Quantcast
Channel: Historia - Magnet
Viewing all 786 articles
Browse latest View live

Bajo el comunismo vivíamos mejor: la ex-Yugoslavia es comparativamente más pobre hoy que en 1989

$
0
0

Sarajevo

Rusia echa de menos a Stalin. O más bien, los tiempos edulcorados de preeminencia global y relevancia internacional. Pese a las múltiples miserias de la Unión Soviética, los ciudadanos rusos añoran hoy el halo imperial y, de forma bastante significativa, la parcial prosperidad de aquellas décadas. Lo cierto es que Rusia no ha ido demasiado a mejor desde la caída del muro de Berlín, y de ahí que la nostalgia soviética sea muy real (para pasmo de la opinión Occidental).

El ejemplo ruso no es un caso aislado. Otros países viven fenómenos similares. Los más significativos son los balcánicos, en especial aquellos que configuraron la Yugoslavia comunista. Pese a los explosivos acontecimientos que precipitaron su caída, entre guerras étnicas inigualables en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, hay cierta "yugo-nostalgia". En 2012, los jóvenes serbios y bosnios declaraban creer que sus padres habían tenido mejores oportunidades.

Una encuesta de Gallup de 2017 ponía cifras al fenómeno: alrededor del 81% de los serbios juzgaban desastrosa la disolución de Yugoslavia; compartían tal opinión el 77% de los bosnios, el 65% de los macedonios, el 41% de los eslovenos y el 23% de los croatas. Como es lógico, las cifras variaban por región (no todas se vieron igual de beneficiadas o perjudicadas), pero en líneas generales mostraban una tendencia: una parte de los ex-yugoslavos añoraba Yugoslavia.

Como en todo fenómeno relativo a la memoria, hay mucho de idilio injustificado. Es un mecanismo psicológico natural y reactivo. Pero también hay base material para que los ex-yugoslavos echen de menos los tiempos de Tito: como revela este estudio, hoy en día todos los países de la antigua Yugoslavia son comparativamente más pobres de lo que eran entonces, con la significativa excepción de Eslovenia. En 1989, todos ellos estaban más cerca de Europa que hoy.

Tabla Yugoslavia El grado de integración, año a año.

Si tomamos el PIB per cápita de cada país y lo medimos en un porcentaje donde el bloque clásico de la UE (los quince) representa el 100%, la mayoría de países balcánicos ha ido a menos. Por ejemplo, Croacia en 1989 se ubicaba en un 56,8% en relación al resto de Europa, pero para 2017 sólo alcanzaba el 48,5%. Bosnia y Herzegovina ha pasado del 30% en 1989 al 23% en 2017. Macedonia, del 33% al 27. Montenegro, del ¡51%! a un alucinante 32%. Y Serbia del 45% al 31%.

En agregado, los Balcanes occidentales, la Yugoslavia comunista, han pasado del 35,4% al 27,6%. Los serbios, bosnios, montenegrinos y croatas de 1989 estaban más cerca en poder adquisitivo y nivel de vida del europeo medio que los serbios, bosnios, montenegrinos y croatas de hoy. La única excepción al axioma es Eslovenia, el primer país en independizarse y el más dinámico de la unión: si en 1989 se ubicaba en el 69,8% en 2017 ya ha rebasado el 75%. Es el más rico y la excepción.

Por un lado, podríamos pensar que se trata de algo normal: al fin y al cabo varias guerras destruyeron el tejido económico del país, y una estructura política ineficiente posterior (como la bosnia o la kosovar) hicieron imposible que las nuevas repúblicas independientes comenzaran con buen pie. La transición de una economía estatal y dirigista a una de libre mercado sería lenta. Pero la lectura choca con lo que sucedió en el resto del Este de Europa, donde todos han ido creciendo.

Sarajevo Sarajevo en 2015. (Damien Halleux Radermecker/Flickr)

En los propios Balcanes, por ejemplo, países como Albania han pasado del 15% de convergencia al 23% en el mismo periodo de tiempo. Bulgaria pasó del 34,5% de convergencia en 1989 al 23,7% en el año 2000, pero desde entonces ha recuperado el tiempo perdido y ha vuelto a rondar el 40%. Rumanía, Hungría, Eslovaquia, Estonia o Lituania, países pobres antes de la caída del muro, cuentan historias similares: decayeron tras 1989, pero tocaron fondo y comenzaron a crecer. Hoy son más ricas de lo que eran durante la era soviética, gracias en parte a la Unión Europea.

En la antigua Yugoslavia nada de esto es cierto. Bosnia tiene hoy una de las tasas de desempleo juvenil más exorbitantemente altas de todo el continente, y en Kosovo toda una generación se aboca a un futuro laboral casi inexistente. Y aunque pueda existir la tentación de explicar la parálisis económica por las guerras (que jugaron un evidente factor), hay que tener en cuenta que han pasado ya más de dos décadas desde los últimos bombardeos. Hay algo más.

No es casualidad que sea Eslovenia el único país que ha salido a flote desde el fin de la Yugoslavia comunista. El país siempre interpretó la independencia como una oportunidad económica, y desde entonces su rápida integración con los mercados europeos (fue el primer estado balcánico en ingresar en la Unión Europea, nueve años antes que Croacia) le permitió elevar sus estándares de vida muy rápidamente. Pero para todos los demás, el tópico es cierto: bajo el comunismo vivían mejor.

Imagen | Damien Halleux Radermecker/Flickr


El Manuscrito Voynich, el misterioso libro que llevamos 600 años tratando de descifrar sin éxito

$
0
0

Manuscrito Voynich

Camino ya de los 60 años y superadas dos guerras mundiales, a William F. Friedman le quedaba poco por demostrar en 1946. A principios del siglo XX se había distinguido en EEUU como un criptoanalista experto en descodificar los mensajes de las tropas enemigas. En 1929 fue seleccionado para encabezar el Servicio de Inteligencia de Señales (SIS). Gracias a su talento logró desbaratar PURPLE, la máquina con la que Japón cifraba sus mensajes secretos durante la Segunda Guerra Mundial.

Finiquitada la contienda, hubiese sido comprensible que Friedman se retirara con su esposa, Elizebeth Smith, criptoanalista brillante que compartía su pasión por destripar códigos. En el camino de la pareja, sin embargo, se cruzó un reto mayor que PURPLE o la máquina Enigma que habían empleado las tropas nazis: el Manuscrito Voynich, códice de origen, autoría, idioma, alfabeto y contenido desconocidos.

Friedman volcó su talento en desenmarañar los misterios del manuscrito. Le dedicó años y para su propósito no dudó en echar mano de todos los recursos que estaban a su alcance: se rodeó de un equipo de consumados investigadores y de la tecnología más puntera de su época. A pesar de sus esfuerzos, las sombras que rodean al libro no se disiparon y el Voynich sigue siendo todavía hoy un reto que trae de cabeza a los expertos. Casi cinco décadas después de su muerte, el códice se mantiene como el libro más enigmático de la historia.

La pareja de criptoanalistas consumió tiempo y esfuerzos en su tarea. Otras mentes brillantes salieron peor paradas del "enfrentamiento" con el Manuscrito Voynich. De William R. Newbold, profesor de Filosofía de la Universidad de Pensilvania (en la que ejerció incluso de decano) se cuenta que llegó a trastornarse en la búsqueda de respuestas. El códice está escrito sobre vitela. Su mensaje parece entretejido sin embargo con una impenetrable malla de interrogantes.

Lo poco que se sabe de él con más o menos certeza son algunos fogonazos aislados de su historia.

Todo se remonta al siglo XVI

Sus orígenes se remontan a un episodio oscuro. Un día de 1580 el emperador Rodolfo II de Habsburgo recibió la visita de una de las parejas más estrafalarias que pisaría su ya de por sí estrambótica corte. A Rodolfo se le recuerda tanto por su rancio abolengo como por su carácter excéntrico y su pasión por la alquimia, la astrología y la magia, a la que daba rienda suelta en su palacio de Praga.

Rodolfo Asunto crucial: ¿se inventó o no se inventó drama Rodolfo II cuando le colaron el manuscrito?

Los dos personajes que se presentaron ante el emperador aquel día azuzaron esa vena ocultista. Uno era John Dee, anciano de larga y canosa barba que encarna a la perfección el cruce entre superstición y ciencia de la Europa del siglo XVI. Matemático y astrónomo, Dee era al mismo tiempo un místico que presumía de invocar a los espíritus. Lo acompañaba otro personaje igual de pintoresco: Edward Kelley, un charlatán que se dedicaba a promocionar sus servicios como adivino y médium y que en su juventud había sido condenado en Lancaster por falsificar documentos.

Al acudir ante Rodolfo II la estrafalaria pareja llevaba un bulto bajo el brazo: un códice manuscrito repleto de textos e ilustraciones indescifrables. El emperador pagó por él la generosa suma de 600 ducados. Años después, a principios del siglo XVII el libro se encontraba en manos de su farmacéutico y favorito, el alquimista Jacobus de Tepenecz, más conocido como Sinapius.

Durante los siglos siguientes la leyenda del manuscrito creció casi al mismo ritmo que la lista de sabios que intentaron sin éxito desenmarañar sus misterios. A sus páginas se asomaron (además de Sinapius) el bibliotecario del emperador, Georgius Barschius, su amigo el profesor Johannes Marcus Marci o el erudito Athanasius Kircher, uno de los científicos destacados del Barroco.

Voynich Wilfrid Voynich se llevó el libro al hype.

Tras ese largo e infructuoso periplo, el manuscrito terminó en una biblioteca jesuita en Villa Mondragone, en Italia. Cuando en 1912 la compañía religiosa se vio obligada a buscar liquidez decidió vender varios libros, entre ellos aquel códice de alfabeto e idioma indescifrables. El destino quiso que terminase en las manos más insospechadas: las de un bibliófilo nacido en Lituania y de origen polaco que una década antes se había fugado del campo de trabajo de Siberia donde estaba confinado: Wilfrid Michael Voynich. Desde entonces el viejo manuscrito toma de él su nombre.

Wilfrid estaba convencido de que el libro ocultaba importantes conocimientos de alquimia. Murió sin embargo igual que la larga lista de eruditos que lo había precedido: con muchas dudas y muy pocas certezas. Tras su fallecimiento, en 1931 su viuda decidió vender el códice al anticuario Hans Peter Kraus, de New York, quien casi cuatro décadas después lo donaría a la Universidad de Yale. Allí, en la Beinecke Rare Book Library (la sección que el centro dedica a los volúmenes más desconcertantes) sigue custodiado aún hoy.

El carrusel de sabios que desde la época de Rodolfo II intenta resolver el misterio de Voynich no se ha frenado. Al igual que Friedman o Newbold, filósofos, criptógrafos, paleógrafos... Y, sobre todo, legiones de aficionados al misticismo y los misterios se han quemado las pestañas intentando arrojar algo de luz.

En busca de un significado

En el año 2000 el lingüista escocés Gordon Rugg aseguró que el libro era simple y llanamente un fraude, una elaborada farsa ideada por Kelley para sacarle el dinero a un crédulo Rodolfo II. El problema es que entre las pocas certezas que ha podido aportar la ciencia hasta la fecha hay una que desmonta esa teoría: los análisis con carbono-14 datan el manuscrito entre 1404 y 1434, más de un siglo antes del nacimiento de Kelley. Otra conclusión es que el texto (fluido) se ajusta a la ley de Zipf, que establece la frecuencia con que aparecen las palabras en las lenguas conocidas.

Di Ujos Voynich Uno de los aspectos más fascinantes del libro son sus dibujos.

En 2017 el profesor Nicholas Gibbs publicó un artículo "solucionando" el misterio. El texto se topó con el escepticismo de una comunidad científica harta de décadas (sino siglos) de cacareadas soluciones al enigma que jamás han llevado a nada. Según Gibbs, el códice sería un tratado sobre ginecología escrito en una versión taquigráfica de latín medieval. Para descodificarlo haría falta el índice de abreviaturas que probablemente estaba en una de las páginas perdidas del libro. Gibbs voncluyó además que parte de sus ilustraciones son copias de otros manuales médicos.

Antes que Gibbs, un grupo de investigadores de la Universidad de Manchester a las órdenes había analizado la entropía de las palabras del manuscrito para detectar las más importantes. Su conclusión fue que oculta un mensaje codificado con un lenguaje secreto. En 2014 otro profesor universitario, Stephen Bax, aseguraba haber descifrado algunos términos (como el que se usa para nombrar a la constelación Tauro o la planta kantairon) y que el manuscrito es un tratado sobre la naturaleza redactado en un idioma asiático o de Oriente Próximo.

Hace solo dos meses la Universidad de Alberta anunciaba el enésimo intento por tumbar el misterio: un exhaustivo análisis con inteligencia artificial. Lejos de las conclusiones de Gibbs o Bax, los investigadores de Alberta trabajan con la idea de que el manuscrito está escrito en un idioma identificable: el hebreo.

Banandose Ni confirmamos ni desmentimos que se trate de la lengua negra de Mordor.

Ni el hebreo ni el latín son sin embargo las únicas lenguas que se han barajado como solución al Voynich. En uno u otro momento ha habido investigadores que han señalado el romaní, azteca, árabe, al alfabeto eslavo gaglolítico, el rongorongo de la isla de Pascua... Se ha afirmado que lo escribieron los cátaros, que su autor es Leonardo Da Vinci, el arquitecto Filarete o (la primera teoría y tal la idea con la que lo compró Rodolfo II) que es obra del franciscano Roger Bacon.

