planes de este doctor estaba la eutanasia forzosa de minusválidos, enfermos mentales y otras víctimas de diferentes taras físicas. Él fue uno de los representantes de esa otra faceta de la limpieza de la raza aria, y 62.000 personas murieron bajo su mandato en cámaras de gas e incineradoras.

Después de trabajar como médico con normalidad en Alemania después de la guerra, el conocimiento por parte del público de sus actos fue aumentando la necesidad de huir, y el gobierno de Perón le ayudó a refugiarse en Argentina. Pero en 1963 le arrestaron y juzgaron en Alemania, donde se le había diagnosticado un cáncer de próstata y una dolencia del corazón que le incapacitó para afrontar el juicio. 20 años después, Alemania no llevaba al exterminio a un débil físico, sino que incluso lo libró de enfrentarse a sus crímenes. No murió hasta 1981.

Villa Baviera, el pasado y la lección aplicable a casi todo el turismo exótico

Turismo

La lista es más larga, y el pasado argentino, boliviano, chileno, brasileño e incluso estadounidense está lleno de otros fatídicos episodios de colaboracionismo con ciertos criminales como los que aquí hemos visto, pero quizás la mejor reflexión sobre todo esto nos la diese el propio Barbie (o mejor dicho, su abogado Jacques Vergès) en su juicio en Lyon por el extermino de miles de personas.

¿Su tesis? Que sus acciones no fueron más terribles que las de cualquier colonialista en cualquier otra parte del mundo, incluyendo a los franceses, quienes nunca fueron perseguidos. La historia la escriben los vencedores, y si siguiésemos el rastro de los hechos inhumanos de los que las gentes de diferentes regiones hemos participado, es probable que no quedasen demasiados rincones libres de un pasado oscuro.

Por otra parte, lo de Villa Baviera es simplemente demasiado.

Una versión anterior de este artículo fue publicada en mayo de 2016.

Los políticos del Procés pueden ser condenados por una denuncia que ellos mismos impulsaron contra el 15M

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Los políticos del Procés pueden ser condenados por una denuncia que ellos mismos impulsaron contra el 15M

Sin querer la Generalitat se ha disparado en el pie. O al menos ha puesto de su parte para que un tercero lo hiciera. A esta conclusión están llegando distintos juristas después de las declaraciones de los fiscales Javier Zaragoza y Fidel Cadena durante el juicio al Procés. 

Cuando el 15M fue un “golpe de estado encubierto” según la Generalitat

La acusación ha citado varias veces una sentencia del Tribunal Supremo de 2015, conocida popularmente como el juicio al asedio al Parlament de 2011, en la que indignados protestaron en frente de la institución catalana contra los recientes recortes y por lo que Artur Mas muy vistosamente accedió a la Cámara en helicóptero al no poder entrar a pie. 

Entre los hechos de mayor gravedad recogidos ese día estaban ciudadanos que se interpusieron con los brazos en cruz, los que corearon consignas, desplegaron pancartas y, en el más grave de todos, pintaron con espray la chaqueta de una parlamentaria.

as Asedio al Parlament, los Mossos actúan contra los manifestantes.

La sentencia inicial de la Audiencia Nacional absolvió a 19 de los 20 acusados, pero tanto el fiscal, como la Generalitat de Cataluña y el propio Parlament consideraron la resolución absolutoria  una "politización extrema", y CiU habló públicamente de “golpe de Estado encubierto”. Recurrieron ante el Supremo, que les dio la razón y condenó a los indignados a tres años de prisión. La sentencia, que levantó jurisprudencia, la firmó Manuel Marchena, el mismo que preside ahora el tribunal que está juzgando a los políticos del 1-O.

Es decir, que uno de los fundamentos jurídicos nucleares con los que se está interpretando de forma gravosa la violencia del Procés fue promovido por políticos relacionados con el intento de independencia. Es por ejemplo el caso de Jordi Turull, diputado de CiU durante los hechos de 2011 y Consejero de la Presidencia de la Generalidad de Cataluña a finales de 2017.

Como nos explica Carlos Sánchez Almeida, del Bufete Almeida, de aquellos polvos estos lodos. En los años posteriores al movimiento indignado se intentaron criminalizar a los actores del 15M por dos vías. La primera, fallida, el Caso Anonymous, donde entre otras cosas se probó que no se trataba de una organización criminal. 

La segunda, exitosa, es la del mencionado Asedio al Parlament. Almeida dice que su sentencia fue “la miguita de pan que dejó Marchena para poder retomarla en casos posteriores”. Como decíamos, la sentencia de la Audiencia Nacional emitida por Ramón Sáez Valcárcel afirmaba que la libertad de expresión, el derecho de reunión y manifestación y considera debían primar sobre los bienes jurídicos que protegen contra el delito contra las instituciones del Estado.

Marchena y la violencia de los cánticos y las miradas maliciosas

Con la sentencia 161/2015 del Supremo, que contradecía a la de la AN, se consideraba al Parlament como institución del Estado y lo que venía a decir es que había que protegerlo como si fuesen las Cortes. Aunque lo más importante era su concepto de lo que constituye violencia, que en la forma en la que lo recoge el Supremo es “aplicable a cualquier caso que se hable de violencia, un enorme problema”. 

sfd En el centro el magistrado Manuel Marchena.

“La sentencia al asedio al Parlament, es absolutamente infumable, vergonzosa”, afirma Almedia, “se debía haber llevado al Tribunal Constitucional y al Europeo de Derechos Humanos porque Marchena no tenía razón en ese caso. Más si se lee el voto particular de Perfecto Andrés Ibáñez, donde se muestran los hechos ocurridos, los brazos cruzados y el cántico de lemas, con lo que se ve su ridícula visión sobre la violencia”. 

Ahora en el Procés, cuando se habla de violencia, se hacen referencia por parte de la Fiscalía a dos coches rotos y a conceptos como “miradas de odio”, aunque también minimizan los efectos sobre la población: según ellos el plan de los catalanes fue hace “un ataque contra el orden constitucional, no contra el orden público y por eso no puede ser una sedición”, sino de rebelión. Ese es el concepto de violencia que se maneja por parte de la acusación.

“Ahora va a haber un debate muy interesante sobre lo que es violencia y lo que no”, dice Almeida, “y espero que sea derrotado Marchena porque las sentencias de Marchena en materia de libertad de expresión son muy peligrosas, como ocurrió con su condena a César Strawberry, creando una jurisprudencia muy negativa en materia de redes sociales, delitos de odio y enaltecimiento del terrorismo”. 

El abogado también nos recuerda que Luciano Varela, magistrado del Tribunal Supremo, corrigió la doctrina de Marchena que condenó a Strawberry y a Cassandra, contraviniendo su concepto de enaltecimiento de terrorismo. También interesa recordar que en España hubo un auto posterior, el de Rodea al Congreso, del magistrado de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, que archivaba un caso muy similar al de los indignados catalanes por considerar que la protesta y el derecho a manifestación ha de prevalecer sobre las instituciones del Estado.

Por todo esto, el abogado espera que el Tribunal Supremo “le enmiende la plana a Marchena. Es algo que se puede hacer y de hecho ya hizo Varela anteriormente”.

De solidaridad y golpes de Estado

Abogado Oriol Junqueras Andreu Van den Eynde, abogado de Oriol Junqueras.

"Me reafirmo en lo que ya he dicho alguna vez, el caso de la sentencia al asedio al Parlament no se puede definir de otra manera que de justicia poética", afirma Almeida, que se define como constitucionalista. 

Sería interesante, señala, buscar los editoriales de aquellos medios regionales que posteriormente han justificado el Procés y que primero alentaron al Govern de la Generalitat y al Parlament de Cataluña a presentar un recurso contra los indignados, considerando que las instituciones de Cataluña debían estar por encima de los derechos sociales que se reivindicaban, "pero, a pesar de eso, pido la absolución para esta gente, aunque sus medios de comunicación y ellos mismos no lo merezcan".

"Lo que hicieron debería pasarles factura política por lo que hicieron, por cómo dividieron a la sociedad. Aunque penalmente el caso nunca debía haber llegado al Supremo. Ocurrido esto, una vez se produce el juicio, hay que sostener que el delito de rebelión consumada nunca se ha llegado a producir, básicamente por la ausencia de una violencia de entidad suficiente para integrar el delito de rebelión, frente a lo que dicte la doctrina Marchena. Además, la sentencia que se invoca por las acusaciones para justificar la condena es inhábil por dos motivos, porque se refiere a un tipo penal distinto y porque la interpretación de lo que han constituido actos de violencia no podría ser más funesta y antidemocrática".

Todas las diferencias entre realidad y ficción en 'Chernobyl' según el podcast oficial de la serie

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Todas las diferencias entre realidad y ficción en 'Chernobyl' según el podcast oficial de la serie

Gracias a su pulso y sentido histórico Chernóbyl ha sido un éxito audiovisual. Precisamente por eso muchos han salido al paso a hacer notar las inconsistencias o falsedades de esta ficción con respecto a los hechos ocurridos aquel fatídico 26 de octubre de 1986 y en sus meses posteriores.

Pero HBO se adelantó a estas críticas y nos ha proporcionado, junto con la emisión de sus episodios, unos podcasts contextualizantes con Peter Sagal y Craig Mazin, siendo este último el creador y guionista de la serie.

Programa a programa se le va descubriendo al espectador qué motivó a Mazin a contar este trágico episodio, qué fuentes ha consultado y qué elementos ha incluido en la serie. Gracias a esta herramienta podemos comprobar de primera mano qué grado de veracidad hay en la serie y en qué momentos se ha optado por licencias narrativas.

Legásov, un suicidio sin modo conocido

Comenzamos la serie con la escena de un hombre compungido, derrotado y visiblemente enfermo grabando su testimonio en unas cintas. Como si de un thriller se tratara, le seguimos por las calles oscuras hasta el lugar donde deposita ese conjunto de cintas para un posible receptor. Minutos más tarde el hombre se suicida.

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Este hecho con el que abrimos boca en Chernobyl es exacto. Valeri Legásov, interpretado por Jared Harris, es un miembro de la dirección de la Academia Soviética de Ciencias y el director adjunto del Instituto Kurchatov, centro de la investigación nuclear soviética. Fue también un pilar del bloque destinado a solucionar el incidente de Chernobyl.