Si como han sostenido algunos autores fuera un engaño de Kelley sería uno de los embustes más largos y elaborados de la historia. Sobre su contenido también han corrido ríos de tinta. Sus famosas ilustraciones de frankeplantas (denominadas así por mezclar partes de diferentes especies) o las que muestran a embarazadas bañándose han azuzado la imaginación desde la época de Rodolfo II. De sus 232 páginas se ha dicho que contienen saberes arcanos de la alquimia o secretos de los artesanos de Milán para elaborar vidrio y veneno. Incluso la CIA se ha dado de bruces en su empeño por desenmarañar el enigma.

Tratado de ginecología, manual de botánica, compendio de alquimia, códice con secretos de los boticarios de Milán o simplemente un fraude ambicioso... Lo que no ha dejado nunca de ser el Voynich es el libro que nadie ha podido leer jamás, al menos desde hace 600 años.

Una carta para un periodista y otra para la ONU: los dos suicidas extraterrestres de Terrasa

$
0
0

Suicidas Tarrasa Extraterrestres

En la madrugada del 20 de junio de 1981 Jose Félix Rodríguez Montero y su amigo Juan Turú Vallés se tumban descansando la cabeza sobre los raíles de la línea de tren Barcelona-Zaragoza a la altura de Tarrassa. Ambos han venido caminando desde el cercano apeadero de Torrechica. José Félix tiene 47 años y Juan 21.

Se conocen, personalmente, desde hace una semana pero han mantenido una intensa amistad por correspondencia. Se conocen gracias a la sección de contactos de Algo, una revista de divulgación científica que, como muchas de la época, todavía daba espacio a los fenómenos OVNI.

Ambos son muy conocidos en el reducido círculo de asociaciones y aficionados a los platillos volantes pero por razones diferentes: Turú, pese a ser muy joven, tiene cierto prestigio como "investigador serio". Ha recorrido todos los lugares cercanos a Barcelona donde se rumorea que ha habido actividad extraterrestre desde Tivissa a Matadepera y ha fundado IONI (Investigación de Objetos No Identificados), su propia asociación.

José Félix, sin embargo, no tiene buena prensa porque se considera a sí mismo como un "contactado". Dice recibir mensajes de unos extraterrestres a los que conoce como "El Mando Galáctico".

Además de esto dice ser vidente. Junto a su mujer, Antonia Aroca, dirige sesiones de espiritismo con amigos y vecinos. En el barrio lo conocen como "El venusino". Ninguna actividad paranormal le es ajena: dice mantener contacto con UMMO y ha visitado en alguna ocasión El Palmar de Troya (Sevilla) para ver de primera mano las apariciones marianas que darían lugar a la fundación de La Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz por parte de Clemente Domínguez y Manuel Alonso.

Infinito

En la mañana del día 20 unos operarios de Renfe recorren las vías para limpiarlas y hacen el macabro descubrimiento: en primera instancia un solo cadáver decapitado por el paso del tren. Es el de José Félix. En el bolsillo de su chaqueta, o sobre el pecho (hay división de opiniones), encuentran una nota con este texto:

Los extraterrestres nos llaman; pertenecemos al infinito. WTKS 88.

WTKS 88 era el nombre que había adoptado como entidad extraterrestre.

A tres metros del cadáver de José Félix hallan el cuerpo de Juan. Este está completamente destrozado. Según la investigación policial ambos habrían inhalado cloroformo pero, en última instancia, Juan habría despertado e intentado escapar pero la reacción fue demasiado tardía y el tren le golpeó lanzándolo hacia una cuneta cercana. Además de las notas de suicidio se les encontraron unos dibujos a lápiz y unas tarjetas de visita donde rezaba: "Rasdi & Amiex. Rastreadores del infinito. Amigos de intelegencias extraterrestres".

Naciones Unidas: nos acercamos al final

Dos días después del hecho el periodista Màrius Lleget recibe dos cartas de los suicidas. Una es para él y justifica la decisión de ambos de liberarse de su existencia terrenal para viajar a otro planeta. Otra es para informar a la ONU del suceso y para advertir al planeta de que se dirigía a una hecatombe. Poco tiempo después dos conocidos de Juan y José Félix, residentes en Zaragoza, recibirían también cartas póstumas en las que decían estar ya viviendo en el "Mando Galáctico" y que esperaban que se unieran pronto.

St5

Pocas certezas más existen sobre el caso. La policía cerró el asunto con toda rapidez, algo habitual en la época ante cualquier noticia que pudiera crear "alarma social", y ufólogos y aficionados a lo oculto cerraron filas bien por miedo a que su actividad, considerada ilegal, fuera investigda o que, de algún modo, alguien pudiera relacionarlos con el asunto ya que, en primera instancia, existieron rumores sobre que los suicidas no actuaron solos.

La prensa de la época, especialmente La Vanguardia, advirtieron del peligro que suponía el fenómeno OVNI y de la posibilidad de que fuera el causante de la aparición de enfermedades mentales.

La única certeza es que Lleget abandonó la divulgación de casos OVNI y se vuelve a centrar en la información sobre ciencia completamente horrorizado por el suceso. En los años posteriores muchos han sido los rumores y las investigaciones paralelas llevada a cabo por periodistas de sucesos y especialistas en temas paranormales y nombres como el del famoso Sebastian D´Arbó y otros han sido relacionados con el asunto.

El caso de los suicidas de Terrassa es casi único en el panorama español de lo oculto. Se suele hablar de otro acaecido en Lleida en 1978: dos jóvenes, Juan José Gómez Vargas y Francisco Saureu Prim, también ufólogos aficionados se suicidarían tirándose al paso del tren. Aparentemente.

Asesinados Dos Juan José Gómez Vargas y Francisco Saureu Prim.

Los cuerpos aparecieron abrazados y limpios en medio de una zona que había sido azotada por la lluvia, en pleno lodazal. Las causas, el móvil etc. siguen siendo un misterio. La policía siempre ha sospechado que, en realidad, fueron asesinados y alguien quiso hacer pasar el crimen por un suicidio.

¿Heaven's Gate a la española?

La sombra de José Félix Rodríguez siempre ha planeado sobre el caso de forma algo siniestra. Nadie de su entorno duda, ni siquiera 46 años después del suceso, que fue el inductor que llevaría a Juan Turú a unirse a él. Familiares y conocidos lo definen como una persona de gran carisma, buen verbo, muy culto y con un enorme poder de sugestión. Fue ex seminarista y, en el momento de su muerte, estaba convertido al protestantismo de forma clandestina.

Curiosamente al menos dos personas relacionadas directamente con el caso, Mariùs Lleget y Martín José Labay (uno de los residentes en Zaragoza que recibieron una carta póstuma de José Félix) intentaron suicidarse años después por causas no aclaradas pero que los investigadores de lo oculto, nombres como el del periodista Manuel Carballal, insisten en que están conectados.

El paralelismo con el caso de Heaven's Gate es escalofriante.

d Marshall Applewhite.

El culto fundado por Marshall Applewhite y su esposa Bonnie Nettles entremezclaba los mensajes de superación personal y de buenas vibraciones de la cultura hippy, después absorbidos por la New Age, y el contacto extraterrestre. Dentro del mundo de las sectas destructivas el caso de este culto es especialmente curioso pues es una de los pocas sectas directamente unidas con la tecnología y contaba entre sus miembros con gente relacionada con la programación.

Según Applewhite la llegada del cometa Halle-Bopp, en 1997, traería consigo una nave extraterrestre oculta tras su cola. Como José Félix, y otros líderes de este tipo de cultos, el norteamericano creía en que para unirse a los extraterrestres había que pasar primero por una ceremonia de purificación y después disponer un suicidio ritual.

Las similitudes con el culto fundado por Marshall Applwhite son amplias, en especial por su aborrecimiento del planeta en el que vivían y la necesidad de escapar del fin del mundo

José Félix pasó el día antes de tumbarse en las vías del tren en ayunas (Juan, no) y los seguidores masculinos de Applewhite se castraron. Al igual que en el caso español dejaron mensajes, estos en vídeo, justificando su decisión. La línea argumental que atraviesa todos ellos, incluso el de su líder, es un aborrecimiento general de la vida en nuestro planeta y la necesidad de escapar de una hecatombe próxima.

Antes de ingerir la mezcla mortal de zumo de manzana, vodka y fenorbital los seguidores de Applewhite se vistieron con chandal y zapatillas Nike a modo de uniforme donde, como en el caso español, introdujeron alguna identificación personal y una mínima cantidad de dinero en efectivo.

Monster Children Heavens Gate

Tres personas fueron las encargadas de ayudar en el último trance a los demás y, después, de cubrir los cadáveres con unos sudarios en forma de rombos. Antes de suicidarse uno de ellos avisó a la policía para que encontrara los cadáveres. En el Rancho Santa Fé, sede de Heaven's Gate, se encontraron 39 cadáveres. Las imágenes de los cuerpos dispuestos bajo los sudarios, vestidos como si fueran al gimnasio han quedado en el subconsciente de todo el planeta.

La resaca paranormal de las dictaduras

Oscar Aibar llevó al cine esta historia bajo el titulo de Platillos volantes (2003), una emocionante narración que resume, con muchísimo rigor, las motivaciones de José Félix y Juan o de cualquiera que viviera en el franquismo para agarrarse a la idea de ser rescatado por los extraterrestres para escapar de la gris realidad de una dictadura.

En un caso más reciente, el de la URSS, tenemos el caso del OVNI de Vorónehz. La ciudad situada al sureste de Moscú recibió, aparentemente, la visita de una nave tripulada por extraterrestres gigantes el 27 de septiembre de 1989 que fue avistada por cuatro niños. Los temas OVNIS, como todo lo relacionado con el ocultismo, estuvieron proscritos en el país durante décadas. Con la apertura de la época final de la URSS, saltó a todos los medios internacionales a través de la agencia Tass, única voz autorizada del gobierno soviético, provocando un revuelo magnífico.

Los marcianos hacían su aparición en los tiempos de la perestroika para quedarse, claro. Los medios soviéticos, y después, ex soviéticos se llenaron de videntes, futurólogos, contactados, exorcistas etc. Allan Chumak, al más puro estilo de Uri Geller, aparecía en la televisión soviética para curar a la gente con una sencilla técnica. Tenían que poner frente al televisor una jarra llena de agua que recibiría sus ondas sanadoras y que se convertiría en un medicamento excepcional para curar cualquier dolencia.

No es de extrañar que el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski, que se presentó a los comicios presidenciales del 91, contratara para su staff a Anatoly Mikhailovich Kashpirovsky.

Anatoli Kashpirovski 75663785

Este personaje, que practicó la psiquiatría convencional durante 25 años, se convirtió en mentalista, hipnotizador y curandero psíquico y alcanzó gran popularidad tras las apariciones televisivas que hizo tras el caso de Vorónehz. Fue bautizado como El Nuevo Rasputín. En los mítines de Zhirinovski permanecía detrás de él lanzando señales psíquicas a través de las ondas de televisión. No fue un método muy efectivo: el candidato solto tuvo un 8% de los votos.

Le fue mejor en el año 1993 cuando fue elegido diputado de la Duma durante una legislatura. En la actualidad es uno de los mentalistas con más éxito de Rusia y de toda la Europa del Este.

Cândido Godói, el pueblo brasileño con más gemelos del mundo por el que casualmente pasó Mengele

$
0
0

Candido Godoi Gemelos

Al dar la bienvenida a los turistas, la mayoría de pueblos presume de su gastronomía y vinos, de ser una joya del Barroco, o de disfrutar de las mejores playas de su región. Cuando el visitante llega a Cândido Godói, un municipio brasileño del estado de Rio Grande do Sul que en 2007 no alcanzaba los 7.000 vecinos, lo que se encuentra es un pórtico con un lema escrito en enormes letras góticas: "Cidade Pomar. Terra dos Gemeos". Traducido: "Ciudad de Huertos. Tierra de Gemelos". 

La primera parte de esa "tarjeta de presentación" se entiende antes incluso de entrar en Cândido Godói, cuando el viajero conduce por las carreteras de la comarca de Santa Rosa. Buena parte de las casas están flanqueadas por jardines con pequeñas huertas. Entre las viviendas no es extraño tampoco encontrarse con fincas recién fresadas, en las que la tierra revuelta está aún cubierta por hojas de maíz.

La segunda parte del pórtico, la que habla de la "tierra de gemelos", se tarda un poco más en comprender. Aunque no mucho. Si el turista no fuera sobre aviso al dejar atrás el cartel de letras góticas y adentrarse en el pueblo, lo primero que pensaría es que se ha equivocado de continente y conduce por alguna región bávara. A su paso se encuentra lugareños de piel tostada, pero rubios, de brillantes ojos claros y rasgos caucásicos.

A medida que se acerque al poblado de Linha de São Pedro (a unos cuatro kilómetros) la sensación del visitante será la de que, directamente, se ha vuelto loco: muchos de esos vecinos de cabellos dorados parecen repetirse por todas partes. A menudo incluso se les ve caminando a pares y por duplicado, a la caza de alguna sombra con la que sobrellevar mejor el apelmazante calor de la tarde.

Gemelos Bautizo Candido Godoi Dos gemelos siendo bautizados por dos curas gemelos en la 10º fiesta anual de los gemelos. (Prefeitura de Candido Godoi)

Linha de São Pedro, en Cândido Godói, es un punto perdido en la cartografía de Brasil que sobresale en el mapamundi por un fenómeno fascinante: de cada diez embarazos, uno termina en gemelos. Con ese promedio la localidad de Santa Rosa es con toda probabilidad el lugar del planeta con más alumbramientos de este tipo.

El promedio nacional de Brasil es diez veces más bajo, del 1%. En general se considera que los nacimientos con gemelos tienen una incidencia bastante discreta, uno de cada 80 embarazos, aunque hay estudios recientes que muestran que ese promedio habría aumentado ya a uno de cada 45 debido a los tratamientos de reproducción asistida y a que la edad a la que las mujeres son madres aumenta poco a poco. 

Cândido Godói pulveriza esas marcas, que también dejan atrás otros puntos del planeta, como el municipio gallego de Camariñas, la ciudad nigeriana de Igbo-Ora o la aldea india de Kodinhi, en la selva de Kerala, donde la tasa sextuplica la media mundial.

El sospechoso halo nazi

En 2015 la BBC publicaba que en Cândido Godói residían 90 pares de gemelos, lo que supondría casi el 3% de su población actual. Lo sorprendente lo refleja otra información divulgada en 2009 por National Geographic: de las 80 familias que entonces se repartían por Linha de São Pedro unas 40 habían tenido gemelos. 

Según la BBC, que cita a fuentes del ayuntamiento de Cândido Godói, el 35% de los alumbramientos registrados en el municipio entre 1959 y 2014 trajeron al mundo gemelos. Un estudio elaborado por Ursula Matte, experta del Servicio de Terapia Genética del Hospital de Porto Alegre (Brasil), concluye además que el 40% de los gemelos que nacieron durante su investigación (entre 1990 y 1994) fueron idénticos (monocigóticos) mientras el 60% estante no lo eran (dicigóticos). 

¿Cómo se explican esos números?

Mengele Auschwitz Mengele (en el centro) en el campo de exterminio de Auschwitz en 1944. (Karl-Friedrich Höcker/Wikipedia)

A lo largo de los últimos años diferentes investigaciones han intentado arrojar luz sobre qué ocurre en "Terra dos Gemeos". La explicación más famosa y que atrajo la atención de medio mundo hacia Cândido Godói la aportó en 2009 un veterano periodista argentino, Jorge Camarasa, que a lo largo de su vida escribió varios ensayos sobre el éxodo nazi en América del Sur. En su libro Mengele: el Ángel de la Muerte de Sudamérica Camarasa lanzaba una teoría que dejó de piedra a los vecinos de Cândido Godói y despertó el interés del país. 

Sus investigaciones señalan que la causa es el doctor nazi Josef Mengele, el "ángel de la muerte" de Auschwitz. Tras huir de Alemania en 1945 ante el avance de las tropas soviéticas, Mengele habría viajado primero a Argentina y más tarde a Brasil. Allí, en Bertioga, en el estado de São Paulo, murió el criminal nazi en 1979 oculto tras una falsa identidad. Antes de eso, Camarasa insiste en que Mengele realizó experimentos en Cândido Godói que explican por qué nacen tantos gemelos. 

Su teoría es sencilla. Escondido en Brasil, Mengele se resistía a abandonar los macabros experimentos que había iniciado en Auschwitz para potenciar la raza aria. La razón por la que habría escogido Cândido Godói es por su elevada población de descendientes de alemanes, rubios y de ojos azules. Según Camarasa, Mengele se hizo pasar por veterinario que realizaba también pequeños trabajos médicos, como atender varices o labores de dentista.

Mengele En Argentina Mengele durante su etapa en Argentina, en 1959.

Con esa excusa habría recorrido las granjas ofreciendo sus servicios y, de algún modo, habría logrado aplicar un tratamiento que favoreció que aquellas descendientes germanas diesen a luz gemelos. 

Camarasa apoyó su teoría con cientos de entrevistas. "Hay testimonios de que asistió a mujeres, siguió sus embarazos, las trató con nuevos tipos de drogas y preparados y que habló de inseminación artificial en seres humanos", explicaría en 2009. "Nadie sabe con certeza en qué fecha llegó Mengele a Cândido Godói, pero los primeros mellizos nacieron en 1963, año en que escuchamos por primera vez informes de su presencia". En su libro, recoge además el testimonio de personas que tuvieron relación con Mengele sin conocer su verdadera identidad. 

La publicación de Mengele: el Ángel de la Muerte de Sudamérica tuvo eco en buena parte de la prensa nacional e internacional. Quienes más sorprendidos se quedaron con sus conclusiones fueron sin embargo los propios vecinos de la localidad de Rio Grande do Sul. 

Intentando borrar a Mengele

La idea de que sus orígenes estuviesen vinculados a un personaje como el médico nazi no les entusiasmaba y decidieron recurrir a otros expertos en busca de explicaciones menos funestas.

Una de las puertas a las que llamaron fue la de la genetista Lavinia Schuler-Faccini, de la de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul. Su equipo retomó una vieja investigación que ya había iniciado en la década de los 90. La conclusión que arroja es distinta a la de de Camarasa.  El estudio analizó 42 madres de la comunidad que había alcanzado aquella desorbitada tasa de gemelos. En ellas detectó un gen que no es determinante, pero sí "predispone al embarazo de gemelos".

La endogamia en la comunidad de origen alemán y las relaciones consanguíneas, entre otros factores, habrían contribuido también a ese fenómeno. Sus causas estarían así relacionadas con el conocido como "efecto del fundador": los primeros colonizadores tendrían ya ese gen modificado, que se habría ido perpetuando con los años.

Cartel De Entrada La puerta de entrada a Candido Godoi. (Felipe P/Wikipedia)

El estudio de Faccini arrojaba también otra conclusión que desmonta la teoría de Camarasa. A pesar de lo que sostenía el periodista argentino, señala la genetista, el fenómeno en Linha de São Pedro se remontaría a antes de la supuesta llegada de Mengele. "Hay familias que tienen cinco generaciones de embarazos gemelares, desde su llegada la región", apunta Schuler-Faccini después de que su equipo buceara en los árboles genealógicos de la villa.

"La mayoría de los gemelos que observamos en Cândido Gódoi se agrupan en familias y ha sucedido así durante un largo periodo de tiempo, mucho antes que Mengele. Esto apunta a un factor genético. No tiene nada que ver con los nazis. Principalmente, porque esta tendencia es anterior a ellos y porque no habrían tenido la manera de lograr algo así en aquella época", insistía Matte a la BBC en 2015.

Como parte del estudio de Matte se analizaron más de 6.600 certificados de bautismo de las últimas ocho décadas. Una de sus principales conclusiones es que el fenómeno que Camarasa atribuye al criminal de Auschwitz se remonta al menos a la década de los 30, mucho antes de que Mengele pusiera siquiera un pie en Brasil.

Los expertos señalan aún otra incongruencia más: si el número de gemelos repuntó por el tratamiento de Mengele, ¿cómo es posible que la tasa siga alta cuatro décadas después de su muerte? El doctor Gary Steinman explicaba en 2009 que, incluso en el caso de que Mengele dispusiera de medicamentos adelantados a su época, su efecto no duraría más allá de una generación. Para Steinman, es prácticamente imposible que Mengele manejase los conocimientos necesarios para lograr los objetivos que le asigna Caramasa.

A pesar de esas evidencias, el periodista siempre se resistió a abandonar su teoría. "La hipótesis que planteé sobre la intervención de Mengele sigue siendo válida en tanto que no haya otra que la descarte de manera convincente", reivindicaba o en 2013, dos años antes de fallecer por un paro cardíaco. 

A lo largo de los últimos años se han formulado otras teorías que intentan explicar el fenómeno de Cândido Godói. Algunas apuntan a una influencia decisiva de los factores ambientales, como el agua. Acepten las evidencias de Schuler-Faccini y Matte o sean más partidarios de la teoría de Camarasa, los viajeros que se adentran en Cândido Godói siguen recibiendo el saludo del gran pórtico que identifica al pueblo como "Terra dos Gemeos".

Todos los gobernantes de la historia de Europa, resumidos en este fantástico vídeo-mapa

$
0
0

Mapa Portada

Crisol de estados y naciones, Europa siempre ha estado plagada de pequeños países gobernados, a su vez, por diversas élites y monarcas. El listado es tan largo como extensa es la historia del viejo continente. Desde que la caída del Imperio Romano desvaneciera toda esperanza de unificación política y cultural, por Europa se han diseminado multitud de reinos y, más recientemente, repúblicas. Y de la mano de todos ellos han surgido reyezuelos de toda clase y magnitud.

Naturalmente, tener un acceso directo al listado es una tarea titánico. Excepto si lo hacemos utilizando dos de las técnicas narrativas más en boga durante los últimos años: un mapa y un vídeo. El autor de tan fascinante hallazgo es Cottereau, dueño de un canal dedicado en su abrumadora mayoría a hacer de la historia mundial algo accesible a pequeña escala. El vídeo-mapa, que evoluciona conforme pasan los años, dura 19 minutos. Y todos merecen la pena.

Especialmente por el carácter voluble de la historia del continente. De la mano de los monarcas podemos entrever la existencia de múltiples autonomías políticas a lo largo de los siglos, muy lejos del ideal centralizado y aunado del que disfrutamos los europeos del presente. En tiempos de estados débiles surgieron reyes y gobernantes en territorios de lo más ignotos, y acceder a su historia y evolución es una forma de entender mejor los acontecimientos que modelaron Europa.

De especial diversión es la etapa dedicada a los reyes visigodos en España o los permanentes cambios de la Rusia del siglo XIII, en permanente flujo de invasiones y en génesis del que, siglos más tarde, se convertiría en el estado predominante del este de Europa. Por supuesto, surgen nombres y estados diminutos a cada segundo, por lo que el visionado (Wikipedia mediante) se puede convertir en un auténtico viaje a los remotos rincones de la historia continental.

Y bien, ante semejante crisol de reyes y jefes de estado, ¿cuál es el más duradero? Los registros dicen que Bernardo VII de Lippe, un pequeño estado alemán (uno de tantos) que formaba parte del Sacro Imperio Germánico. Nada menos que 81 años duró en el poder. Le sigue de cerca Guillermo IV, gobernante de Henneberg-Schleusingen (78 años, fueron coetáneos). El listado lo copan pequeños príncipes alemanes de la Edad Moderna, casi siempre de estados diminutos.

Si hablamos de Grandes Gobernantes, el premio va para Luis XIV: el Rey Sol pasó 72 años moldeando el destino de la Francia moderna (empezó con 4 años). Sólo Isabel II le pisa los talones en Europa occidental: lleva 66 años en el trono, tres por encima de Victoria. Si vive seis más sin ceder la corona a su heredero, habrá roto un récord que dura desde 1715.

Mapa Augusto Augusto partiendo la pana en el año 6 como ningún otro gobernante europeo volvería a partirla.
Mapa 514 Caos post-caída del Imperio, Europa se llena de extraños godos y teutones llamados Teodorico.
Mapa 800 Carlomagno vuelve a poner orden en el sindiós medieval de la Europa post-romana, pero la fiesta dura poco a su muerte.
Mapa 1000 En el año 1000 ya se entreve el vector que va a definir Europa durante siglos: el coche entre Francia y Alemania en el corazón del continente. Ottos y Robertos por doquier.
Mapa 1278 Europa del Este comienza a asomar la cabeza en forma de estados organizados, aunque allende Polonia todo sigue siendo un caos.
Mapa 1676 Atrás quedaba la Paz de Westfalia, y con ella la ordenación del poder en Europa en estados casi definitivos, como España, Francia o Reino Unido. El Sacro Imperio era otro cantar.
Mapa 1742 Nótese la extraordinaria resistencia y longevidad del Imperio Otomano.
Mapa 1881 Tras siglos de enormes titubeos y taifismo, Europa se organizó en torno a un puñado de grandes estados/imperios a la altura del siglo XIX. Duraría poco, pero ya tendríamos a tipos como Grévy, representantes electos y no monarcas.
Mapa 2017 A finales de 2017, la cosa funcionaba así.

La historia negra de Diogo Alves, el asesino en serie que acabó con su cabeza envasada en formol

$
0
0

Diogo Alves Cabeza

Durante años, en los ojos de Diogo Alves se reflejaron todas las expresiones del miedo. Las que se dibujaban en la mirada agónica de sus víctimas cuando las asaltaba en Lisboa, o en sus muecas crispadas y sorprendidas mientras se abalanzaba sobre ellas los oscuros recovecos del acueducto de Aguas Libres. Miedo era lo que veía Alves cuando blandía su cachiporra sobre sus cráneos. O en el confuso balbuceo con el que intentaban pedirle clemencia antes de que las arrojara desde lo alto del acueducto al valle de Alcántara.

Imágenes como aquellas se plasmaron en la retina de Alves decenas de veces entre 1836 y 1840. Casi dos siglos después sus ojos siguen abiertos, pero reflejan otra cosa. Desde 1841 a sus pupilas se asoman doctores y estudiantes de medicina. Solo muy de tarde en tarde lo hacen otros rostros, cuando el frasco repleto de formol en el que flota su cráneo sale de la Facultad de la Medicina de la Universidad de Lisboa (donde lo custodian) rumbo a algún museo luso.

El final de Alves es uno de los más rocambolescos de la crónica negra de Portugal. Poco después de que lo ahorcasen, un frenólogo solicitó al rey la cabeza del reo. Sin embargo, el curioso destino de su cráneo no es lo más sorprendente de la atribulada vida de Diogo Alves, el gallego que emigró a Lisboa a principios del siglo XIX para escapar de la pobreza y que, según sostienen algunos historiadores, se convirtió en el primer asesino en serie de Portugal.

Un sórdido asesino gallego

Su historia arranca en la aldea lucense de Santa Gertrudis de Samos. Allí nació Alves en 1810, en una familia de modestos campesinos. Al igual que otros compatriotas, cuando tuvo edad para trabajar recogió sus bártulos y cruzó el río Miño para buscarse la vida en Portugal. Como explica José Viale Moutinho en el prefacio de Os Crimes de Diogo Alves, para los gallegos el país vecino "parecía algo más próximo y menos incierto que las Indias Americanas".

En Lisboa la mayoría ocupaba puestos de aguador o carretero. Solo en la capital lusa se calcula que vivían a finales del siglo XVIII 40.000 gallegos.