Tras todo lo acontecido en los días sucesivos al desastre nuclear y que veremos en episodios sucesivos, se suicida justo dos años después del incidente. Si bien es cierto que para añadir dramatismo y un arranque diferente y sorprendente, el creador optó por especificar el momento de esa defunción, aunque realmente no se conozca de manera exacta.

Uno de los puntos que sustenta la narrativa de la ficción es el supuesto legado de esas cintas autobiográficas del mismo Legásov. Esas cintas existieron en el mundo real.

24 primeras horas muy fieles

El guionista nos cuenta que no sólo se ha servido de libros como 'Voces de Chernobyl' de la periodista Svetlana Aleksiévich , si no también de diversos documentales y fuentes orales y escritas.

Tal es el detalle que la conversación que vemos en la sala de control del reactor momentos antes y después del trágico suceso es verídica. En los diálogos constatamos la negación del accidente que impera en el discurso de Dyatlov (interpretado por Paul Ritter), ingeniero jefe adjunto en la central nuclear, y las numerosas llamadas que se producen esa noche.

Chernobyl Dyatlov

En la producción de HBO vemos cómo durante el transcurso de esa intensa madrugada se celebra una reunión para evaluar los daños. La conclusión final de la misma fue cortar las líneas telefónicas y no dejar entrar ni salir a nadie dentro de los límites de la ciudad , descartando la posibilidad de evacuación . Esto que ocurre en pantalla , tal como nos cuenta Craig Mazin en el podcast, por surrealista que parezca es un calco de lo sucedido en la realidad.

Mucho se ha hablado del papel heroico de los bomberos en esta catástrofe. En la serie podemos ver esa narración punto por punto a través de los ojos de uno de los bomberos , Vasily Ignatenko (Adam Nagaitis) y de su esposa Lyudmilla Vasily (Jessie Buckley). Al ser informados del incidente los bomberos acudieron al lugar de los hechos totalmente desprotegidos.

Mazin nos cuenta que los testimonios de la época indican que algunos de ellos ni siquiera llevaban chaqueta o casco protector. Ellos acudieron con la idea de sofocar un incendio en el tejado, y no se les informó de la peligrosa radiactividad del granito que alguno de ellos acabó tocando. Y por supuesto, no se les indicó que posiblemente estarían al lado del núcleo del reactor.

Chernobyl Bombero

La mayoría de esos bomberos fallecieron en las siguientes semanas de una manera horrible, y al ser trasladados al hospital de Moscú su ropa fue depositada en el sótano. Tal es su radiactividada día de hoy que todavía no se pueden tocar esas prendas, detalle que no han querido dejar en el aire en la mini serie y que podemos ver como apunte final.

Otra de las tragedias reales que podemos visionar en Chernobyl es cómo esa misma noche la mayor parte de la población de Pripyat, la ciudad construida al lado de la central nuclear, acude a un puente a un kilómetro de distancia del incidente para ver de cerca el incendio. Lo que más tarde se nos relata es que, como era de esperar, toda esa población falleció por la inhalación de ese aire contaminado.

También llama la atención cómo se narra el día siguiente en la ciudad. Una vez más la realidad impera en la producción y vemos lo que sucedió. La población hace vida normal, con chicos jugando en el parque y gente acudiendo a su trabajo, víctimas de la desinformación. Hasta días después, y sólo por el descubrimiento de grandes niveles de radiación por parte de otras centrales nucleares de otros países cercanos, no se produjo la evacuación ni la correcta información de la peligrosidad que estaban sufriendo los habitantes.

Equipos de rescate tan heróicos como en la serie

Hay más hechos heroicos que trascendieron a raíz del incidente de Chernobyl. Además de la valentía de los bomberos, retratado con muy pocas licencias narrativas, es de vital relevancia el momento en que se decide la intervención de tres personas que hayan trabajado en ese reactor. Todo ello para poder drenar agua y evitar una explosión térmica que implicaría también a los otros tres reactores y que habría destruido la mitad de Europa. Esos tres voluntarios que se introdujeron en ese radioactivo sótano acuoso existieron de verdad, y contra todo pronóstico dos de ellos siguen vivos.

Chernobyl Mineros

Pero la calidad humana y la capacidad de sacrificio no cesa en la realidad y por lo tanto tampoco en la ficción. Otra de las historias más conmovedoras es la del grupo de mineros que interviene en el subsuelo de la central para evitar que se vean afectadas las aguas subterráneas y con ello salvar millones de vidas sacrificando las suyas. Tal y como relata Chernobyl, muchos de ellos se expusieron por completo a la radiación trabajando incluso sin ropa debido a las elevadas temperaturas que tenían que soportar.

Durante el transcurso de los episodios se detalla con veracidad el coste de vidas humanas y de la destrucción de la naturaleza desde diferentes focos. Por eso otro de los más representativos es la figura de los liquidadores.

Montones de hombres fueron destinados a diferentes brigadas, y una de ellas se dedicó a limpiar el tejado del reactor cuatro barriendo el grafito en estrictos turnos de 90 segundos, y por lo tanto expuestos a niveles altísimos de radiación. El número de hombres no dejaba de incrementar, ya que, además de esta brigada, existían otras destinadas a matar a los animales que sobrevivían en la zona y a reactivar la tierra afectada por la radiación.

Todo ello lo podemos ver en el cuarto episodio de la serie que se mueve entre lo trágico y estéticamente sutil, no por nada titulado “The Happiness Of All Mankind” (“La felicidad de toda la humanidad”), para aportar aún más crudeza entre las imágenes y ese eslogan que adornaba la ciudad.

Legásov y sus pizarras nunca estuvieron allí

Chernobyl Juicio

El juicio a Victor Bryukhanov, Anatoly Dyatlov y Nikolai Fomin que podemos ver en el episodio cinco ocurrió en realidad y también es cierto que se realizó en Chernobyl para demostrar en falso a la población que ya no existía peligro. Es en este episodio donde el creador se ha tomado más licencias. Lo que sí se ha querido dejar claro es que una de las razones verídicas a sumar en las causas del incidente en la central es el énfasis por realizar la prueba nuclear del reactor cuatro que los burócratas tenían prevista, ya que con ello todos los mencionados anteriormente conseguirían un ascenso.

Más que elementos de ficción, lo que podemos encontrar (y así lo llama también Craig Mazin en los podcast) son en mayor o menor medida, licencias narrativas. Una de ellas, y que beneficia a la ficción según la entiende su creador, es la decisión de no entrar en el terreno familiar de Legásov y no mostrar a su mujer ni hijos para evitar escenas innecesarias que aportarían poco a la narración.

Chernobyl Cientifica

La asamblea que nombrábamos anteriormente, donde se decidía cortar las comunicaciones externas y poner en cuarentena a la ciudad de Pripyat, no se representa fielmente en la ficción. Vemos cómo existen dos personajes con ideas diferentes, caracterizados en un hombre mayor y un hombre joven, un truco narrativo que sirve para poner de manifiesto las dos opiniones que regían en ese momento. Por un lado eliminar el alarmismo, ya que para un determinado sector las malas noticias creaban alarmismo y no servían de nada. Por el otro la vertiente que veía las cosas tal y como sucedían y quería avisar a la población del riesgo que sufría.

La física nuclear Ulana Khomyuk, interpretada por Emily Watson y que es uno de los personajes principales de la serie, en realidad nunca existió, pero sirve como representación de los cientos de científicos, entre ellos un gran número de mujeres que trabajaban junto con Legàsov en Chernobyl. La elección de una mujer como representante en esta materia es de lo más acertada, ya que en la Unión Soviética el numero de mujeres pertenecientes al sector científico o médico era muy elevado.

La investigación que lleva su personaje en la biblioteca para descubrir por qué estalló el reactor, es, por lo tanto, ficción. Pero sirve para involucrar al público en el secretismo y falseamiento que rodeaba a este caso.

Donde sin duda se han tomado más licencias narrativas es en el quinto episodio, al relatar el juicio. El escenario está recreado a la perfección, pero cabe destacar que ni Legàsov ni el político Boris Shcherbina (Stellan Skarsgård) estuvieron presencialmente, por lo tanto no llevaron a cabo esas exposiciones que vemos en la serie hablando del caso. El juicio se centró más en el interrogatorio y en la parte de la defensa. Además en la serie de HBO parece que haya durado un día cuando en realidad duró semanas y fue más tedioso que en pantalla.

Chernobyl Legasov

El momento clave se desata gracias a ese presunto jurado científico que analizaba el testimonio de Legàsov. Como punto de tensión narrativa para llevar a un desenlace funciona a la perfección, pero, de nuevo, es un invento.

El jurado científico también es una representación de las dos corrientes que existían dentro de la propia comunidad científica. Una de ellas era partícipe del silencio de la Unión Soviética y de sus errores concernientes a la realización de determinadas centrales nucleares, y el otro grupo quería poner de manifiesto esta situación para que no se volviera a producir un desastre de tal magnitud.

Todo este compendio de fallos humanos y secretismo gubernamental que desembocó en la catástrofe de Chernobyl** y que se manifestaba en muchos otros campos ayudaría a dinamitar la Unión Soviética** en 1991.

A veces la ficción sacrifica la realidad de una historia para favorecer la exposición y para ayudar a sus creadores a exponer sus ideas de fondo, en este caso, el coste humano de las mentiras. Por eso no todo el episodio histórico de Chernóbil acaba con el juicio final que vemos en la serie, y meses después del accidente la central se cubrió con un sarcófago que pretendía durar una eternidad, o así lo comunicaron, pero la realidad es que a los pocos años se avistaron las primeras grietas en su construcción.

Siempre hay múltiples versiones de un acontecimiento, pero lo que Chernobyl logra es no focalizar en un solo punto la causa del desastre, si no que equilibra de una manera correcta la atribución de la misma. Poniendo al mismo nivel el fallo humano, el secretismo en torno a los posibles errores en la fabricación y las innumerables mentiras que llevaron a ese incalculable número de víctimas.

Si te ha fascinado la historia y quieres conocer el detalle al completo de determinadas escenas y su rodaje o testimonios de los propios actores te recomendamos que escuches detenidamente estos podcasts que nos proporciona HBO.

Las grandiosas rutas comerciales de la Edad Media, ilustradas en este detalladísimo mapa

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Las grandiosas rutas comerciales de la Edad Media, ilustradas en este detalladísimo mapa

El cliché es poco benevolente con la Edad Media: la memoria popular dicta que la humanidad, durante sus largos siglos, se sumergió en un periodo de oscurantismo, desconocimiento y atraso. Nada más lejos de la realidad. Hoy sabemos que el medievo disfrutó de numerosos avances técnicos y científicos, que las artes se contaron entre las más refinadas de siempre y que las condiciones de vida eran menos terroríficas de lo que las revisitaciones posteriores han tendido a ilustrar.

El contrarrelato es especialmente cierto si abrimos el foco de nuestro análisis y pensamos en la historia de la humanidad, en su conjunto, y no sólo en la europea. Si bien es cierto que los siglos posteriores a la caída del Imperio Romano representaron un impás económico y social a diversos niveles, durante tan prolongado periodo de tiempo otras civilizaciones alcanzaron cotas de progreso y desarrollo muy singulares (aunque a menudo olvidadas por el público y por la academia).

Prueba de ello son las múltiples y muy amplias rutas comerciales que se extendieron entre Europa y Asia durante la Edad Media. El intercambio cultural, a través de rutas casi legendarias como la de la seda, fue constante (si bien lento, dadas las limitadas infraestructuras de la época) y sirvió a ambos extremos del continente euroasiático. Al otro extremo de Europa florecían los imperios turcomanos y musulmanes, India prolongaba su otra Edad Dorada y China asentaba su preeminencia cultural.

De ahí que los navegantes y comerciantes europeos elucubraran mil y un modos de llegar a las islas del Índico o a los ricos humedales bañados por el Océano Pacífico. En el camino se topaban con riquezas jamás vistas en su continente, maravillas naturales y productos de lujo con los que enriquecerse a su vuelta a Europa. Oriente Medio, en pleno surgimiento de los califatos omeyas y abasíes, ejerció de nodo natural entre los tres océanos; y el norte de África se mantuvo en permanente contacto con la cuenca mediterránea europea.

Tamaño vivero comercial ha sido plasmado ahora por Martin Jan Månsson en un fantástico mapa. Empleando diversas fuentes históricas y coloreando sutilmente los accidentes geográficos que tanto marcaban la geopolítica del pasado (como las montañas o los desiertos), el mapa de Månsson explora y disecciona las distintas rutas empleadas por los comerciantes africanos, europeos y asiáticos, y dibuja el lienzo económico global de la Alta Edad Media.

El mapa se ubica en los siglos XI y XII, entre el fin de las rutas comerciales (y, ejem, de pillaje) establecidas por los vikingos a ambos lado del Atlántico y el aún lejano surgimiento (en Europa) de la Liga Hanseática, los exploradores marítimos portugueses y las constelaciones de ciudades feriantes de Flandes, Italia y Castilla. En plena transición y en un tiempo de progresivo desarrollo técnico y económico en Europa, las rutas comerciales cobraron una relevancia inusitada, favoreciendo el surgimiento de pequeñas potencias financieras y de ciudades feriales de gran proyección.

Grande

Se puede explorar en altísimo detalle aquí.

Aquel ecosistema que estallaría en un jardín comercial algunos siglos posteriores precedería, también, a la etapa de los exploradores, cuando las rutas comerciales entre Oriente y Occidente por tierra alcanzaban su particular apogeo. Es bien conocida la relación entre China y la cultura musulmana y sus múltiples redes de intercambio, así como los pioneros viajeros desde el viejo continente hasta la milenaria civilización oriental (el más célebre, obviamente, Marco Polo).

De forma crucial, Månsson ha situado al mapa antes del surgimiento del Imperio Mongol y de su virtual destrucción del ecosistema político desde Pekín hasta prácticamente Viena. Un tiempo previo a la inestabilidad y a la inseguridad natural a la expansión imperial de un ejército apabullante, capaz de construir de la noche a la mañana el dominio territorial más grande que haya visto el ser humano.

También se incluyen las incipientes redes comerciales trans-saharianas (preludios del apogeo de los primeros imperios africanos, como el maliense), las notables conexiones internas indias, las rutas habituales europeas, la constelación de puertos en las islas del Índico y del Mar de la China Meridional y el inusual (especialmente si lo comparamos con su estado actual) protagonismo económico de las tierras entre Oriente Medio y Asia Oriental (el patio trasero de los imperios persas).

Una delicia para todo amante de los mapas. Como nos indica el propio Månsson, el mapa se irá actualizando para hacerlo más y más detallado. Espera publicar una nueva versión en septiembre, y es posible solicitarle una versión en alta resolución por correo.

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Una versión anterior de este artículo fue publicada en junio de 2018.

Abderramán III, el califa cordobés, pelirrojo y de sangre vascona al que Vox ha retirado una estatua

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Abderramán III, el califa cordobés, pelirrojo y de sangre vascona al que Vox ha retirado una estatua

El ensalzamiento de la historia de España tiene un rol fundamental en la narrativa de Vox. Su programa electoral planteaba una visión desacomplejada del pasado hispánico, esbozando un "plan integral" para el "conocimiento, difusión y protección de la identidad nacional y de la aportación de España a la civilización", con especial hincapié en las "gestas y hazañas" de "nuestros héroes nacionales". ¿Cómo se sintetizaría en caso de alcanzar el poder?

Cadrete ha ofrecido el primer ejemplo.

Coalición. Hace un mes, la localidad zaragozana entregó las llaves del ayuntamiento a la coalición conservadora. El PP se adjudicaría la alcaldía, pero tanto Vox (con dos carteras) como Ciudadanos (con una) participarían en el gobierno de coalición. La primera medida del ejecutivo, constituido el pasado fin de semana, fue muy sencilla: retirar un busto de bronce dedicado a Abderramán III, califa de Córdoba entre el 921 y el 961.

¿Por qué? La orden surge de la cartera de Urbanismo, controlada por Jesús García Royo, concejal de Vox. El año pasado, la formación impulsó una campaña a pie de calle para retirar la estatua. Recopiló numerosas firmas entre los vecinos de Cadrete e incluyó la medida en su programa electoral. Sus razones: "No es representativa de la sociedad actual ni del pueblo, y no hay motivo para que en la plaza principal haya símbolos que no representan al pueblo".

Su destino. La estatua fue instalada por el gobierno saliente en 2016, en el contexto de unas jornadas de recreación histórica. Abderramán III es una figura clave en la historia de la villa. Sus orígenes se remontan al castillo levantado en 935 con objeto de asediar la ciudad de Zaragoza, por aquel entonces controlada por la familia Banu Tuyib y en abierta rebeldía contra el califato. Abderramán ordenaría construir la fortaleza y comandaría la expedición, acampando en Cadrete.

Significativo. La medida encaja bien en la retórica triunfalista y apologética que el partido proyecta sobre la historia de España. Y también divisiva. Abderramán III tiene tanto de patrimonio hispánico como sus pares cristianos. Nacido en Córdoba, hijo de una concubina cristiana, nieto de Onneca Fortúnez y bisnieto de Fortún Garcés, caudillo de Pamplona, por su sangre corría más herencia vascona que árabe.

De hecho, las crónicas de la época le relatan como un hombre apuesto, alto, de tez clara, melena pelirroja y ojos azules.

Historia. Nada fuera de lo común. Los orígenes cristianos e ibéricos de Abderramán III son comunes a muchos otros califas o líderes musulmanes. Como se explica aquí, eran numerosos los monarcas islámicos que contraían matrimonio con mujeres del norte y cristianas. Personajes como Alhakén II (pelirrojo, hijo de Abderramán) o Subh Umm Walad trazarían sus orígenes a Navarra, y tendrían una influencia determinante en la corte de Medina Azahara.

Las relaciones familiares y políticas de Al-Andalus y los reinos cristianos eran más complejas y poliédricas de lo que España se suele contar a sí misma. Las alianzas entre familias como los Banu Tuyib o los Banu Qasi con monarcas cristianos eran comunes, así como los orígenes nativos e ibéricos de hombres tan importantes como Almanzor (con busto en Calatañazor).

Nacionalismo. La decisión de Vox se adscribe así a una visión binaria y nacionalista de la Reconquista, en línea con su admiración por las gestas militares del Imperio o por figuras como el Duque de Alba (cuyos europarlamentarios prometen llevar en la solapa si los políticos del N-VA flamenco hacen lo propio con el lazo amarillo independentista). Sus propios líderes se valen de la palabra "Reconquista" para definir su acceso a las instituciones.

El busto de Abderramán III en Cadrete sólo es su primer triunfo político.

"No me gustaría que mi hijo fuera homosexual": así veían los españoles al colectivo LGTB en 1990

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España ha recorrido un largo camino desde el ocaso de la dictadura franquista hasta la actualidad. No sólo se trata de la honda transformación política que experimentó el país durante las décadas de los setenta y ochenta, sino también de la evolución ideológica y cultural de los españoles. Nada lo ilustra con tanta nitidez como su relación con el colectivo LGTB: de indeseable rincón de la sociedad a identidad celebrada, aceptada y protegida como en pocos lugares de Europa.

Viaje. Con motivo del Orgullo, RTVE ha recuperado una pequeña pieza de Hablemos de Sexo, el programa dirigido por Chicho Ibáñez Serrador donde la televisión pública exploraba la relación de los españoles con el sexo. En el reportaje, diversos reporteros salen a la calle y preguntan a ciudadanos anónimos qué opinan sobre los homosexuales. Es 1990, y la mayor parte de las respuestas serían hoy difícilmente aceptables en un foro público.

Dentro vídeo.

Rechazo. La presumible pregunta ("¿qué le parecería que su hijo fuera homosexual?") punzaba en una de las obsesiones de la España eterna: la vergüenza del hijo descarriado. "No me gustaría que fuera homosexual", responde un hombre. "Probablemente le pondría en tratamiento", afirma otro. "Lo normal en las personas es tener una relación sexual normal, una pareja de sexo contrario", explica un tercero. "Lo comprendería, pero no lo admitiría", opina otro más.

La tónica es común. Tan sólo dos entrevistados (un hombre y una mujer) lo aceptarían sin reparos. Todos los demás muestran su desafección con una muletilla: "Pero".

Condicionante. Para la mayoría era un mal inevitable: "Me parecería fatal, pero si es su vida yo no puedo meterme", comenta una mujer. "Teniendo en cuenta cómo está montada la sociedad hoy en día sería un trauma para él vivir en un sistema así, pero yo trataría de ayudarle", añade otro. "Sería una pena muy grande, pero es muy corriente", sugiere otra. "Tal y como está la sociedad me gustaría más que no lo fuera, pero sí lo es, ¿qué le vamos a hacer?", sentencia una última.