Diogo Alves Grabado Diogo Alves retratado en un grabado de 1840. (Wikipedia)

Alves tuvo bastante suerte. En Lisboa logró empleos de sirviente en algunas de las casas más acaudaladas, entre ellas la de los marqueses de Penalva y Castelo Melhor. Los testimonios de aquella época lo retratan como un joven honesto, de fiar y trabajador que tras unos inicios como mozo de cuadras había logrado convertirse en cochero. Entre esas virtudes no estaría la inteligencia, lo que le valió el apodo de "O Pancada".

En 1836, cuando tenía 26 años, su historia empezó a teñirse con el tono de la crónica negra. Su patrón de entonces, el doctor Joao Tomás de Carvalho, decidió despedirlo porque le "desagradaban los instintos feroces" de los que daba muestra de vez en cuando Alves.

Alves simulaba sus asesinatos en forma de suicidio, lanzando a sus víctimas acueducto abajo tras robarles sus pertenencias a punta de navaja

El rechazo de Carvalho fue quizás la puntilla que Diogo necesitaba para iniciar su carrera criminal. Sin empleo y con la etiqueta de persona iracunda, Alves decidió cambiar las caballerizas y el pescante de los carruajes por los recovecos del acueducto de Aguas Libres. Allí, en vez de azotar a caballos para que tirasen del carro, golpeaba a los transeúntes solitarios para robarles. Después de despojarlos de lo poco que llevaban los arrojaba desde lo alto del canal.

¿Por qué el acueducto? Si la fama de hombre de corta inteligencia que arrastraba Alves estaba justificada, lo cierto es que cuando escogió el escenario de sus crímenes actuó con bastante criterio. El canal principal del acueducto es muy extenso y el más elevado de sus 35 arcos se alza a 65 metros de altura. La estructura incluye un camino público que durante la primera mitad del siglo XIX empleaban con frecuencia los campesinos. Alves los asaltaba de noche a punta de navaja y después de robarles todo lo que llevaban encima los arrojaba al valle de Alcántara.

Acueducto El Acueducto de Aguas Libres, hoy en el centro urbano de Lisboa, retratado aquí en un dibujo de mediados del siglo XVIII. (Iconographic Collections/Wikipedia)

A la mañana siguiente policía y lugareños se encontraban solo un cadáver magullado. A pesar de que aquella imagen se repetía con frecuencia, la conclusión a la que llegaban las autoridades era siempre la misma: una oleada de suicidios.

Alves mantuvo su espiral criminal a lo largo de varios años, hasta 1839. Su carrera de vándalo se torció cuando una noche asaltó a la persona equivocada: un hombre que (quizás alertado por la sospechosa ristra de suicidios) caminaba con una pistola. A Diogo no le quedó más remedio que dar media vuelta y huir. Cuando el desconocido alertó a la policía de Lisboa, sus agentes comprendieron que el reguero de cadáveres que amanecían a los pies del canal quizás tuviera otra causa.

Por precaución cerraron el paso al acueducto, con lo que Alves se quedó sin su principal aliado.

Decidido a seguir delinquiendo, el gallego fundó una banda que se dedicó a robar. Su segundo gran error fue la falta de visión a la hora de escoger a sus víctimas. La jet set lisboeta podía tolerar que no se dedicasen demasiados esfuerzos a esclarecer la muerte de unos cuantos campesinos, pero cuando la cuadrilla de Alves asaltó la casa de un destacado médico de la capital y lo asesinó a él y a su familia los resortes de la justicia portuguesa se pusieron a funcionar.

La ejecución y la fascinación

La policía detuvo a Alves poco después, en 1839. En 1840 fue juzgado y condenado y en febrero de 1841 pasó por la horca. A pesar de su periplo como bandolero en Aguas Libres, el juicio y la sentencia de muerte los motivó solo el asalto a la casa del médico. Desde el instante en el que la soga se cerró alrededor de su cuello (o puede que incluso antes), el mito de Alves empezó a crecer.

Además de señalarlo como el primer asesino en serie de Portugal, algunas voces aseguran que mató a cerca de 70 personas. La historiadora Anabela Natário, que en 2014 publicó la novela O Assasino do Auqeduto, cree que esa cifra está hinchada por la fantasía popular y reduce el número a una veintena. "Daba a sus víctimas un golpe en la cabeza, les robaba y luego los tiraba desde lo alto del acueducto”, relata. Menos optimista, Viale Moutinho cree que nunca se llegará a saber con exactitud cuántos cadáveres dejó Alves en Lisboa.

Grupo En 1909 se filmó la película "Os crimes de Diogo Alves", en el que un variado cásting, arriba fotografiado, interpretó a su banda.

En la leyenda de Alves juega un papel destacado una tabernera de Mafra que regentaba un local en Palhava, Lisboa: Gertrudes María, conocida como "A Parreirinha". Se dice que, además de su pareja, Gertrudes era la instigadora de los crímenes e incluso le ayudó a formar la banda con la que Alves empezó a robar tras el cierre del acueducto. El testimonio de una hija pequeña de Gertrudes, de apenas 10 años, habría sido determinante en el juicio que protagonizó Alves en 1840.

Lo que sí se conoce con más detalle es qué ocurrió en febrero de 1941, después de que el asesino pasase por la horca. Una de las personas que siguió el caso con más atención fue José Lourenço da Luz Gomes, uno de los cirujanos más respetados de Portugal. Además de un reconocido galeno, Da Luz Gomes era un estudioso de la frenología, la pseudociencia que sostiene que se puede reconocer el carácter de una persona si se analiza bien la forma de su cráneo.

Fascinado por la historia y la trayectoria de Alves, el médico quiso estudiar con calma la cabeza del criminal. Para conseguirlo tiró de sus contactos en las más altas esferas (era cirujano honorario de la Real Cámara), a las que formuló una petición descabellada: quería quedarse con su cabeza. Su propuesta fue bien recibida y el cráneo preservado terminó en las estanterías de la Escola Médico-Cirúrgica, de donde pasó a su ubicación actual: la Facultad de Medicina de Lisboa.

Acueducto El infausto acueducto visto hoy desde el barrio de Amoreiras. (Wikipedia)

Hoy permanece en un espacio del centro de acceso exclusivo para estudiantes. Solo de vez en cuando se convierte en la estrella de alguna exposición. En 2004, por ejemplo, acaparó miradas en una muestra organizada en el Museo Nacional de Arte Antiguo de la capital portuguesa.

Para poner el broche a la fascinante historia de Alves, incluso la identidad del cráneo está envuelta en sombras. En la etiqueta del frasco se lee "posiblemente de Diogo Alves". Para Viale Moutinho no hay duda de que se trata del asesino gallego. Consta la autorización que recibió Lourenço da Luz. El autor reconoce, eso sí, que en la estantería del famoso frenólogo llegó a haber más de un cráneo y que como mínimo contó también con el de otro famoso criminal, Matos Lobo. Natário no es tan contundente y se resiste a afirmar con rotundidad que la testa pertenezca a Alves.

Con los ojos claros abiertos de par en par, la boca cerrada en una mueca relajada, las mejillas hinchadas y el cabello rojizo flotando en el formol, la cabeza de Alves sigue acaparando miradas furtivas de los estudiantes de Medicina de Lisboa desde su tarro de cristal.

Más allá de la locura: así configuraron las fiebres del oro nuestro mundo moderno

$
0
0

Gold Rush

Este año es el 170 aniversario de uno de los acontecimientos más relevantes en la historia del mundo: el descubrimiento de oro en la mina de Sutter en Coloma, California. El 24 de enero de 1848, mientras inspeccionaba un molino para el que era su patrón, John Sutter, el trabajador James Marshall divisó algo que brillaba dentro de la fría agua invernal. "Chicos", anunció mostrando una pepita a sus compañeros de trabajo, "¡creo que he encontrado una mina de oro!"

Marshall había dado el primer pistoletazo a una fiebre global que daría cuerda al mundo con un impacto repentino y dramático. En 1848, la población de California no indígena rondaba las 14.000 personas, pero para finales de 1849 alcanzó las 100.000 y llegó a crecer hasta 300.000 personas para finales de 1853. Podemos ver la mirada enigmática de algunas de estas personas a través de fotos antiguas como daguerrotipos o ferrotipos.

Desde México y las islas Hawaii; desde América del Sur y América Central; desde Australia y Nueva Zelanda, desde el sureste de China; desde Europa Occidental y Oriental... No hacía más que llegar gente al estado dorado. Reflexionando sobre la situación unos años más tarde, Mark Twain describía celebremente a aquellos que corrieron a por el oro como

una población impulsiva e incansable ... Un conjunto de 200.000 hombres jóvenes que no eran unos simples enclenques, sonrientes y delicados, sino que eran jóvenes valientes, intrépidos, robustos y musculosos...

"La única vez que el mundo ha visto un grupo de hombres de este tipo juntos", Twain reflexionaba, y que "probablemente el mundo nunca volverá a ver algo igual". Cuando llegó a Ballarat, Australia, en 1895, Twain pudo ver de primera mano las increíbles consecuencias económicas, políticas y sociales de la fiebre del oro australiana que había comenzado en 1851 y que había dado el pistoletazo de salida a una segunda carrera mundial en busca del preciado mineral amarillo.

Eldorado Mujeres y hombres en la California de 1850. (Wikipedia)

"Los pequeños descubrimientos en la colonia de Nuevo Gales del Sur tres meses atrás", observaba Twain, "ya habían hecho que la gente emigrara a Australia, llegando en oleadas". Pero con el descubrimiento de las grandes reserva de oro del estado de Victoria, similares en tamaño a la cantidad de oro de California, "se convirtió en un aluvión de gente".

Entre la mina de Sutter en enero de 1848 y la de Klondyke (en una parte remota al noroeste de Canadá) a finales de los años 1890s, el siglo XIX se vio sujeto de forma regular a estos aluviones de gente. Entre Australasia, Rusia, América del Norte y África del Sur, los descubrimientos de oro del siglo XIX pusieron en marcha grandes oleadas de personas, material y dinero. Las nuevas minas de oro se inundaban de emigrantes recién llegados de todo el mundo: mineros y mercaderes, banqueros y constructores, ingenieros y emprendedores, granjeros y buscadores de tesoros, curas y prostitutas, santos y pecadores.

Cuando la fuerza de la primera oleada empezó a remitir, muchas personas regresaron a vidas más sedentarias en sus países de procedencia. Otros se vieron abandonados y decidieron echar raíces en los estados dorados, mientras que los que supieron aprovechar el momento de la ola del oro pusieron sus esfuerzos en nuevas minas, en nuevas tierras de granja y de pastoreo o crearon asentamientos, pueblos y ciudades. También hubo otros, poco atraídos por la idea de asentarse, siguieron a contracorriente en busca de nuevas oportunidades que la fiebre del oro pudiera traerles.

San Francisco San Francisco en 1850. (Library of Congress)

A partir de 1851, por ejemplo, cuando la fiebre del oro pasó a Australia, unos 10.000 buscafortunas dejaron América del Norte para deambular hasta las colonias británicas en las Antípodas junto a otros buscadores de oro de todo el mundo.

El oro y la historia mundial

El descubrimiento del metal precioso en la mina de Sutter en enero de 1848 fue un punto de inflexión en la historia del mundo. La fiebre del oro dio un nuevo rumbo a la comunicación y al transporte, acelerando y expandiendo el alcance de los imperios estadounidense y británico.

Fue el despertar de los cables de telégrafo, de los barcos de vapor y de las vías de tren, haciendo que algunos pueblos que no eran más que pequeños puertos pasaran a convertirse en metrópolis internacionales para el paso de bienes e inmigrantes (como fue el caso de Melbourne o San Francisco) y algunos pueblos y asentamientos de interior pasaron a convertirse en ciudades de forma instantánea (como Johannesburgo, Denver y Boise).

Este desarrollo estuvo acompañado de un aceleramiento en la movilidad (de bienes, de gente y de crédito), haciendo que crecieran los temores de la clase media ante la inminente pérdida de sus convenciones sobre los valores de respeto y domesticidad.

Gold Seeking River Operations California Un dibujo ilustra el funcionamiento de una mina en California a mediados del siglo XIX. (Harper's Weekly/Wikipedia)

Pero las nuevas conexiones globales del oro también trajeron consigo nuevas formas de destrucción y de exclusión. Las oleadas humanas, económicas y culturales que pasaban por las regiones del oro podían ser profundamente destructivas para los indígenas y para otras comunidades locales, así como para el medioambiente de la región del que dependían sus vidas materiales, culturales y sociales. Muchos de los entornos medioambientales del mundo se han visto transformados por la fiebre del oro en forma de excavaciones, montañas de desperdicios o reconfiguración de los ríos.

Ya en 1849, la revista Punch describía el espectáculo de la tierra siendo vaciada por las minas de oro. En las "regiones icticerias de California", satirizaba la revista londinense: "La corteza terrestre ya es casi inexistente... Aquellos que quieran recoger los restos tienen que dirigirse de inmediato a California". Como resultado, parecía que el mundo se iba a salir de su eje.

En Estados Unidos y en otros países, tanto los académicos, como los comisarios de museos y muchos historiadores expertos en familias nos han enseñado que, a pesar de la abrumadora mayoría de varones en las regiones del oro, no deberíamos considerar esta historia como una historia de "hombres blancos". Solamente los mineros chinos constituían más del 25% de los buscadores de oro en todo el mundo, conviviendo con los mineros blancos, así como con mujeres, indígenas y otras minorías. Esta mezcla de población es necesaria para poder entender la fiebre del oro.