España respiraba homofobia al tiempo que resignación. Un "así son las cosas, qué se le va a hacer" que, quizá, anticipaba el giro posterior.

Cifras. Un cambio rápido y en cierto sentido inesperado. Quince años después el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobaba la Ley de Matrimonio Igualitario. Fue la tercera en el mundo, tras la de Países Bajos y Bélgica. Muy contestada por la Iglesia Católica y los grupos conservadores (manifestaciones incluidas), su aprobación enterró el debate. Nadie se ha planteado revocarla hoy. Y partidos en su día opuestos, como el PP, celebran hoy igualmente el Orgullo.

Es un reflejo de la transición social de España. Pew coloca al país a la cima de la tolerancia LGTB (un 88% de aceptación, por encima de todos los de su entorno); y tan sólo un 7% se opone "fuertemente" al matrimonio homosexual; las reivindicaciones del colectivo tienen un peso esencial los programas de varios partidos; y si en 1978 el 50% de los españoles juzgaba "condenables" las relaciones LGTB, en 2013 el 82% las aceptaba de pleno.

Dinámica. El vídeo sirve como testamento de una profunda transformación social, y las cifras lo respaldan. Lo que no significa que el trayecto hacia el entierro de la discriminación se haya completado. El colectivo LGTB sigue sufriendo más agresiones y delitos de odio que la media. El último, ayer mismo, en un McDonalds. Un hombre atacado en público por vestir de forma "femenina".

"Te voy a hacer heterosexual a hostias". Puede que España sea hoy un país donde las identidades LGTB estén más aceptadas que en otros países, y es motivo a celebrar. Pero la homofobia no se ha extinguido

El misterioso mapa de Vinland, la primera cartografía de América hecha por los vikingos

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El misterioso mapa de Vinland, la primera cartografía de América hecha por los vikingos

Es ampliamente conocido que Cristóbal Colón no fue el primer hombre occidental en pisar territorio americano. Quinientos años antes de que su expedición hollara con éxito La Española, un grupo de exploradores nórdicos, impulsados por sus triunfos en Islandia y Groenlandia, alcanzaría las costas orientales de lo que hoy es Canadá y parte de Estados Unidos. Allí, en las islas de Labrador y Terranova, fundarían la primera colonia de un territorio al que juzgaban inédito.

Vinland.

O la tierra de vino, bautizada así por lo frondoso de sus viñedos en contraposición al yermo territorio escandinavo. Durante un breve periodo de tiempo, aquellos vikingos colonizarían y habitarían un minúsculo rincón del Nuevo Mundo, antes de que las calamidades climáticas y el aislamiento provocaran su defunción. Durante décadas, la comunidad científica teorizaría sobre los viajes nórdicos hacia América del Norte, sin encontrar jamás pruebas concluyentes.

No sería hasta 1960 cuando un grupo de arqueólogos descubriría los restos de la, hasta la fecha, única colonia vikinga hallada en territorio americano: L'Anse aux Meadows. Aquel conjunto de hogares, escamoteados frente a la virulenta costa atlántica, serviría de prueba definitiva para las teorías largamente asentadas dentro de los círculos académicos, y despojaría a Colón, una figura ya en disputa entre la sociedad americana, de su pionero título. Los vikingos lo habían hecho antes.

Ahora bien, antes de L'Anse aux Meadows tan sólo se trataba de una hipótesis, acaso más robusta que el sinfín de mitos y leyendas que pueblan la historia de las exploraciones pre-colombinas, pero de una idea al fin y al cabo. De ahí que a finales de los años cincuenta un misterioso mapa cautivara a un reducido grupo de arqueólogos, coleccionistas e investigadores, hasta el punto de convertirse en un documento histórico de primera magnitud.

El mapa de Vinland.

Unos orígenes inquietantes

Pocas cartografías en la historia de la humanidad ha tenido un carácter tan controvertido como la de Vinland. La comunidad académica ha dedicado infinitos debates, libros, investigaciones, simposios, charlas y experimentos científicos al pergamino, en aras de identificar cualquier pista que permita dirimir su autenticidad. Aún hoy, siete décadas después de su descubrimiento público, el mapa de Vinland está acompañado de una virulenta controversia.

¿Por qué? En gran medida por sus inciertos orígenes. Los primeros registros del mapa datan de finales de la década de los cincuenta, cuando un coleccionista y marchante británico, Iriving Davis, se lo ofrece al departamento de arqueología del Museo Británico. Davis había accedido al documento a través de un misterioso comerciante de antigüedades italiano, Enzo Ferrajoli de Ry, quien protegería con celo los orígenes de su adquisición. En 1957, George Painter y Raleigh Ashlin Skelton, dos eminencias, analizan el mapa con celo.

Vinland Map

Años después, tanto Skelton como Painter confesarían su admiración por el documento, y un profundo convencimiento por su autenticidad. Sin embargo, optaron por no adquirirlo. Skelton era consciente de las consecuencias incendiarias que semejante revelación tendría entre la comunidad científica. ¿Un mapa del siglo XV, previo a Colón, que describe con alta precisión la isla de Groenlandia y los territorios de Terranova y Labrador? Se trataba, en 1957, antes de L'Anse aux Meadows, de un mapa revolucionario. Pero arriesgado.

Motivos para la sospecha no faltaban. Por un lado, era incierto hasta qué punto Ferrajoli había accedido al documento de forma legal. Por otro, ¿cómo podía semejante revelación haber pasado desapercibida durante más de quinientos años? El mapa parecía haber surgido de la nada. No existían referencias académicas, no aparecía mencionado por ninguno de los cartógrafos de la época, no era trazable a ningún otro documento histórico. ¿Podía el Museo Británico arriesgar su reputación a un pergamino tan explosivo? No, se respondieron ambos.

El mapa regresó a las manos de Davis, quien a su vez lo entregó de vuelta a Ferrajoli. El italiano sólo tardaría unos pocos meses en venderlo, como explica Simon Garfield en On the Map. Sería Laurence C. Witten II, un experimentado coleccionista estadounidense, su adquisidor. Witten llegaría a él tras hallarlo en la tienda de un marchante suizo, Nicholas Rauch, al que Ferrajoli ofrecería el mapa. Desde un primer momento, el coleccionista americano quedaría fascinado, y decidió adquirirlo por $3.500, una suma considerable.

¿Qué impulsó su compra? Witten presumía de instinto, y no consideraba que el documento fuera una falsificación. Había demasiados elementos genuinos en él como para que alguien los hubiera clavado a la perfección. Se requería de un tipo de pergamino muy especial, de una clase de tinta manufacturada con materiales medievales, y de un conocimiento muy preciso de las cartografías del siglo XV y de las caligrafías de la época. Pocas personas podían atesorar tantos conocimientos al mismo tiempo.

Además, ¿por qué nadie se molestaría en hacerlo? El dinero no era una respuesta, dado que nadie en el negociado conocía de su existencia. El mapa debía ser auténtico. Con todo lo que ello implicaba. Pese a todo, Witten no era un experto, y un elemento por encima de todos despertaba sus sospechas: pequeños agujeros de gusano en el lateral del documento, no coincidentes, además, con el volumen medieval del que venía acompañado, La Relación Tartar.

Se trataba de una réplica manuscrita de Ystoria Mongolarum, una serie de crónicas recopiladas por Giovanni da Pian del Carpine durante sus viajes al Imperio Mongol, durante el siglo XIII. La Relación Tartar, elaborada dos siglos después, también contaba con agujeros de gusano en sus márgenes, pero no coincidían con los del mapa de Vinland. Era algo extraño. Si ambos documentos se habían fabricado en un solo tomo, los agujeros debían coincidir.

Witten encontraría la pieza que completaba el puzzle en una anotación al margen incluida en el dorso de la cartografía: "Delineación de la primera, la segunda y la tercera parte del Speculum". ¿Qué significaba aquello? Lo descubriría a finales de 1958, cuando Tom Marston, buen amigo suyo y experto en documentos medievales en la Universidad de Yale, le llamó contándole el descubrimiento de un manuscrito inédito: dos copias de los tomos 21-24 del Speculum Historiae, una historia global elaborada por Vincent de Beuvais.

Cabe imaginar la excitación que tal noticia generó en Witten. Marston le cedería el Speculum Historiae para su análisis, y el coleccionista comenzaría a atar cabos: todas las réplicas habían sido elaboradas en el siglo XV; el tamaño de los pergaminos era idéntico; y todos contaban con la misma marca de agua. Witten descubrió, además, que los agujeros del Speculum coincidían en sus primeras páginas con los del mapa; y en sus últimas con los de La Relación Tartar.

Japon La silueta de Japón, muy discutida.

Sus reflexiones era inequívocas. La cartografía, el Speculum y la Relación formaban parte de un mismo tomo, y dadas las coincidencias y la certera autenticidad del Speculum, jamás en duda, sólo cabía una conclusión: el mapa de Vinland era un artefacto original.

Marston compartía su opinión, y convencería a la Universidad de Yale para que adquiriera la cartografía por $300.000 (a través de un alumnus de la institución, Paul Mellon). Durante el siguiente lustro, un grupo de académicos, especialistas e investigadores de la institución analizarían todos los recovecos del mapa. Tanto Painter como Skelton dedicarían incontables horas a su estudio. Marston y otros miembros de Yale harían lo propio. El proceso fue lento y minucioso, pero también extremadamente secreto, lo que limitaría las aportaciones de expertos externos.

Y así, tras un larguísimo y revirado camino, el mapa de Vinland se daría a conocer a la opinión pública en octubre de 1965 (un día antes del Día de Cristóbal Colón, para mayor escarnio de la comunidad italo-americana), junto a un exhaustivo análisis de 300 páginas.

Una controversia infinita

La reacción de la comunidad científica internacional fue inmediata. En los meses posteriores a la publicación de los hallazgos se sucedieron las opiniones, unas favorables, otras, muchísimas de ellas, radicalmente opuestas. La conversación derivó rápidamente en un simposio organizado por la Institución Smithsonian para aclarar los aspectos más espectrales y disputados del mapa. La polémica fue tan ardua que sus resultados sólo se publicarían otros cinco años después.

¿Qué problemas tenía el mapa? Por un lado, su descripción del mundo conocido. Witten siempre defendió que la proyección se basaba en la elaborada por el cartógrafo italiano Andrea Bianco durante la década de los años treinta del siglo XV. Sin embargo, el mapa de Vinland difiere en algunos aspectos sustanciales: por un lado, África aparece esbozada a la mitad, cosa que no sucede en el mapa de Bianco; por otro, Japón se muestra con muchísimo más detalle que en otras cartografías contemporáneas; y por último, Groenlandia.

Groenlandia Gronelandia, la cuestión más controvertida del dibujo del mapa.

La cuestión de Groenlandia fue uno de los principales argumentos en contra de su autenticidad. Su dibujo coincide casi a la perfección con la forma de la isla, pese a las aún precarias expediciones elaboradas por los navegantes europeos. Los cartógrafos de la época resolvían lo ignoto de su costa norte adheriéndola a la península escandinava, de la que, de forma habitual, se desgajaba en forma de protuberancia hacia el Atlántico.

En el mapa de Vinland, en contraste, Groenlandia es una isla, claramente separada de cualquier conexión continental con Europa y en similar posición a la que podríamos encontrar en cualquier mapa moderno. Era un hallazgo sospechoso, disonante con los trabajos de Claudius Clavus o de Cantino, más aún cuando la propia Escandinava se mostraba deforme, muy inexacta, plegada en horizontal sobre Europa.

Había más motivos de sospecha. Las inscripciones jugaron un rol fundamental en el argumentario de los escépticos. Por ejemplo, el nombre de Leif Ericson, el legendario navegante nórdico responsable de gran parte de los hallazgos vikingos en el Nuevo Mundo, se citaba en su forma latina ("Erissonius"), práctica poco habitual entre los escribas escandinavos (y más afín a los cartógrafos de tradición latina). El empleo de la ligatura æ, adscrita a una rara y minoritaria corriente de escritura humanística italiana, también elevó dudas.

Witten y el resto de expertos favorables a la veracidad del documento tuvieron problemas convenciendo a los más críticos. ¿Cómo era posible que hubieran pasado por alto cuestiones tan cruciales como las disonancias geográficas o las excepcionales inscripciones? Gran parte de la culpa la tenía el secretismo con el que Yale envolvió el análisis y la posterior publicación del mapa. Muy pocos especialistas fueron consultados durante el proceso, limitando el estudio del manuscrito (y por ende sus resultados).

Africa Sur África y el Sur de Europa.

Sin ir más lejos: diversos expertos en escritura medieval explicaron durante el simposio de 1966 que la caligrafía del mapa no coincidía con la del Speculum o la de la Relación Tartar. Esta anomalía ya había provocado el desinterés del Museo Británico cuando accedió al mapa por primera vez en 1957, según relataría más tarde Kirsten Seaver en el, hasta la fecha, documento que con más ahínco ha desmontado su supuesta trascendencia: Maps, Myths and Men.

Pero, en fin, todas estas discutibles cuestiones palidecerían frente a la madre de todas las controversias: los análisis de la tinta.

Ya tras su publicación, los autores tuvieron que hacer frente a un sinfín de preguntas sobre la composición química de la tinta empelada en la elaboración del mapa. Un análisis preliminar del Museo Británico descubrió de que difería bastante de la tradicional tinta ferrogálica (elaborada a partir de sales de hierro y ácidos vegetales, estándar en el continente durante todo el medievo), y que el dibujo se componía de dos líneas distintas, una negra, muy difuminada, y otra amarillesca.

La polvareda levantada por el mapa de Vinland se prolongó durante años. En 1972 Walter McCrone, una de las primeras eminencias en el estudio de la investigación microscópica, se prestó a un análisis exhaustivo del manuscrito. Lo que descubrió parecía una estocada mortal a la supuesta veracidad del mapa: la tinta contenía significantes porciones de anatasa, una variante del titanio sólo comercializada a partir de 1920. Era imposible que un monje del XV hubiera elaborado su mapa con ella.

La tecnología empleada por McCrone era aún precaria, y la existencia de otras trazas muy comunes a las tintas empleadas por los escribas medievales, como el níquel y el cobre, mantuvo abierta la disputa. Durante la década de los ochenta, Thomas Cahill, otro experto químico de la Universidad de California, utilizó una novedodísima tecnología de Rayo X para descubrir las verdades ocultas bajo la tinta del mapa de Vinland. Y de nuevo, cambio de tercio.

Escandiavnai Los países escandinavos aparecen retratados de forma muy imprecisa.

Según Cahill, McCrone había cometido errores cruciales en el análisis del pergamino, escogiendo pequeñas porciones del mismo donde la abundancia de anatasa tan sólo era superficial. Su trabajo reveló que el dichoso titanio tenía un carácter meramente residual en el conjunto del mapa (el 0,0062% de su peso, para ser más exactos), y que su presencia podía explicarse por contaminaciones ambientales durante su conservación. Es más, al tiempo se descubriría que algunas réplicas medievales de la Biblia de Gutenberg también contenían anastasa.

¿Quién estaba en lo cierto? Es una pregunta aún hoy irresuelta. Los hallazgos de Cahill fueron igualmente desmontados por científicos críticos con el mapa de Vinland, y desde entonces se han publicado no menos de seis análisis químicos sobre la composición de la tinta (cada uno vertiendo sus propias teorías sobre el pergamino y adscribiéndose a una de las dos corrientes). La cartografía queda muy lejos de generar consenso entre la comunidad científica.

Quizá por su polémica naturaleza, la Universidad de Yale ha rehusado emitir una opinión oficial sobre el pergamino, y ha continuado encargando estudios para resolver la cuestión de forma definitiva. Quienes se muestran convencidos de su falsedad han apuntado a una oscura figura de principios del siglo XX, Josef Fischer, cartógrafo austriaco, como el autor del fraude. Sin embargo, expertos en caligrafía como Robert Baier han descartado por completo, tras analizar su correspondencia personal y los textos del mapa, que las inscripciones surgieran de su puño y letra.

Sesenta y dos años después de su primer descubrimiento por el Museo Británico, el mapa de Vinland sigue siendo uno de los misterios más fascinantes y disputados de la historia de la cartografía. Dado el fallecimiento de Enzo Ferrajoli de Ry y de Laurence C. Witten II, las dos personas que podrían haber arrojado luz sobre sus oscuros orígenes, es improbable que alguna vez sepamos de dónde proviene. Y por tanto, si es una falsificación o un mapa auténtico.

En A Sorry Saga: Theft, Forgery, Scholarship... and the Vinland Map, el libro más reciente que aborda la cuestión, John Paul Floyd descarta por completo que Vinland tenga valor histórico alguno. Según el autor, son excesivos los indicios que apuntan hacia el fraude. Uno de los principales apunta a un mapa elaborado por Vincenzio Formaleoni en el siglo XVIII que reproduciría la proyección imaginada por Andrea Bianco con notables errores. El mapa de Vinland incluiría aquellos errores, revelando así su engaño.

¿Es así? Puede que sí. O puede que no. Más allá de su interés histórico, el mapa de Vinland es un testimonio andante de la capacidad para fascinarnos que tienen las cartografías, y de su gigantesco valor narrativo. Probablemente en el misterio resida su auténtico valor.


El incendio de Universal demuestra que nos estamos quedando sin patrimonio musical y que no nos importa

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El incendio de Universal demuestra que nos estamos quedando sin patrimonio musical y que no nos importa

El pasado 11 de julio publicaba el periodista Jody Rosen un extenso y nutrido reportaje en The New York Times exponiendo una calculada mentira que contó el grupo Universal una década atrás. En 2009 se incendiaron unas naves que la empresa había alquilado a NBC y en las que conservaban buena parte de su acervo cultural e industrial. 

Los periodistas del momento se preocuparon, pero compraron la versión de la major sin investigar: les dijeron que apenas había afectado a “un pequeño número de cintas y otros materiales de artistas desconocidos de los años 40 y 50” y que todo lo demás poseía copias en otros lugares o ya se había digitalizado. 

La realidad es que según el reciente exposé la compañía vendió una realidad falseada. La cifra final de masters de grabaciones perdidas varía: se habla de “118.230 piezas”, unos “175.000 álbumes” o “500.000 canciones” en el caso de los documentos confidenciales de Universal, donde reconocían que “se ha perdido en el fuego una enorme herencia musical".  El "mayor desastre para la música comercial de toda la historia", según el periodista.

Un escándalo sin consecuencias para sus responsables

Abc 7 On The Universal Vault Fire In 2008

La noticia sigue en el candelero por motivo de sus afectados. En las semanas que han seguido al reportaje muchos artistas han reconocido públicamente que esta era la primera vez que oían que su discográfica había perdido sus archivos originales a partir de los cuales podría conservarse como es debido su música y reeditar futuros álbumes remasterizados o incluso modificados. Se estaban enterando de que se había destruido su trabajo por los medios de comunicación.

Por eso Hole, Soundgarden, Steve Earle y representantes de Tupac y Tom Petty Sue han anunciado que van a iniciar una demanda colectiva contra Universal. 

Por un lado, Universal violó sus obligaciones contractuales con los artistas al no proteger sus masters. Por el otro, Universal se llevó 150 millones de dólares como reclamo por daños materiales a la aseguradora de NBC, los propietarios del local, y según los artistas demandantes, en sus contratos pone que en caso de una circunstancia similar tendrían que haber recibido el 50% de lo entregado por la aseguradora. 

Pero como también ha publicado Variety, pese a que Universal pueda perder decenas o siendo generosos cientos de millones de dólares en concepto de daños y perjuicios, es pecata minuta en comparación con su valor monetario. 

Según los analistas financieros, ni la pérdida de esos másters ni esta filtración harán la más mínima huella en sus balances de cuentas, ya que esas grabaciones apenas tienen ningún valor monetario para la compañía (por no decir que muchos de los denunciantes no verán ni un centavo, ya que la mayoría de artistas carece de los derechos de sus masters, que son oficialmente propiedad de Universal).

Para que nos entendamos, según el último informe de BuzzAngle realizado para Estados Unidos, el 98.5% de las ventas de discos y el 92.4% de los streamings de 2018 provenían del top de 500.000 títulos del mercado en ese momento. La industria, que no el arte, está inmensamente vinculada al presente.

Cuando lo que es público (la cultura común a todos) está en manos privadas 

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El asunto ha arrojado luz sobre uno de los grandes problemas de la cultura popular de los siglos XX y XXI. Buena parte de nuestra cultura la poseen fondos privados cuyo interés por la preservación es mínimo, si no ninguno. 