La fiebre del oro en la actualidad

La fiebre del oro no es un mero acontecimiento histórico, puesto que sus consecuencias siguen siendo relevantes en la actualidad. Los beneficios a corto plazo han causado pérdidas a largo plazo: la contaminación causada por la fiebre del oro ha sido tan perdurable como su legado cultural. La contaminación histórica ha tenido un impacto a largo plazo y tanto las agencias medioambientales como las empresas siguen teniendo que adaptarse a las consecuencias.

En la mina abandonada de Berkley en Butte, Montana, el agua está tan contaminada con metales pesados que se puede extraer cobre directamente de la misma. Las minas ilegales en la Amazonia se suman a la presión para adaptarse al cambio climático de sus delicados ecosistemas y de las comunidades más débiles.

Mineros Mineros en un bar. (Sonoma County Library/Wikipedia)

Pero este tipo de fiebres no son raras en el mundo actual: la fracturación de gas de esquisto se parece a la búsqueda del oro. En Estados Unidos, la industria ya ha transformado la ciudad de Williston, en Dakota del Norte, donde el precio de los alquileres está por las nubes y la ciudad se moderniza a ritmo frenético con una población dominada por hombres jóvenes: las mismas características que una ciudad durante la fiebre del oro.

En septiembre del año pasado, el Wall Street Journal publicaba que una nueva fiebre del oro había comenzado Texas: en este caso se trata de la arena, puesto que contiene un componente esencial en la elaboración de muchos componentes de uso cotidiano y para su extracción hace falta perforar en la roca. Como consecuencia la comunidad local ha reaccionado contra la contaminación producida por el fracking de las aguas subterráneas.

El mundo de la fiebre del oro no se trata de una época lejana que solamente les interesa a los historiadores. Para bien o para mal, estas fiebres son fundamentales para entender los cambios económicos, industriales y medioambientales que dan forma a nuestro planeta en la actualidad.

The Conversation

Imagen | GSV/Flickr

Autores: Benjamin Mountford y Stephen Tuffnell. Ambos han escrito una colección titulada Una Historia Global de las Fiebres del Oro (A Global History of Gold Rushes) que será publicada por University of California Press en octubre de 2018. Se puede leer un extracto del libro en el próximo volumen de Pay Dirt! New Discoveries on the Victorian Goldfields (Ballarat Heritage Services, 2018).

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

Los mapas celestiales de los muggletonians, la secta que imaginó el universo según la Biblia

$
0
0

Portada Muggletonian

La humanidad lleva siglos tratando de descifrar qué hay más allá del planeta Tierra. A menudo, tal ejercicio de imaginación ha estado desvinculado de la realidad científica que, gracias a los avances técnicos y a la exploración espacial, disfrutamos hoy. De ahí que todas las religiones inventaran diversas cosmovisiones que interpretaran en modos filosóficos y místicos la forma física del espacio exterior, el designio de Dios no sólo para con nuestro planeta, sino para con el todo.

Los muggeltonians fueron una de las muchas sectas cristianas que, en el camino hacia la pureza bíblica, crearon un universo a la imagen y semejanza de Él. Pero hicieron algo más antes de perderse por el sumidero de la historia a mediados del siglo XIX: ilustrar sus dementes y maravillosas ideas sobre la forma del universo en unos preciosos mapas explicativos. Con ellos, sus seguidores trataban de dar una explicación convincente a la existencia de un mundo exterior celestial.

Surgidos a mediados del siglo XVII en Inglaterra, una época en la que cada nueva secta cristiana calvinista superaba a la anterior en grado de radicalismo y pureza, los muggletonians adoptaron diversas características comunes a los quákeros (aún existentes hoy) o a los ranters. Entre sus muchos preceptos, incluían una asunción física del Paraíso (diez kilómetros por encima de la Tierra) y del propio Dios (alrededor de 1,80 metros), quien a su vez fue Jesús (negaban la Trinidad).

En fin, más allá de las cuestiones escolásticas, los muggletonians se caracterizaban por presumir del acceso al conocimiento a través de Dios, y en especial a través de algunas de las escrituras del Nuevo Testamento (en concreto, el Libro de la Revelación). A consecuencia de su fe militante en el contacto con Dios (por la vía de la exploración espiritual interna), los muggletonians tenían claro cómo era el mundo a nivel físico y místico. Y por tanto negaban que el conocimiento de nuestra realidad espiritual o material pudiera alcanzarse a través de la ciencia.

Por aquel entonces figuras como Isaac Newton comenzaban a entender las mecánicas físicas que impulsaban al universo, y las teorías de Copérnico estaban relativamente bien asentadas. Para los muggletonians todos ellos eran charlatanes despreciables incapaces de comprender que la Tierra no rotaba en torno a nada, por más que la evidencia científica lo sugiriera, sino que se situaba en el centro del Sistema Solar. Siglos más tarde, un muggletonian se dispuso a demostrarlo.

Muggletonians Newton Se Equivoca Representación del universo según Newton por parte de Frost. Obviamente para derrumbarla más tarde. (David Rumsey Collection)

+

Muggletonians Dia Y Noche El día y la noche, en realidad, funcionaban así, y no como Newton había anunciado. (David Rumsey Collection)
Muggletonians Sistema De Universos Representación del sistema de universos. (David Rumsey Collection)

En Two Systems of Astronomy, Isaac Frost se dispuso a negar las teorías de su detestado Newton con una serie de ilustraciones de exquisito gusto, si bien de cero lógica científica. El libro fue publicado en 1846 y representa las absurdas teorías astronómicas de los muggletonians con un grado de detalle poco menos que admirable. El sistema de múltiples universos y de nuestro sistema solar cercano con la Tierra en el medio jamás fueron dibujados con tanto talento y cariño.

Para desgracia de la secta, Frost era uno de los pocos muggletonians que aún seguían tan alocadas creencias a mediados del siglo XIX. Al contrario que otras sectas evangélicas que sí prosperaron y perduraron, por más extravagantes que resultaran sus prácticas y creencias, los muggletonians quedarían reducidos al basurero de la historia ya en el siglo XX. Se cree que uno de sus últimos seguidores fue un británico que, antes de perecer, en 1979, legó su archivo a la British Library.

Es ahí donde podemos encontrar las obras de Frost. Como reza uno de sus seis principios fundamentales, "el único diablo es la Razón del hombre". Furibundamente antiracionalistas, a los muggletonians les podemos aceptar, sin embargo, su envidiable gusto estético.

Muggletonians Sistema Newton Otra ilustración del modelo Newton. (David Rumsey Collection)
Muggletonians Sagradas Escrituras Los muggletonians tenían muy claro cómo funcionaban las estaciones y los días con la Tierra como centro del universo. (David Rumsey Collection)
Muggletonians Sistema De Acuerdo A Las Sagradas Escrituras Meridianamente claro. (David Rumsey Collection)

Imagen | David Rumsey Collection


Jack el Destripador: 130 años de los asesinatos aún sin resolver que sacudieron Londres

$
0
0

Jack El Destripador Crimenes

Desde el infierno. Mr Lusk, Señor, os envío la mitad del riñón que saqué de una mujer y he preservado para vosotros. La otra pieza la freí y la comí, fue muy agradable. Quizá os envíe el ensangrentado cuchillo que la sacó si solo aguardáis un poco más. Atrapadme cuando podáis, Mr Lusk.

Hubo una vez una carta con sello del infierno. Tal cual, sin florituras literarias. Su autor la escribió en la sima más oscura del averno y desde allí la envió a la casa de su destinatario: George Lusk, líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel, en Londres. La misiva terminó sobre el escritorio de Lusk (junto al resto de la correspondencia del día) el 16 de octubre de 1888.

Entre la pila de manuscritos, sobres y expedientes policiales que atestaban la mesa del jefe de la vigilancia del barrio de Whitechapel, la carta del infierno destacaba a simple vista por varias razones. Primera, por los ángulos de su caligrafía, afilados como hojas de cuchillo. Segunda, porque iba acompañada de una pequeña caja. Al abrirla Lusk sintió cómo le reptaba por la espalda un hormigueo gélido. Bajo la tapa de madera había un frasquito lleno de alcohol.

En su interior flotaba medio riñón humano, blancuzco e hinchado.

El autor de la carta del infierno no era el demonio, si bien pocas personas han estado tan cerca como él de encarnarlo a esta orilla de la Estigia. Aunque al escribir la misiva para Lusk prefirió no usar su firma, en octubre de 1888 el remitente empezaba a ser ya una persona famosa en Londres. Después de haber perpetrado cuatro sangrientos asesinatos los tabloides estaban popularizando su mote, un apodo que los vecinos de Whitechapel repetían en las calles entre cuchicheos entrecortados: Jack the Ripper. O en español: Jack el Destripador.

Los crímenes de Whitechapel

Entre el verano y otoño de 1888 Jack sembró el terror en Whitechapel, un barrio situado a poco más de cinco kilómetros del centro de Londres y que a finales del siglo XIX (en plena época victoriana) distaba mucho de ser el distrito moderno que es hoy. En sus calles se entremezclaban delincuencia, alcoholismo, racismo y prostitución. Inmigrantes rusos, polacos e irlandeses se veían obligados a vivir hacinados en viviendas míseras, inmersos en la pobreza.

Con ese telón de fondo Jack el Destripador cometió su primer asesinato (reconocido, al menos) el 31 de agosto de 1888. Su víctima fue Mary Ann Nichols. La policía encontró su cadáver de madrugada, en la actual calle Durward de Whitechapel. Un par de cortes surcaban su garganta y el abdomen estaba rasgado con una hendidura e incisiones.

Crimenes De Whitechapel Mapa de 1894 en el que se señalan, en puntos rojos, los asesinatos atribuidos a Jack el Destripador. (Wikipedia)

Durante las semanas siguientes se sucedieron al menos otros tres asesinatos. Todos tenían por víctimas a mujeres que se dedicaban a la prostitución. Todos brutales, sádicos y descarnados. El 8 de septiembre los agentes encontraron los restos de Annie Chapman. Días después (en la madrugada del 30 de ese mismo mes) descubrieron dos cuerpos, los de Elizabeth Stride y Catherine Eddowes. La primera solo había sufrido un corte profundo en el cuello, lo que en su momento llevó a pensar a los investigadores que el asesino se habría visto sorprendido durante el crimen.

Con la segunda se cebó. Se supone que el fragmento de riñón que recibió Lusk junto a la carta del infierno pertenecía a la desdichada Catherine Eddowes.

Todos los crímenes atribuidos a Jack el Destripador se produjeron en un mismo año y en un radio de apenas 1,5 kilómetros, para pasmo de la policía

Poco más de un mes después llegó el último de los cinco asesinatos atribuidos de forma general a Jack el Destripador. La víctima fue Mary Jane Kelly. Los agentes la descubrieron el 9 de noviembre tendida en su cama, en una vivienda de Miller's Court. Salvo el de Stride, los cadáveres aparecían mutilados, desfigurados, con cortes en la garganta, el vientre y la zona genital. Para asombro de Scotland Yard aquella oleada de crímenes ocurría en un radio de 1,5 kilómetros.

La policía contabilizó cinco casos achacables al misterioso delincuente bautizado como Jack the Ripper. Entre 1888 y 1891 la prensa lo vinculó con algunos más. Antes de Mary Nichols se especuló con la autoría de las agresiones a al menos otras dos meretrices en Whitechapel: Emma Elizabeth Smith, quien sobrevivió al ataque pero murió poco después a consecuencia de las secuelas, y Marta Tabram, acuchillada con saña en el mismo barrio. Hoy en día no se atribuyen a Jack porque sus verdugos siguieron un modus operandi distinto.

Whitechapel Whitechapel en 1905. (Wikipedia)

Ya a finales del siglo XIX algunas voces cuestionaban que los crímenes que se vinculan a Jack los hubiese perpetrado una única persona. Dada la oleada de crueles asesinatos que asoló el East End de Londres entre abril de 1888 y febrero de 1891 suele hablarse de "los asesinatos de Whitechapel". En total dejaron 11 víctimas, todas mujeres.

A pesar de los esfuerzos que realizó la policía y la infinidad de teorías que han circulado hasta la fecha, en 2018 se cumplen 130 años de los asesinatos sin que se haya averiguado la identidad de Jack el Destripador. Trece décadas de hipótesis dejan solo una irónica conclusión: Jack ha creado más asesinos que cadáveres. Si se analiza el número de identidades que se le han atribuido, su funesto reguero de víctimas palidece. Solo a finales del siglo XIX la policía de Reino Unido llegó a investigar a cerca de 300 sospechosos.

Más supuestos asesinos que víctimas

La mezcla de pavor y frustración con la que los residentes de Whitechapel veían la falta de avances en la investigación llevó a un grupo de vecinos a fundar un comité para patrullar el barrio. El colectivo emprendió sus propias pesquisas. Su líder era Lusk, el mismo a quien Jack retaba en su carta. Antes de cesar su oleada de crímenes, se cree que el Destripador envió otra misiva y una postal para burlarse del caso. Al igual que ocurre con las víctimas, sin embargo, es difícil aclarar qué escritos son suyos (si los hay) entre la marea de anónimos que recibió la policía en aquella época.

Durante los meses en los que dio rienda suelta a su furia asesina e incluso años después, policía y prensa señalaron a diferentes sospechosos. Por su habilidad con el cuchillo los investigadores centraron su atención en los estudiantes de medicina y los carniceros, aunque también se manejó la hipótesis de que podía tratarse de una persona ilustrada. En un momento u otro, en el listado de sospechosos se contaron el escrito Lewis Carroll, el pintor Walter R. Sickter o Alberto Víctor, duque de Clarence y Avondale y nieto de la mismísima reina Victoria.

Comite De Vigilancia Viñeta del The Illustrated London News de 1888 en el que el Comité de Vigilancia ciudadana instigado por Lusk vigila a un sospechoso en la calle.

En la interminable nómina de sospechosos destacan un puñado de nombres. Uno de ellos es el barbero polaco Aaron Kosminski, que cuando se perpetraron los brutales asesinatos apenas pasaba de la veintena. Años después de los crímenes, en 1891, Kosminski ingresaría en un psiquiátrico por su "probable esquizofrenia paranoide".

En 2014 el escritor Russell Edwards aseguró a bombo y platillo haber obtenido una prueba irrefutable de que Kosminski era Jack. Según detalló el autor británico, en 2007 había comprado el chal de una de las víctimas y de él pudo extraer una muestra de ADN. Tras compararla con la de una descendiente del barbero polaco obtuvo una coincidencia apabullante. Poco después algunos investigadores alertaron de que durante las pruebas se habían cometido graves errores.

De origen polaco, como Kosminski, es otro de los sospechosos: Severin Klosowski, quien se granjeó una tétrica fama en la Inglaterra de su tiempo por envenenar a sus tres esposas y murió en la horca en 1903. Otra investigación aseguró haber desvelado la identidad de Jack gracias a una pista crucial: un diario escrito entre 1888 y 1889. En sus páginas James Maybrick, un mercader de algodón de Liverpool, confesaría haber acabado con la vida de cinco mujeres en Whitechapel y otra en Manchester y finaliza desenmascarándose como Jack el Destripador.

James Maybrick James Maybrick, uno de los siempre supuestos asesinos de Whitechapel.

El diario lo encontraron hace más de 25 años tres empleados de una compañía eléctrica mientras reformaban una vieja propiedad de Aigburth en la que habría vivido Maybrick. Los operarios se lo entregaron a un anticuario local, Mike Barret. El libro está sin embargo rodeado de polémica. Muchos cuestionan su autenticidad. Solo dos años después de editarse el propio Barret reconocería que era una falsificación, si bien terminaría retractándose de sus propias palabras.

Otras voces coinciden en que Barret no habría sido capaz de realizar una falsificación de ese calibre, elaborada y plagada de detalles sobre los crímenes.

Quizás uno de los nombres que ha sonado con más fuerza es el de Montague John Druitt, un joven e influyente abogado. Su familia le perdió la pista tras el asesinato de Mary Kelly, la última víctima "canónica" de Jack. Un mes después se halló su cadáver flotando en avanzado estado de descomposición en las aguas del Támesis. Sus nombres se suman a otros muchos, como el del estafador Michael Ostrog, Francis Tumblety, John Pizer (apodado "Leather Apron"), William Bury, Sir John Williams, cirujano amigo de la reina Victoria, y muchos otros.

En la lista hay incluso mujeres (Elizabeth Williams y Mary Eleanor Pearcey) e incluso se apuntó a la connivencia del inspector Frederick Abberline, uno de los agentes que investigaron los homicidios. Con mayor o menos convicción, las dudas se cernieron sobre ellos. En muchos casos en base a teorías o ficciones recientes. 130 años después de los crímenes de Whitechapel sin embargo no es mucho más lo que se sabe hoy que a finales del XIX. Quedan las víctimas, el mito, las sospechas... Pero su identidad sigue siendo la de un criminal descarnado que parece escribir desde el infierno.

Otro Supuesto Montague John Druitt, otro sospechoso.

En torno a la incógnita de quién sostenía el cuchillo que acabó con la vida de cinco prostitutas de Whitechappel entre el verano y otoño de 1888 se ha creado todo un universo. La lista de libros que indagan en el caso crece año tras año y las calles que sirvieron de escenario a los macabros asesinatos son hoy una atracción turística: un museo recuerda los sucesos en el East End de Londres y rutas guiadas permiten a los visitantes revivir el ambiente de la City a finales del siglo XIX con sus ambientes dickensianos y sórdida pobreza.

Trece décadas después Jack el Destripador es una pila de incógnitas, víctimas de carne y hueso... Y un tétrico negocio. Hace solo unas semanas una casa de subastas de Folkestone (Inglaterra) adjudicaba por 25.000 euros una de las cartas que se atribuyen al asesino.

Palestina, 1947: los mapas que ilustran cómo era la región antes de la creación de Israel

$
0
0

Mapa Palestina 1947

La historia de Palestina durante la primera mitad del siglo XX es la historia de un conflicto en permanente escalada. Desde que el Imperio Británico declarara casi de forma simultánea tanto su apoyo a un hipotético estado árabe independiente a surgir de las cenizas del Imperio Otomano como su reconocimiento del "hogar nacional" judío en la misma región, Palestina ha sido una cuestión abierta. Un escenario extraordinariamente complejo para el que sigue sin haber solución.

Una forma de entender el conflicto es acudiendo a los mapas. El de hoy dibuja un escenario en el que los territorios palestinos han quedado o bien constreñidos a pequeñas franjas de terreno, como Gaza, o bien a espacios progresivamente colonizados por Israel, como Cisjordania. A priori, tanto Israel como Palestina deberían quedar constreñidos a los límites marcados por Naciones Unidas en 1948, un plan que dividía ambos territorios en porciones de terreno y población similares.

La partición original de Palestina, ideada para acomodar las reivindicaciones árabes y judías, jamás se cumplió. La guerra civil de aquel mismo año y el posterior conflicto internacional, intervención de las principales potencias árabes mediante, se saldó con la victoria de Israel y la ocupación tanto de su hipotético terreno como del 60% correspondiente al estado árabe. Aquel episodio, bautizado por los palestinos como "nakba", o catástrofe, provocó un masivo desplazamiento de población.

Se calcula que alrededor de 700.000 árabes abandonaron sus localidades y hogares ante la llegada de las autoridades israelíes. Gran parte de los desplazados se concentran hoy o en Gaza, con una densidad de población entre las más altas del planeta, o Cisjordania. Medio siglo largo después, Israel ha reutilizado, destruido o reedificado gran parte de las poblaciones árabes que ocupó tras su victoria militar, un proceso que ha redefinido el mapa histórico de Palestina.

¿Pero cómo era la región antes de 1948? Tan ambiciosa pregunta trata de responder Palestine Open Map, un proyecto simpático a la causa palestina y financiado por varias organizaciones que ha logrado reunir diversos mapas históricos para comparar la distribución demográfica de antaño y la actual. Se encuentra en una fase beta y se puede explorar aquí. Se incluyen mapas otomanos, los numerosos ejemplos cartográficos británicos, y un mapa satélite de este mismo año.

Asentamientos Que Aun Se Mantienen Asentamientos árabes aún existentes tras la creación del estado de Israel, en 1948.
Asentamientos Abandonados Asentamientos que fueron abandonados por los árabes y reconstruidos posteriormente por los israelíes.
Asentamientos Abandonados Dos Asentamientos abandonados por los árabes y no reutilizados o reconstruidos por los israelíes.

El proyecto es interesante por varios motivos. Primero, por su carácter documental: gran parte de los mapas empleados en la plataforma se encontraban en la red, pero su digitalización había sido errática y su visualización era harto compleja. Palestina Open Map los ha simplificado y expuesto al modo de un Google Maps moderno. Segundo, por su carácter histórico: los mapas permiten comparar de forma sencilla qué poblaciones árabes existían y ya no existen antes de Israel.

Dado que gran parte de las reivindicaciones de las autoridades palestinas rotan en torno a la recuperación de los territorios perdidos tanto en 1948 como en 1967, los mapas ilustran de forma clara qué espacios estaban poblados por los árabes y cuáles dejaron de estarlo tras los conflictos. El mapa incluye una leyenda donde podemos ver qué pueblos siguen en pie y ocupados por palestinos, cuáles fueron abandonados y destruidos, abandonados y reutilizados por Israel, y abandonados y reconstruidos por las autoridades judías, además de los construidos de cero por Israel.

Reconstruido Destruido Sobre un mapa realizado por las autoridades británicas a mediados de los años 40, se señalan las localidades abandonadas y reconstruidas por los israelíes (en rojo), las abandonadas de forma indefinida por los palestinos (en amarillo), y las construidas de cero por los israelíes (en gris). Es la parte norte del actual Israel (en verde la frontera originaria entre ambos estados), y ofrece una idea muy aproximada de la completa reconstrucción demográfica que siguió a las guerras.
Mapa Reconstruido Sobre un mapa realizado ya por las autoridades israelíes tras su independencia, se ilustran los asentamientos aún existentes, los abandonados y/o reconstruidos por Israel y los de nuevo cuño tras la independencia de Israel. Al este de Jerusalén proliferan los aún existentes, gracias al control que ejerce la autoridad palestina sobre Cisjordania.
Localidades Despobladas El mapa otomano de 1880 ofrece una visión muy clara de lo que fue Palestina mucho antes de la creación del estado de Israel. Numerosas poblaciones señaladas en el mapa coinciden exactamente con localidades abandonadas por los árabes tras la guerra de 1948. La escala del desplazamiento demográfico fue gigantesca.

Hipotéticamente, la labor documental de Palestine Open Map permitiría asentar de forma clara las disputas en base a un archivo histórico fidedigno. En todo caso, es una hipótesis muy optimista: años de conflictos entre ambos bandos han mostrado lo complejo de una negociación que permita, en algún momento, recuperar el plan de partición de 1948. Se trata de un mapa ya oxidado sobre el que pesan demasiados años de historia, demasiados muertos mediante, como para recuperarlo.

En todo caso, Palestine Open Map es un viaje útil para entender mejor qué ha pasado durante las últimas siete décadas en Palestina. Un ejercicio que permite descubrir cómo se distribuía la población árabe antes de la creación del estado de Israel y cómo Israel ha construido nuevas localidades (en ocasiones gigantescas y partiendo prácticamente desde de cero, como Ashdod o Dimona).

Ashdod 1 Mapa de Palestina en 1946, realizado por el Imperio Británico. El que posteriormente sería el puerto de Ashdod, una gran ciudad israelí y principal nodo comercial marítimo del país, no aparecía en los mapas por un motivo simple: no existía.
Ashdod 2 Hoy Ashdod es la cuarta ciudad israelí en tamaño.
Haifa1 El crecimiento de Haifa, de una diminuta localidad árabe en 1880...
Haifa2 A una gran ciudad ya en plena década de los años 40. Hoy es la tercera ciudad israelí.
Tel Aviv 1 La historia de Tel Aviv es paradigmática del propio estado de Israel. Hasta bien entrada la primera década del siglo XX la única ciudad histórica en su actual localización era Jaffa, poblada mayoritariamente por árabes. Su fundación en 1909 representó el primer asentamiento judío en la zona. El mapa otomano de finales del XIX no la representa.
Tel Aviv 2 Hoy, sin embargo, Tel Aviv es la segunda ciudad más grande de Israel y ha superado ampliamente a Jaffa (a la que ha absorbido administrativamente). En el plazo de apenas un siglo, las políticas desarrollistas de Israel y la fuerte migración internacional que siguió a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial la convirtieron en una urbe gigantesca prácticamente creada desde cero.

Eres gay porque "Dios te hizo así": las palabras del Papa que van a cambiar la actitud de la Iglesia

$
0
0

Dl U399342 006

Un hombre se reunió durante tres días con el Papa Francisco para tener en privado unas charlas cuyo contenido se ha hecho público ahora. El hombre rebeló al pontífice que era gay. Esto se ha convertido en noticia por la respuesta que le dio el argentino: si era homosexual es porque Dios le había hecho así, y además, esta condición “no es importante” para su vida o su fe.

Catolicismo pro-LGBT: sus declaraciones son lo más cercano que se ha visto jamás en el seno de la Iglesia católica de una aceptación plena de la homosexualidad. Hasta hace unos años, desde el papado de Juan Pablo II, la retórica oficial giraba en torno a defender que se trataba de un defecto menor, algo que debería curarse. Jorge Bergoglio dio otro paso al frente en 2013, cambiando el punto de vista de la Iglesia al decir: “si alguien es gay y está buscando ayuda del Señor, ¿quién soy yo para juzgarle?”. Estas últimas declaraciones del Papa, como representante máximo de la Iglesia y del Vaticano, hacen que se modifique la postura oficial de la Santa Iglesia acerca de esta cuestión.

Juan Carlos Cruz: es el nombre del hombre que habló con Benedicto XVI. Él habló con el Papa por su condición de superviviente de abusos sexuales clericales. Le había violado repetidamente siendo menor el sacerdote chileno Fernando Karadima, quien tuvo un turbio proceso judicial primero archivado y después reabierto para ver cómo la Iglesia le expulsaba de por vida de su comunidad.

Los abusos de la Iglesia: el tema tabú que nadie quería tocar en Chile ha sido el último escándalo (y seguramente no el único en los próximos años) que ha tenido que enfrentar el actual Papa. Francisco ha acusado a la Iglesia chilena de "falta de transparencia". Los obispos chilenos habían encubierto fuertemente los abusos, e incluso el Papa tachó las acusaciones de "calumnias". Ahora se van a depurar las responsabilidades de los delitos de estas décadas llevando incluso a despidos masivos.

Basado en hechos reales: el extenso informe de dos eclesiásticos, uno español y otro maltés, han sido en buena parte lo que ha hecho cambiar al Papa de postura. En el documento se explicaba cómo la organización, después de minimizar el impacto de sus delitos, apartaba a los curas del cargo pero los trasladaba a otros “cargos diocesanos o parroquiales que implican un contacto cotidiano y directo con menores de edad”. La Iglesia ha sido incapaz durante muchos años de admitir su culpa y erradicar a los criminales de su seno. Además, debido al poder de esta institución en países como Chile o España han actuado con cierta inmunidad. Todo esto se puede ver en la película chilena El Club, de Pablo Larraín.