La lista de los músicos de los audios perdidos pone de manifiesto el problema: gente mayor, sin un interés comercial en la actualidad comparable a las estrellas del momento, pero sin la que sería imposible entender la historia de la música. Chuck Berry, Duke Ellington, Buddy Holly, Aretha Franklin, John Coltrane, The Who, Guns N’ Roses, Nirvana o 50 Cent, entre cientos.

Hoy en día la mayoría de las grabaciones comerciales del siglo pasado, y otras más antiguas, están en posesión de tres grandes discográficas: Sony Music Entertainment, Warner Music Group y Universal Music Group, y ya vemos el cuidado que prestan por este tipo de archivos. 

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Según Gerald Seligman, director ejecutivo de un grupo preservacionista vinculado a la Biblioteca del Congreso estadounidense, estimó en 2013 que menos del 18% de toda la música comercial de la historia estaba disponible en streaming o descarga. Lo demás permanecía en copias físicas o en los archivos de estas compañías. Es decir, seguimos dependiendo enormemente de lo físico.

Por otra parte, nuestra experiencia musical diaria está lejos de ser todo lo fidedigna que podría llegar a ser. Como contaba Rosen en su artículo, si escuchas un disco en Spotify lo normal es que sea una compresión en el formato Ogg Vorbis que proviene de una conversión MP3 de un CD de años atrás, CD que a su vez se debío hacer a partir de una copia de seguridad de un master, cuando no de alguno de sus duplicados. En ese proceso hay parte de fidelidad (mucha de ella inaudible, todo sea dicho) que se ha perdido. 

Los audiófilos muchas veces tampoco escapan a estos problemas. Muchos de las reediciones de vinilo que podemos encontrar son reediciones hechas a partir de transfers de archivos digitales, y no de los masters originales.

Otras discográficas también han demostrado actuar de forma similar a Universal. Hay constancia de empleados de CBS Records en los años 80 destrozando masters originales para poder revenderlos como chatarra. También en los 70 RCA destruyó grabaciones originales de Elvis Presley de forma negligente al hacer limpieza de su catálogo.

Cuando la imposición del velo a las mujeres era motivo de risa en los países musulmanes

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Cuando la imposición del velo a las mujeres era motivo de risa en los países musulmanes

El velo es una cuestión central no sólo a Oriente Medio, sino también a Occidente: la alta masa de inmigración que ha llegado a países europeos y americanos durante las últimas décadas ha provocado que su presencia en espacios públicos sea motivo de debate. Ya sea haciendo una apología explícita de mismo a través del feminismo o planteando su prohibición en las escuelas, el velo representa un debate candente y virulento en la escena política actual.

Parte de los argumentos rotan en torno a su valor cultural: el velo forma parte de la identidad musulmana de muchas mujeres, y no representa tanto la opresión patriarcal a la que queda sometida en algunas sociedades árabes. Sin embargo, el hijab y las distintas formas de velo no siempre han formado parte de la cultura de los países musulmanes: hasta escasamente algunas décadas, su mera imposición causaba risas y ridículo entre grandes audiencias.

La historia nos lleva a 1958 (o 1953, la referencia del año baila), cuando el por aquel entonces presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, explicó en una abarrotada conferencia cómo el líder de los Hermanos Musulmanes le había solicitado la implantación del velo obligatorio en las calles de Egipto.

En su charla, inmortalizada hoy en vídeo, Nasser cuenta cómo el líder de los Hermanos Musulmanes había planteado un cese de las hostilidades (en un momento de alta convulsión política en Egipto, atentados a la figura del presidente incluidos) a cambio de algunas reformas. Entre ellas, la imposición del velo. Conforme Nasser cuenta la anécdota de la reunión, un hombre de la audiencia exclama: "¡Por qué no lleva el velo él mismo!".

Nasser prosigue explicando la conversación: "Tu hija estudia medicina (le cuenta al líder de los Hermanos, posiblemente Hassan al-Hudaibi). No lleva velo. Si tú mismo no puedes imponer el velo en tu hija, ¿qué te hace pensar que yo puedo imponerlo a diez millones de mujeres egipcias?". Al terminar la frase la audiencia estalla en una ruidosa carcajada y el propio Nasser no puede contener la risa. La idea de imponer el velo a la mujer pasa como una broma de mal gusto, irrealizable.

El clima de mofa es constante. Cuando Nasser introduce el tema y explica la petición del líder islámico, el público se ríe al modo de un monólogo. "Si introduzco una ley como esa, la gente me dirá que hemos vuelto a los tiempos de Al-Hakim bi-Amr Allah, cuando se prohibía a la gente andar por el día y sólo lo podían hacer por la noche", le respondió Nasser, según su testimonio. Y más risas. 

Por aquel entonces, Egipto era un país joven más influenciado por el arabismo secular de una nueva generación de líderes que por las ramificaciones del islamismo de corte radical que domina parte de la política árabe actual. Nasser, una figura tan repleta de luces como de sombras, impulsó un panarabismo de corte laico y de perfil socialista que impregnó gran parte de la cultura política de Oriente Medio durante décadas, desde Siria hasta Irak pasando por Libia o Jordania.

Su posición era tan ideológica como estratégica. La oposición de los Hermanos Musulmanes, un partido-red-movimiento transnacional que durante décadas ha permeado la cultura musulmana desde el islamismo menos radicalizado, le dejaba un amplio espacio en el laicismo y en un perfil más occidentalizado para mantener el poder. Sea como fuere, aquel discurso de Nasser representaba a Egipto: en 1959, casi ninguna mujer llevaba el velo en la Universidad de El Cairo.

Egipto 1959 Egipto, 1959.

Las cosas cambiaron progresivamente. Si los Hermanos Musulmanes y otras organizaciones islamistas no tenían el poder, sí controlaban a través de redes de apoyo y enseñanza los barrios de las cada vez más atestadas ciudades de Oriente Medio. Dos décadas más tarde, la misma foto de la misma universidad en El Cairo mostraba a la mitad de las mujeres portando velo. Y otra década después, ni una sola mujer aparecía por el centro universitario sin el velo.

Egipto 2004 Egipto, 2004.

Algo parecido ha sucedido en otros países como Irán, donde la caída de la monarquía laica impulsó un revitalizado islamismo de corte estricto que aún hoy obliga a las mujeres a llevar velo, cuando en 1979 no lo hacían. El proceso ha sido a un tiempo orgánico y dirigido por los estados o la sociedad patriarcal, y ha cambiado la cara de los países árabes. Hoy es una vestimenta ampliamente aceptada no sólo en Egipto o Jordania, sino también en los países europeos con grandes bolsas de población musulmana.

Lejos quedan los días en los que Nasser se reía del velo junto a una audiencia encantada de mofarse de las, por aquel entonces, extravagantes ideas de los Hermanos Musulmanes. El velo dejó de ser una reivindicación política y se instaló en la cultura árabe.

Imagen:  Mostafa Meraji

Una versión anterior de este artículo fue publicada en junio de 2017.

La larga historia de represión fascista al colectivo LGBT+: triángulos rosas y campos de exterminio

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La larga historia de represión fascista al colectivo LGBT+: triángulos rosas y campos de exterminio

Desde un primer momento la participación de Ciudadanos en el Orgullo 2019 de Madrid se antojaba controvertida. El manifiesto original elaborado por las organizaciones LGBT censuraba su presencia al acordar pactos de gobierno con una fuerza vetada, Vox. Pese a todo, una pequeña comitiva del partido, liderada por Inés Arrimadas, acudió al desfile. Muchos participantes abuchearon y atosigaron a sus miembros, resultando en una intervención political y aireada polémica.

Arrimadas se mostró particularmente vehemente al cabo del día: "Los fascistas que nos han intentado echar del Orgullo no se van a salir con la suya". Algo similar escribió Patricia Reyes, diputada: "El PSOE de Sánchez y Marlaska lo ha conseguido. Su discurso de odio a Cs ha sacado al fascismo real a la calle". Otras figuras menores, como Fran Carrillo, diputado en Andalucía, replicaron la idea, llegando a escribir: "La mayoría de los jerarcas nazis eran homosexuales. Punto y coma".

Ciudadanos ha mimetizado este fin de semana un discurso ya empleado en Cataluña, invirtiendo las tornas de la acusación fascista: aquellos que les impiden expresar sus ideas (en ocasiones apelando al antifascismo) son los verdaderos fascistas. La narrativa contribuye a la banalización del término "fascismo", muy en boga entre la izquierda tras el advenimiento de la extrema derecha. "Fascista" es menos una definición que una forma de activar el victimismo entre sus votantes.

El rechazo a Cs en el Orgullo surge precisamente de estas coordenadas. El mensaje final del colectivo tuvo reminiscencias antifascistas: "Ni un paso atrás". La celebración estuvo marcada por el crecimiento electoral de Vox, primera fuerza de extrema derecha que llega al Congreso. El partido de Abascal ha mostrado su desdén hacia el Orgullo pidiendo su traslado a la Casa de Campo, una propuesta de claro tinte homófobo. Su composición ideológica, tradicionalista y férreamente católica, choca con las reivindicaciones LGBT.

De ahí la polémica en torno a Ciudadanos. La formación siempre ha tratado de capitalizar su cariz tolerante en materia social, y ha participado en el desfile en anteriores ocasiones. Pese a las reticencias originales de Rivera al matirmonio homosexual, al que acusó de generar "tensiones innecesarias" en la sociedad española, Cs se ha diferenciado de otras fuerzas conservadoras por su entusiasta apoyo al movimiento LGBT. El colectivo lo recibió con escepticismo.

Este año, sin embargo, su relación política con Vox, dictada tanto por la estrategia del partido como por la aritmética electoral, ha llevado al rechazo expreso de una parte importante del colectivo LGBT. Y de ahí la confrontación del sábado y la escandalizada reacción de la plana mayor del partido. La utilización de la palabra "fascismo" sólo ha contribuido a agrandar la brecha y la crítica a la formación, en tanto que el movimiento LGBT arrastra una larga historia de represión fascista.