Amoris Laetitia: el proceso de aceptación de la Iglesia de las personas y familias LGTB y divorciadas viene ya dado por la exhortación apostólica presentada por Francisco en 2014 y por la que la Iglesia tendrá que mostrar una postura más pastoral acerca de las cuestiones familiares. Es también un documento que le ha valido acusaciones de herejía al papa por parte de otros eclesiásticos y la razón de una pequeña guerra interna que enfrenta a progresistas y conservadores contra la que el pontífice tendrá que luchar.

¿Es Ciudadanos un partido nacionalista? Su discurso frente a las definiciones de los historiadores

$
0
0

Rivera Nacionalista

El pasado fin de semana Albert Rivera presentaba en sociedad "España Ciudadana", una plataforma cívica compuesta por diversas personalidades públicas con el ánimo de "volver a estar orgullosos de ser españoles" y "recuperar el prestigio que ha perdido nuestro país". Las palabras de Rivera fueron ampliamente compartidas en redes sociales, en muchas ocasiones con sentido crítico, por su carácter "nacionalista" y por una exaltación vacía de los valores nacionales.

En su discurso, Rivera incluyó el siguiente fragmento, a la postre convertido en meme: "Recorriendo España yo no veo rojos y azules, veo españoles; no veo jóvenes y mayores, veo españoles; no veo creyentes y agnósticos, veo españoles. Vamos a unirnos para recuperar el orgullo de pertenecer a esta gran nación". El lanzamiento de "España Ciudadana" culminaba así el largo giro al centro, y hacia el patriotismo español, iniciado por Ciudadanos desde las últimas elecciones generales.

Las acusaciones posteriores de "nacionalismo" a la formación, una cuyo capital político en Cataluña y gran parte de España ha estado monopolizado por su oposición a tan tóxico término, llevaron a algunos de sus afiliados y simpatizantes, como Luis Garicano, ha señalar que en ningún caso las palabras de Rivera podían calificarse como tales. Sólo como "patriotismo", dado que no existía ánimo "supremacista", "excluyente" o "esencialista". El tuit de Garicano espoleó otro intenso debate.

Los tres últimos términos empleados por el economista cobran sentido si pensamos en el carácter reactivo de "España Ciudadana". El lanzamiento de la plataforma ha coincidido con la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat de Catalunya. Torra es un conocido nacionalista catalán conservador que ha definido a los "españoles" como "bestias" fruto de un "bache en el ADN" en diversos artículos, trazando un cuadro xenófobo y radical de sus postulados independentistas.

La investidura de Torra ha supuesto el primer bache en el discurso soberanista sobre "un sol poble" y el "derecho a decidir", dos categorías democráticas que sustituían la esencia nacional del proyecto independentista. En su caso también existía una necesidad de alejarse del término "nacionalista", disputadísimo en muchos entornos del independentismo catalán, como la CUP o ERC, por sus connotaciones arcaicas, y sustituido por un espectral "independentismo no nacionalista" basado en un proyecto cívico común (y soberano) de Cataluña.

Durante el último año Ciudadanos y otros sectores del constitucionalismo español han respondido al relato independentista tildándolo de "racista" o "supremacista", anclando su retórica a las clases pobres castellanoparlantes que abrumadoramente votan a partidos en contra del procés. De ahí que Garicano pusiera el acento en palabras como "excluyente" o "esencialista": esa misma ha sido la base de su crítica al proyecto independentista. La "España Ciudadana" se construía así en contraposición al proyecto del soberanismo catalán, por lo que no podía ser "nacionalista".

¿Pero lo es? Naturalmente, tanto el independentismo catalán como Ciudadanos reniegan del término. El nacionalismo está aún demasiado ligado a los espantosos acontecimientos que llevaron a Europa al borde del abismo. En España, de forma aún más particular, la palabra "nacionalismo" se asocia de forma indeleble a los partidos periféricos que plantean reivindicaciones autonomistas para Galicia, Cataluña o País Vasco, entre otras regiones. Los partidos nacionales son ajenos a ella.

"España Cuidadana" busca capitalizar una característica del electorado que, a tenor de las numerosas banderas que pueblan las calles desde el año pasado, cotiza al alza: la identidad nacional española. Según Rivera o Garicano, la exaltación de tan relevante coordenada política no implica que las ideas de Ciudadanos sean "nacionalistas". Y dadas las trampas que el ecosistema español pone al debate sobre el "nacionalismo" (fuerzas de ámbito nacional vs. fuerzas periféricas + constitucionalismo vs. independentismo), es difícil resolver la cuestión.

De modo que lo más fácil es acudir a los especialistas. Historiadores y politólogos que durante el siglo XX elaboraron el corpus académico e intelectual sobre el nacionalismo y que lo definieron en función de diversas coordenadas. ¿Encaja la "España Ciudadana" y el discurso del pasado fin de semana de Rivera en su definición de "nacionalismo"? Veamos.

Según Gellner

Ernest Gellner es quizá el académico que más ha estudiado los fenómenos de "nación" y "nacionalismo". Sus teorías han sido enormemente influyentes, si bien muy disputadas. Para Gellner, la existencia de una identidad nacional colectiva fue consecuente al nacimiento de las sociedades industriales y el alumbramiento del estado moderno. Cristalizadas en Nación y nacionalismo, sus ideas le otorgaban un carácter instrumental y necesario para la configuración de las sociedades (nacionales) post-agrarias. Si hay estado moderno debe haber nacionalismo.

Desde su punto de vista, la educación era la principal herramienta que argamasaba a la "nación" y, por ende, al "nacionalismo". Una sincronía casi obligada entre la "unidad política" y la "unidad cultural", y que explicaría la necesidad de homogeneizar étnicamente los estados.

El nacionalismo es una teoría política de legitimación que requiere que las fronteras étnicas no se crucen sobre las políticas (...) El nacionalismo es, esencialmente, la imposición general de una alta cultura en la sociedad, donde previamente las bajas culturas habían dominado las vidas de la mayoría, y en algunos casos de la totalidad, de la población (...) Significa una difusión generalizada de un idioma supervisado por la academia a través de la escuela, codificado para los requerimientos precisos de la comunicación burocrática y técnica. Es el establecimiento de una sociedad anónima e impersonal con individuos atomizados mutuamente sustituibles, aunados por encima de todo por una cultura compartida.

La definición de Gellner es amplia pero no es esencialista (no considera a la nación una constante pre-moderna, sino el fruto de un proceso histórico), pero desde este punto de vista Ciudadanos sí encajaría en la idea de un "partido nacionalista", en tanto que su nueva plataforma e ideario busca la creación de una comunidad política y nacional afín dentro de los márgenes del estado español. Sin embargo, es complejo excluir a cualquier partido del ámbito nacional que sea siguiendo las pautas de Gellner, que aunaba el proyecto del estado moderno al del nacionalismo.

Según Smith

Anthony Smith es quizá el nombre de referencia a la hora de iniciar cualquier estudio sobre nacionalismo. Suya fue la diferenciación entre "nacionalismo cívico", definido como aquel que se constituye en torno a un consenso social en torno a las leyes y las reglas, las obligaciones y los beneficios impuestos por un estado compartido, y el "nacionalismo étnico", aquel que surge de la toma de conciencia en torno a una lengua, una cultura o un territorio común. Para Smith, todos los movimientos nacionalistas compartían elementos "cívicos" o "étnicos" en mayor o menor grado.

Smith dedicó algunas palabras a los nacionalistas en su clásico Los orígenes étnicos del Estado.

Quizá la cuestión central en nuestro entendimiento del nacionalismo es el rol del pasado en la creación del presente. Esta es ciertamente el área donde se han dado las más afiladas divisiones entre los teóricos del nacionalismo (...) Para los nacionalistas el rol del pasado es claro y aproblemático. La nación siempre estuvo ahí, es parte de un orden natural, incluso cuando quedó sumergida en los corazones de sus miembros. La tarea del nacionalista es recordar a sus compatriotas de su pasado glorioso, de tal modo que puedan recrear y revivir aquellas glorias. (...) Los nacionalistas tienen un rol vital en la construcción de las naciones como arqueólogos políticos, redescubriendo y reinterpretando el pasado común de cara a regenerar la comunidad (...) Sus interpretaciones deben ser consonantes no sólo con las demandas ideológicas del nacionalismo, pero también con la evidencia científica y la resonancia popular.

De forma más precisa, Smith definió con brevedad el término en 2001:

Un movimiento ideológico para obtener y mantener la autonomía, la unidad, la identidad de una población que algunos de sus miembros desean constituir en una existente o potencial nación.

Smith considera que si bien las naciones son creaciones modernas, existen elementos étnicos y culturales pre-modernos que permitieron su surgimiento. Desde este punto de vista, el nacionalismo y la nación serían elementos hipotecados a un pasado, a una cultura y a una etnia común. Su visión choca con la de Gellner, centrada en la aparición del nacionalismo como una forma de aunar la identidad en las sociedades modernas tras el derrumbe del mundo agrario y estamental.

Según Breuilly

Los estudios de John Breuilly, sintetizados de forma emblemática en Nationalism and the State, se centran en el nacionalismo como una ideología reactiva, es decir, construida en oposición a un poder constituido. Al igual que Gellner, Breuilly juzga al nacionalismo de forma instrumental, como una herramienta capaz de construir una identidad común (en este caso, al margen del contexto cultural o de las afinidades étnicas) en torno a un proyecto político. En concreto:

El término nacionalismo se utiliza para referirnos a movimientos políticos buscando o ejerciendo el poder del estado y justificando sus acciones con argumentos nacionalistas. Un argumento nacionalista es una doctrina política construida sobre tres aserciones básicas: que existe una nación con un carácter explícito y peculiar; que los intereses y los valores de esta nación tienen prioridad sobre otros intereses y valores; y que la nación debe ser tan independiente como sea posible. Esto requiere generalmente de al menos la obtención de la soberanía política.

El nacionalismo, así, es una "fuerza política" surgida por las necesidades de la construcción del estado moderno. Tendría poca o ninguna relación con las realidades culturales o étnicas previas a la existencia de dicho estado y tendría cierto carácter maleable: "Los nacionalistas crean su propia ideología a partir de su propio sentido subjetivo de la cultura nacional".

Ndera Espana Cataluna (Gtres)

Según Hechter

Michael Hechter cuenta con un amplio bagaje académico en el estudio del nacionalismo. Su obra más conocida, Containing Nationalism, se adhiere a las teorías de Gellner y Breuilly en su interpretación política y por tanto moderna del nacionalismo. Herramienta aglutinante del estado centralizado y de la sociedad de clases surgida durante la industrialización, el nacionalismo de Hechter incluye hasta cuatro categorías (de construcción estatal, periférico, irredentista y de unificación) para sus diversas formas durante los últimos dos siglos.

En su visión, el nacionalismo es una "acción colectiva diseñada para conseguir que las fronteras de la nación sean congruentes con aquellas de la unidad de gobierno". Hechter rechaza las tipologías maximalistas del nacionalismo (cívico vs. étnico) y considera que las formas en las que se da son específicas a cada situación. En el caso de Ciudadanos, la definición que más podría aproximarse a su ideología podría ser la del "state-building nationalism", una que querría unificar las múltiples identidades de los estados multinacionales en una concreta y prevalente:

Es el nacionalismo personificado en el intento de asimilar o incorporar territorios culturalmente distintivos en un Estado cualquiera. Es el resultado de esfuerzos conscientes por parte de los gobernantes centrales para hacer de una población multicultural una culturalmente homogénea.

Sin embargo, las categorías planteadas por Hechter tienden a fijarse en procesos históricos de largo alcance mucho antes que en discursos políticos del presente. Consciente de ello, incluye una interesante mención al término "patriotismo", el más utilizado de forma habitual por los políticos que, como Pablo Iglesias o Luis Garicano, desean exaltar las virtudes saludables de la identidad nacional sin caer en las trampas retóricas del nacionalismo. A este respecto opina Hechter:

Aunque el patriotismo (el deseo de elevar el prestigio y el poder del estado nación en relación a sus rivales en el escenario internacional) es habitualmente considerado como nacionalista, la presente definición descarta su uso. El patriotismo no es una forma de nacionalismo en absoluto, dado que aquí las fronteras de la nación y del gobierno son ya congruentes. Esta limitación no es, sin embargo, demasiado dañina. Dado que pocos estados, si quiera alguno, califican como "estado-nación", el patriotismo (tal y como se define en este libro) apenas existe. La mayor parte de lo que pasa como patriotismo en el habla común antepone implícitamente los intereses de una nación (N.d.T: entendida como nacionalidad) a los de otras en los estados multinacionales. En el contexto actual, tales actividades son ejemplos de nacionalismo de construcción estatal.

Según Hobsbawm

Quizá el historiador más admirado del siglo XX, Hobsbawm colocó al fenómeno del nacionalismo en una posición preferente en sus estudios. Lo hizo en varios trabajos, destacando Naciones y nacionalismo desde 1870 y el célebre La invención de la tradición, suscribiéndose en parte a las ideas de Gellner pero también revisándolas. Hobsbawm se adscribió a su definición del nacionalismo como "un principio que establece que la unidad política y nacional debe ser congruente".

En sus palabras:

[A la definición de Gellner] Añadiría que este principio implica que el deber político de los Ruritanos a la política que abarca y representa la nación Ruritana está por encima de cualquier otra obligación pública, y en los casos más extremos (como las guerras) por encima de todas las demás obligaciones sean del tipo que sean. Esta implicación distingue entre el nacionalismo moderno y otras formas menos exigentes de identificación grupal nacional que podamos encontrar.