El triángulo rosa de los campos de exterminio

Las ideas de Adolf Hitler portaban consigo el germen de la persecución a homosexuales y personas no conformativas. El régimen nazi juzgaba la identidad LGBT como un obstáculo hacia la unificación del pueblo alemán bajo la enseña nacional, y reprimió desde su llegada al poder a la rica escena LGBT gestada en Berlín y otros centros urbanos durante la República de Weimar. Tanto las SS como las SA persiguieron internamente a los miembros sospechosos de homosexualidad.

Se trataba de una mirada reaccionaria que permeaba al resto de la sociedad alemana (y europea). La reivindicación de derechos y la exaltación de la identidad LGBT se interpretaba, desde numerosos círculos conservadores, como un ejemplo de la "decadencia" nacional, por lo que debía ser exterminada. Similares ideas moldearon la política represiva de Benito Mussolini en Italia o de Francisco Franco en España, donde el factor católico contribuyó a la persecución del movimiento.

No se trataba de un hecho exclusivo de los regímenes autoritarios, pero sí más exacerbado. La "homosexualidad" quedaba rápidamente relacionada con la perversión burguesa, el comunismo, y, por supuesto para el caso alemán, con el judaísmo. El sistema de campos de concentración levantado por las autoridades nazis provocó que miles de personas LGBT fueran apresadas y deportadas. Allí portarían el infame triángulo rosa (dentro del sistema de identificación de los campos de exterminio).

Libros Quemados Las publicaciones del Institut für Sexualwissenschaft serían quemadas junto a otros miles de libros. (Commons)

Las cifras más optimistas hablan de 15.000 personas capturadas y enviadas a los campos, de las cuales alrededor del 60% terminarían ejecutadas. La historia represiva comenzó mucho antes. En 1933, nada más llegar al poder, el gobierno nazi allanaría y clausuraría el Instituto para la Ciencia Sexual de Berlín, fundado en 1919 por Magnus Hirschfeld y dedicado a la investigación en materia de género y sexual. Se trataba de uno de los centros LGBT más notables del continente.

Un año después, como se explica en el Museo del Holocausto, la Gestapo, la policía secreta del estado nazi, abriría una división dedicada en exclusividad al colectivo homosexual. La Gestapo establecería listas "rosas" con numerosos sospechosos de actividad ilegal, y vería su actuación respaldada con una actualización del Párrafo 175 del Código Criminal alemán. Aquella disposición, elaborada en 1871, penaba el comportamiento "lascivo" entre hombres, pero había sido ignorada por numerosos gobiernos del Imperio y de Weimar.

Los nazis sí la ejecutaron. Heinrich Himmler daría amplios poderes coercitivos a la Gestapo un año siguiente, en 1936, creando la Oficina Central para el combate de la Homosexualidad y el Aborto, un subdepartamento de la policía que, al vincular dos fenómenos distantes, subrayaba el control total del estado sobre cuestiones reproductivas o sexuales. Para Himmler y el resto de la cúpula nazi la homosexualidad representaba una amenaza insoportable al futuro demográfico de Alemania.

El régimen nazi incluyó numerosos volúmenes teóricos LGBT entre sus libros quemados en 1933. Los hombres homosexuales fueron asociados, como en el resto del continente europeo, a una clase particularmente indeseable de varones afeminados, incompatibles con la mentalidad viril y el permanente ejercicio de poder de la sociedad fascista. Tales ideas provocaron el arresto de 100.000 personas entre 1933 y 1945 (se calcula que vivían 1,2 millones de LGBT en Alemania).

Triangulos Un documento nazi explicando el funcionamiento de los parches en los campos de concentración. El rosa, quinta columna desde la izquierda, está dedicado específicamente a los homosexuales. (Commons)

Por todo ello, la acusación de "homosexualidad" se convirtió en un vehículo útil para purgar a la competencia interna. Los miembros LGBT enrolados en el aparato nazi, como Ernst Röhm, eran muy conscientes de ello, lo que les llevó a sobrecompensar su orientación sexual. Röhm construyó un personaje pagado de cultura castrense, métodos brutales y una arrolladora masculinidad. Pese a su abierta condición, coincidía con otros nazis en el carácter perverso y débil del hombre LGBT.

Nada de ello le salvó del asesinato durante la noche de los Cuchillos Largos, en 1934, cuando Adolf Hitler purgó a las Sturmabteilung (SA) consolidando su poder interno. La purga se justificó en gran medida aludiendo a la homosexualidad de Röhm y de otras figuras dentro del cuerpo. Lo cierto es que el carácter de Röhm y su condición sexual se convirtió en un motivo de amenaza y paranoia para muchos miembros del partido, acrecentando su fobia al colectivo LGBT.

Los ejemplos son numerosos, y la persecución del movimiento ha sido analizada en profundidad por historiadores y estudiosos LGBT (entre numerosas conspiranioas que acusan al propio Adolf Hitler de ser un homosexual encubierto). Nada de esto habla de las condiciones del colectivo en otros países, teóricamente más abiertos. Las protestas de Stonewall, en Estados Unidos, se remontan a la década de los sesenta, prueba de los escasos avances en materia de derechos obtenidos por los países occidentales hasta muy entrado el siglo XXI.

Sin embargo, recordar la historia represiva del colectivo LGBT en los estados fascistas contextualiza mejor las palabras de Inés Arrimadas y otros miembros de Ciudadanos, y evidencia los limites del término "fascismo" como arma arrojadiza en la esfera mediática.

Este mapa interactivo te permite viajar por el Imperio Romano simulando las condiciones del siglo III

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Este mapa interactivo te permite viajar por el Imperio Romano simulando las condiciones del siglo III

Durante un puñado de siglos, Roma se convirtió en el centro del universo conocido. No había ciudad más magnífica y grandilocuente, fruto de las inmensas riquezas acumuladas durante años de expansión imperial. A la altura del siglo III después de Cristo, los dominios romanos se extendían a lo largo de tres continentes, ocupando ambas orillas del Mediterráneo y llegando hasta puntos por aquel entonces tan remotos como las islas británicas. Millones de personas lo habitaban.

¿Cómo controlar tan vasto territorio durante un periodo en el que la tecnología moderna tan siquiera se imaginaba? Hemos visto en más de una ocasión la riqueza logística desplegada por el Imperio Romano, una red de infraestructuras cuyas huellas perviven aún hoy en nuestras autovías y líneas de ferrocarril. Roma comprendió que necesitaba moverse rápido, o al menos lo más rápido posible, para ejercer su poder. Y desplegó una sofisticada infraestructura en consecuencia.

La red de carreteras y rutas marítimas del imperio se ha convertido en objeto de leyenda y de fetichización pop. Lo vimos en su día a cuenta de este estupendo mapa que visualizaba sus principales líneas y paradas al modo de una red de metro contemporánea. Pero ningún proyecto cartográfico contribuye a entender tan bien lo que significó la infraestructura romana como Orbis, un mapa interactivo que imita las funcionalidades de Google Maps y permite viajar tal y como lo hacía los romanos del año 200.

Para lograrlo fue necesario sumar talentos interdiscinplinares. La maravilla la firman Walter Scheidel, historiador romano en la Universidad de Stanford; Elijah Meeks, responsable tecnológico; Karl Grossner, geógrafo y desarrollador web; y Noemí Álvarez. Juntos acudieron a las fuentes documentales de la época y recopilaron tanta información como les fue posible sobre las ciudades, las rutas de paso y los puertos, marítimos o fluviales, empleados por la civilización romana.

El resultado es abrumador. El mapa condensa 632 puntos, urbanos o rurales (puertos de montaña o postas de vigilancia, entre estos últimos) a lo largo y ancho de diez millones de kilómetros cuadrados. La herramienta nos permite recorrer más de 84.000 kilómetros de vías terrestres, más de 28.000 kilómetros de rutas fluviales, y más de 192.000 autovías marítimas (capaces de conectar unos 300 puertos en Europa, Asia y África). 

Mapa A Lo Grande

Los autores han puesto el acento en las condiciones físicas y meteorológicas variables de tan impresionante, si bien arcaica, red de infraestructuras. Viajar por los confines del imperio requería de tiempo, pero ante todo requería de dinero. Todas las rutas (que pueden ser diseñadas por nosotros mismo) incluyen información sobre sus costes asociados. El dinero era uno de los principales obstáculos, y contribuía decisivamente a un trayecto más breve, más cómodo y más seguro.

De ahí que el modelo de navegabilidad siempre incluya dos velocidades marítimas en función de la época del año y del clima. Factores como el frío, los vientos y las tormentas obligaban a los navegantes a tomar una ruta y otra, cuando no a optar por el cabotaje (una navegación de puerto a puerto, siempre bordeando la costa para evitar adentrarse en alta mar). Además, el mapa ofrece hasta cuatro presupuestos distintos para los viajes a bordo de un barco, prueba de la amplia variedad de ofertas disponibles.

Similares alternativas incluyen las rutas terrestres. El mapa ofrece hasta catorce formas de transporte distintas (burros, caminantes a pie, un ejército a paso ligero, carruaje veloz, relevo de postas, una persona con un caballo, etcétera), nueve posibles velocidades (teniendo en cuenta factores climatológicos y físicos: cruzar un puerto de montaña en pleno invierno de la Edad Antigüa no era tarea fácil) y hasta cuatro presupuestos distintos. Un sinfín de opciones para un mundo en absoluto homogéneo.

Lo que el mapa consigue no es sólo un ejercicio de teletransporte a la Antigüedad, sino una maravillosa herramienta para comprender de forma intuitiva los modos, los usos y las costumbres mercantiles o de gobierno en el Imperio Romano. O cómo con medios aún primitivos (en comparación a los actuales) los gobernantes de Roma pudieron controlar (hasta cierto punto, claro) lo que sucedía a miles de kilómetros de allí. Es una experiencia de aprendizaje, una "batalla contra la distancia" y un vergel para el viajero inquieto.

Roma A Londres De Roma a Londres.
Luguvalium De Alejandría a Luguvalium, una de las rutas más largas y costosas que ofrece el mapa.
Tarraco Pax Iulia De Tarraco a Pax Iulia, dentro de Iberia, empelando la ruta terrestre más barata en primavera. El mapa ofrece un burro, 27 dinares de presupuesto y 34 días de viaje.
Jerusalen Un mapa isócrono tomando como referencia Jerusalén. Ilustra la variedad de tiempos para llegar a un punto u otro. En rojo oscuro, aquellos lugares en los que el viajero debía invertir más de 28 días. Los tiempos variaban por estación y modo de transporte. Londres en julio quedaba a 54 días.
Cartograma Buena No era lo mismo viajar hasta Britannia que hacerlo hasta Alejandría. No sólo por la distancia, sino por la facilidad de las rutas. Este cartograma ajusta por tiempos de viaje antes que por distancias geográficas.
Hasta Zaragoza La herramienta ofrece multitud de variables, incluyendo las estaciones del año y el método de transporte preferido. De Sirmium a Caesaraugusta un civil necesitaba destinar más de 48 días, utilizar dos carruajes terrestres distintos, un barco de larga distancia y otro de corta desde las Islas Baleares hasta la Península Ibérica. Y tendría que pagar entre 18 denarios y más de 1.000 en función de las comodidades que deseara.

"Vencer no es convencer": lo que Unamuno sí le dijo a Millán Astray y lo que fue fabulado después

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Hace poco más de un mes se estrenó el tráiler de la nueva película de Alejandro Amenábar. Ambientada a mediados de 1936, narra los últimos meses de vida de Miguel de Unamuno, interpretado por Karra Elejalde. Cualquier recorrido por la vida de Unamuno tiene un hito en la celebración del "Día de la Raza" el 12 de octubre de 1936. En el imaginario popular, aquel día el fundador de la Legión, Millá-Astray, afrentó al escritor con gritos de "¡Muera la inteligencia!" y "¡Viva la muerte!". El aludido, según esta versión popular, hizo gala de un aplomo infinito y respondió aquello de "venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir (…)".

A los habituales comentarios con sorna del estilo "otra película española sobre la Guerra Civil" se sumaron algunas voces que tachaban de falso el incidente y resucitaban este artículo publicado el año pasado en El País. En él se recogen las conclusiones del bibliotecario de la Universidad de Salamanca, Severiano Delgado, que, según su parecer, refutan el relato oficial (ese era el término empleado) del enfrentamiento con Millán-Astray en el paraninfo de dicha universidad. 

Por si esto no bastara para encender la polémica, dos de las autoridades citadas en la susodicha pieza eran Colette y Jean-Claude Rabaté, probablemente los más conspicuos biógrafos del escritor. El matrimonio Rabaté no debió quedar satisfecho con esta interpretación de sus palabras, porque apenas dos semanas más tarde, el mismo diario publicó un artículo de la pareja acusando a Delgado, el bibliotecario, de tergiversar los hechos.

Los pecados de Delgado son, a juicio de los biógrafos, dos: un inaceptable salto de fe desde el "no sabemos qué sucedió exactamente" al "no sucedió" y haber escogido cuidadosamente solo aquellas fuentes que podía desacreditar, ninguneando otras más pertinentes. Antes de entrar en materia, me veo en la obligación —moral— de advertir a los lectores de que en absoluto soy un experto en el tema, así que mi única pretensión en este artículo es analizar las fuentes propuestas por ambas parte con más detalle del que permiten dos columnas en un periódico. Nada de lo aquí expuesto es, por supuesto, original. Al final figura la bibliografía, aunque está mencionada varias veces a lo largo de este artículo.

Los argumentos de Delgado

Delgado intenta poner en entredicho tanto lo ocurrido durante el enfrentamiento como la grave trascendencia de este. Para ello, entre otras fuentes, acude a un pasaje de la biografía de Unamuno, escrita por el matrimonio, donde se afirma que el relato de Luis Portillo tiene una clara intención dramática, más que de pura narración histórica. Portillo fue colega de Unamuno en la universidad salmantina, mas no asistió al famoso acto en el paraninfo, que maquilla y falsea para resaltar la figura de su compañero. Los expertos coinciden en que su crónica de la fiesta de aquel 12 de octubre no puede tenerse por otra cosa que no sea un ejercicio de literatura para una revista literaria. 

No obstante, en 1961, esta fábula basada en hechos reales —la de Portillo, para que nadie se pierda en el baile de relatos— apenas era conocida y, por tanto, aún no había sido desacreditada. En consecuencia, el hispanista Hugh Thomas la usó como cimiento para la exposición de los hechos que recogió en su libro The Spanish Civil War. La popularidad del libro sirvió para fijar esta versión, y no otra más rigurosa, en la imaginación colectiva.

El problema de la réplica de Delgado a esta versión no reside tanto en las fuentes que escoge como en las que desdeña. Habíamos dicho que su argumentación gira en torno a dos aspectos: qué pasó y qué consecuencias tuvo. Empecemos por lo segundo, que es más sencillo.

Unamuno Buena

El bibliotecario asegura que fue un acto "brutalmente banal", que hubo tensión entre los ponentes, pero como en tantos otros eventos durante aquel convulso periodo. En definitiva, que se dieron cuatro gritos, quizá cruzaron algunos exabruptos, pero al acabar aquello, cada cual siguió su camino. Entre las pruebas de esto último figura una fotografía en la que (parece que, al menos) Unamuno y Millán-Astray se dan la mano al acabar, ya casi en la calle, lo que, por alguna extraña razón, demuestra que no sucedió gran cosa —lo cual es un tanto sorprendente, ya que la existencia del altercado no está en entredicho—.

Como los cónyuges y biógrafos cuentan en su biografía En el torbellino. Unamuno en la Guerra Civil (2018), resulta difícil sostener que no tuviera mayor importancia dadas las repercusiones que sabemos fehacientemente que originó aquella intervención. Lo que expongo a continuación está en su totalidad extraído de esta biografía. 

Aquella misma tarde, Unamuno fue abucheado en el Casino, del que era presidente honorario. Su propio hijo, que había sido advertido del peligro por el líder falangista de la ciudad, juzgó oportuno llevarse casi a rastras a su padre para evitar males mayores. Si bien esta trifulca aún podría ser considerada normal, no sucede lo mismo con lo que ocurrió en los días que siguieron al infausto discurso. El día 13, la corporación municipal decidió retirar el acta de concejal a Unamuno por su "antipatriótica actuación ciudadana" (acta que le devolvió, simbólicamente, el Ayuntamiento de Salamanca en 2011).

Sus males no acabaron aquí. Dos días después de su discurso, el 14 de octubre, el claustro de la alma máter resolvió, en reunión ordinaria, retirar su confianza al aún rector y considerar el cargo como vacante. El mismísimo Franco ratificó ese cese en dos decretos del día 23. A la luz de estas consecuencias, parece complicado pensar que aquel rifirrafe fue trivial.

Quién dijo qué aquel 12 de octubre

Sin embargo, examinadas ya las secuelas, hay que señalar que la verdadera discrepancia reside en el primer punto: quién dijo qué. Popularmente, el núcleo de la intervención de Unamuno es el "venceréis, pero no convenceréis". Dos exclamaciones se atribuyen, por otra parte, al militar: "¡Muera la inteligencia!" y "¡Viva la muerte!", probablemente proferidas a causa de las alabanzas del rector a José Rizal, mártir de la causa filipina (Millán-Astray combatió en Filipinas).

Como decíamos, el maquillaje de la versión de Portillo lleva años expuesto y no es ningún secreto para los expertos. El problema de la revisión de Delgado consiste en que los adornos de ese relato le sirven para impugnarlo en su totalidad, mientras que otros expertos consideran que, en lo esencial, es cierto.

Millan Astray

Por ejemplo, existen indicios importantes de que si Unamuno no dijo "venceréis, pero no convenceréis", al menos sí algo bastante parecido: "vencer no es convencer". Delgado cita esta variante, pero como una frase pronunciada "en otras ocasiones". La cuestión es que hay pruebas muy convincentes, que Delgado o el periodista parecen olvidar, que atestiguan que esa frase sí fue pronunciada, centrándose en testimonios que, por otra parte, tampoco lo niegan (en palabras del bibliotecario, simplemente "se alejan del relato de Portillo"). Curiosamente, si la refutación de Delgado está poco fundamentada, menos lo están las críticas a la película, pues es esta segunda oración, más realista, la que se oye en el tráiler.

¿Qué indicios son estos? Por un lado, los Rabaté aportan una prueba material. Durante la intervención de los cuatro oradores previstos para aquel día, Unamuno garabatea palabras sueltas en el reverso de una carta que portaba. Está esbozando el discurso que (casi) improvisará en breves momentos. Entre estas notas podemos leer, dos veces, la frase "vencer y convencer".

Captura Fotografía de la carta, extraída del libro de los Rabaté

La segunda es un testimonio revelador, pues pertenece al propio Millán-Astray. En su biografía Millán Astray, legionario, el historiador Luis Eugenio Togores (muy poco sospechoso de simpatizar con la causa republicana, por decirlo suavemente) da cuenta de un documento inédito fechado en 1942; se trata, nada menos, que de un informe titulado Conducta observada por D. Miguel de Unamuno, en su calidad de Rector Honorario de la Universidad de Salamanca, con motivo de la fiesta del día de la Raza de 12 de octubre de 1936. Con tan descriptivo título es innecesario aclarar su contenido, pero sí deseo destacar el siguiente fragmento: "También dijo «que una cosa era vencer y otra convencer». Y yo estimo que con esta insidia quería seguramente decir: que venciendo con las armas no se gana la razón".

El propio fundador de la Legión nos sirve tanto de testigo poco inclinado a exaltar la figura de Unamuno como de exégeta. Respecto a la efímera intervención del legionario, la polémica es algo más irrelevante. Algo similar a "¡Muera la inteligencia!" o "¡Muera la intelectualidad traidora!" debió aullar, a tenor de lo que cuentan los testigos. Probablemente algo más cercano a lo segundo, pues él mismo se lamentaba en una carta al padre del dramaturgo Alfonso Paso de que, habiendo voceado "¡Si esto es la inteligencia, muera la inteligencia!", solía citarse solo la segunda parte —siendo justos, no es una frase precisamente amable, pero sí menos grotesca que sin esa prótasis—.

En resumen, la versión tradicional peca de un exceso de imaginación, con toda seguridad producto del enardecido relato de Portillo, pero no carece de cierto trasfondo de verdad que el bibliotecario de Salamanca pretende negarle. Es harto conocido por los expertos que la refriega verbal entre Unamuno y Millán Astray está engalanada, así que, por lo demás, tampoco parece una novedad digna de mención. 

The Spanish Civil War: Revised Edition (Modern Library War)

The Spanish Civil War: Revised Edition (Modern Library War)

En el torbellino: Unamuno en la Guerra Civil (Estudios)

En el torbellino: Unamuno en la Guerra Civil (Estudios)

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