Ahora bien, sus trabajos exploraron tanto la construcción del nacionalismo desde arriba (como el elemento instrumental y aglutinador de las nuevas sociedades modernas dentro de un mismo estado, al modo de Gellner y Breuilly) y como un fenómeno que surge desde abajo, entre las comunidades que son objeto de la intensa nacionalización por parte de las élites y que asumen una cultura, un pasado, unas tradiciones y una identidad comunes. Aunque sean ficticias e inventadas, el lazo y la conexión entre las gentes de una nación son igualmente claves para su síntesis.

Para Hobsbawm, el nacionalismo como movimiento político tendría la misión de estrechar y reforzar las narrativas (las tradiciones inventadas) de unión nacional. Servirían como legitimadores de la unidad y la soberanía política de un cuerpo político (nacional), construirían la identidad nacional. Desde ese punto de vista, la plataforma "España Ciudadana" sí podría encajar en la definición de "nacionalismo", en tanto que busca afianzar los nodos que forman la identidad nacional española.

Según Anderson

En este sentido, merece la pena añadir las teorías de Benedict Anderson. De forma muy singular, Anderson escribió una de las teorías más excitantes y atrevidas en torno al nacionalismo. Cristalizadas en Comunidades Imaginadas, un libro extremadamente influyente, Anderson definía a la nación como una "comunidad imaginada", un espacio político definido y soberano donde sus miembros deben imaginar la existencia (y la convivencia en un proyecto común) de los demás miembros, en tanto que jamás llegarán a conocerlos en su totalidad.

De forma simple, un sevillano necesita imaginar que hay lucenses, cántabros, oscenses y castellonenses compartiendo una identidad común, la española. ¿De qué modo? Anderson dota de una importancia extraordinaria a los medios de comunicación modernos (prensa y revistas) que permitieron a los habitantes de muy dispersos y diversos lugares pensar la nación en su conjunto, aunque jamás hubieran salido de su aldea. Una "fraternidad" lo suficientemente potente, asumida desde abajo y fomentada desde arriba, para arribar a un proyecto nacional.

Es útil mencionar también las teorías sobre el "nacionalismo banal" de Michael Billig, la construcción mundana y diaria de la identidad nacional a través de elementos informales como los programas de televisión o los equipos de fútbol (o las redes sociales)). Ambos, y otros teóricos descritos más arriba, entienden el "nacionalismo" como el proyecto que apuntala y fomenta los vínculos que generan la identidad colectiva de una nación, y que la hipotecan a un proyecto donde el interés nacional prima.

El grado en el que esa "primacía" (en la retórica y las políticas) se ejecuta es lo que, en nuestro discurso político diario, nos lleva a pensar en un partido como "nacionalista" o no. En esencia, casi todos tienen elementos aglutinantes, asumen un proyecto común y una identidad (más o menos leve) compartida por la comunidad política concreta. Si acaso, lo que diferencia a un político nacionalista es un carácter más apologético de la nación como ente abstracto, un discurso donde el acento se coloca de forma explícita en los elementos formales del estado-nación.

La línea que separa a unos de otros es fina, y en ocasiones compleja de definir.

“Ancalabuela”, así evidencia un profesor estadounidense el mito de la pronunciación correcta del inglés

$
0
0

Snip 20180525200709

Charlie Geer, profesor de inglés en el gaditano municipio de Jeréz de la Frontera, cuenta uno de sus problemas más comunes en su trabajo. Cada tanto sus alumnos se revelan indignados por su “incorrecta” forma de enseñarles el idioma. “Una botella de agua” no es “oboreloguorel”, sino “obotelofguoter”. De esta anécdota parte el tuitero para evidenciar una controversia habitual de la lengua que, precisamente por dónde da clases, tiene mucha gracia.

La paja en el ojo ajeno. Sus alumnos son andaluces, hablantes de un castellano que tradicionalmente se ha considerado inferior al de Castilla. Si las gentes del sur de Estados Unidos enseñaron a Geer desde pequeño a expresar la erre como el fonema /w/ y a amontonar palabras, a sus alumnos, como a Gema, les enseñó a comerse las letras. El ejemplo más paradigmático, decir en cuatro sílabas lo que normalmente se diría en ocho. Se viene de “ancabuela”.

Avanzadilla fonética. Las expresiones lingüísticas de Carolina del Sur y Andalucía (tomémosles por un momento como un conjunto uniforme) tienen algo en común, se las puede considerar innovadoras por su economía fonética. Innovación, decimos, porque acomodan las palabras a una forma más sencilla y rápida de hablar que lo que demuestra la realidad de la escritura. Como explican los lingüistas, en un primer momento la escritura es un artificio posterior al habla e inicialmente es la primera la que se adapta a la segunda (aunque luego se produzca una retroalimentación). Por ejemplo, hoy pocos castellanoparlantes distinguen entre la be y la uve al hablar, pero hace muchos muchos años esto era motivo de mofa de franceses y alemanes.

El mito del seseo. Vale también para el ceceo. No es algo de hablantes de español cerrado ni algo de pueblos andaluces. En realidad Una inmensa mayoría de hablantes de español sesean. Andaluces, canarios, gallegos valencianos, vascos (yep)… pero también latinoamericanos. Es parte de las ramificaciones de la evolución de la lengua. El castellano antiguo tenía dos formas distintas de pronunciar y escribir el sonido ce y el sonido ese. Se cree que sobre finales del siglo XVI el sonido /dz/ y /z/ desaparecieron dejando sólo los sonidos /ş/ y /s/ en el norte de la península ibérica. Sin embargo, en Andalucía la distinción entre todas estas consonantes desapareció antes y se resolvió el dilema escrito leyéndolo todo como ese, con una apasionante problemática clasista de por medio y con Sevilla como cuna del movimiento. Como muchos sevillanos y andaluces fueron a "hacer las Américas", la pronunciación se extendió.

Y el mito de estudiar “inglés”. Geer pincha hueso porque su acentazo sureño es muy llamativo, no el que suelen entonar los profesores nativos que vienen a España, que siempre ha mirado el acento de las islas británicas (en realidad, un estilo muy concreto, el Cambridge) como el correcto. Hay decenas de variedades de acentos en inglés sin entrar ya a las lenguas de los guettos. Y no sólo va de pronunciación la cosa, hasta el vocabulario y la ortografía es distinto entre el inglés de uno y otro continente. Como recuerdan en muchas escuelas, si vas a ir a trabajar a Londres es posible que te convenga seguir estudiando el idioma a la antigua, pero si tienes como objetivo acabar hablando con gente al otro lado del charco, piénsate si no es mejor decir “oboreloguorel”.

Martin Van Butchell, el sacamuelas inglés que compartió consulta con su mujer embalsamada

$
0
0

Martin Van Butchell

Entre el verano de 1940 y la primavera de 1941 la Alemania nazi sembró el caos en Reino Unido. Los aviones de la Luftwaffe descargaron sobre las principales ciudades del país bombas que mataron a decenas de miles de personas y redujeron edificios a poco más que escombros y cenizas. Durante meses Londres vivió entre el aullido de las sirenas antiaéreas, el retumbar de las detonaciones, un horizonte teñido por las llamas y los cañonazos con los que las tropas británicas intentaban limpiar el cielo de bombarderos y cazas germanos.

Antes de que Alemania se centrase en otros objetivos sus bombas dañaron edificios emblemáticos de la City. Buckingham Palace, Temple Church o Westminster sufrieron las terribles descargas de la Luftwaffe. Aún hoy cuando los turistas visitan la célebre abadía donde reposan los restos de Isaac Newton y Charles Darwin pueden apreciar parte de los destrozos ocasionados durante el Blitz.

Aunque pasó mucho más inadvertida, los bombarderos nazis dejaron otra secuela en el corazón de Londres: borraron para siempre una de sus sonrisas más longevas (con permiso de las momias del British Museum), la que durante 166 años había brillado día y noche, sin pausa ni flojear un solo minuto, en el rostro de Maria Van Butchell.

La desdichada Mary descansaba desde hacía más de siglo y medio en una esquina del Royal College of Surgeons cuando en mayo de 1941 un bombardero la sepultó entre escombros. En realidad Maria había muerto bastante antes de que Hitler hubiese nacido, en 1775. Su pasamiento no habría tenido nada de especial si no hubiera estado casada con uno de los ingleses más excéntricos del siglo XVIII: Martin Van Butchell, un sacamuelas que se paseaba por la City a lomos de un poni pintarrajeado con lunares de colores y con una luenga barba de Merlín.

Embalsamar a tu mujer, ¿acto de amor?

Cuando en 1775 Martin perdió a su esposa decidió recordarla de la forma más disparatada (y siniestra) que se le pasó por la cabeza. Con la ayuda de los doctores William Hunter y William Cruikshank embalsamó su cadáver. Además de conservantes, durante la macabra operación recurrieron a piezas de cristal que simulaban los ojos de Mary y tintes para dar vitalidad a sus mejillas. El raído vestido con el que se había casado años antes les sirvió para engalanarla.

Maria Van Butchel Maria Van Butchel pasó siglo y medio embalsamada.

La decisión de Martin no era habitual, pero tampoco un caso único en el Londres del siglo XVIII. Trece años después un viajero francés relataría con mal disimulado estupor qué se había encontrado durante su visita al laboratorio del anatomista británico John Sheldon: el cadáver desnudo y embalsamado de su amante, una joven que había fallecido por las mismas fechas que Mary Van Butchell.

El cuerpo de la amante de Sheldon descansaba en el fondo de una caja de madera. Gracias a una tapa acristalada el anatomista podía presumir ante las visitas de la magnífica labor que había realizado. "Tenía el cabello castaño fino y se extendía como en una cama", dejaría escrito el francés entre sus notas. "Sheldon levantó el cristal y me hizo admirar la flexibilidad de los brazos, una especie de elasticidad en el pecho e incluso las mejillas. También la preservación perfecta de los otros órganos del cuerpo. Incluso la piel retenía parcialmente su color, aunque se expuso al aire".

El cadáver de la esposa del sacamuelas se pasó años en su consulta. Terminó convirtiéndose en un fenómeno mediático, una estrategia de márketing para Van Butchell

A diferencia de Sheldon, Martin no se contentó con colocar a Mary en una discreta esquina de su casa, donde poder contemplarla en la intimidad o enseñársela a sus conocidos. El lugar que escogió es el que lo ha aupado al pódium de los ingleses más excéntricos. El cuerpo embalsamado terminó en la sala de espera de su clínica dental.

Lo que en apariencia fue la chifladura de un sacamuelas que cabalgaba a lomos de un poni pintado resultó ser una exitosa campaña de marketing. Según las crónicas de la época, Butchell era un dentista bastante competente. Lo que empezó a atraer a cientos de clientes a su consulta sin embargo no fueron sus habilidades con las tenazas, sino el cuerpo momificado de Mary, que se convirtió en su mejor reclamo. La gente quería ver aquella momia sonriente de ojos vidriosos.

Artin Van Butchell tenía una merecida fama de excéntrico.

¿Extraño? No tanto. Como recuerda Antonio Laguna Platero en su artículo "Sacamuelas y charlatanes", hasta bien entrado el siglo XX no resultaba difícil encontrase con personajes como Butchell. La mayoría eran embaucadores ambulantes con más habilidad para el espectáculo que conocimientos médicos. Si adolecían de formación académica lo suplían con creces con su refinado talento para el autobombo.

Ya en la Edad Media la labor de los sacamuelas se planteaba con frecuencia como un espectáculo público. Su gancho era infalible, tanto que sigue siendo el ingrediente fundamental de muchos de los shows de hoy día: el sufrimiento ajeno en directo. El dolor de muelas además no hacía distingos entre ricos y pobres; arrancaba las mismas lágrimas al rey que al más humilde mozo de cuadras, al papa y al novicio.

¿Embalsamar como acto legal?

Pintores como Theodoor Rombouts plasmaron con sus pinceles cómo actuaban estos artesanos de la tenaza. En El charlatán sacamuelas (cuadro que se puede visitar en El Prado) el artista de Amberes retrata a un "dentista" en acción que tira con fuerza de la mandíbula de su paciente ante un público fascinado. La única credencial que precisa el charlatán la lleva colgada al cuello: un rudo cordel en el que ha ensartado las muelas extraídas a lo largo de su carrera.

Las tácticas publicitarias a las que recurrió para ganar clientela han eclipsado al Van Butchell dentista. En su época se le consideraba un profesional habilidoso que ejerció la odontología durante más de dos décadas y alcanzó cierto éxito entre las familias adineradas de Londres. Además de a la extracción de dientes se dedicaba a tratar fístulas, hemorroides y dolencias del tracto gastrointestinal.

De lo que no hay duda es de que a Martin le encantaba la puesta en escena de los charlatanes. Crónicas y grabados lo muestran con una frondosa melena y barba hasta el pecho, ataviado con bombín y unos finos anteojos al más puro estilo de John Lenon. En los retratos sostiene la fusta con una mano mientras con la otra aprieta las riendas de un poni de pelaje multicolor. De esa guisa debía pasearse Butchell por las calles de la City camino de su clínica.

Charlatan Sacamuelas Rombouts sabía lo que había.

Sobre esa estampa se ha elaborado un universo de mitos. De Martin se cuenta que (para defenderse de los asaltantes) viajaba armado con una especie de cachiporra elaborada con un fémur humano, que le encantaba cambiar los colores con los que pintaba a su sufrido poni, que se negaba rotundamente a atender a sus pacientes a domicilio o que silbaba cada vez que necesitaba la ayuda de uno de sus hijos.

En medio de ese vasto anecdotario hay una teoría que explica por qué Butchell no enterró a su esposa. Si es cierta, el motivo es incluso más sórdido que el deseo de atraer nuevos clientes: en el contrato matrimonial entre Martin y Mary (afirma el rumor) habría una cláusula que daba derecho al sacamuelas a disfrutar de determinadas propiedades o rentas mientras su esposa permaneciese "sobre el suelo".

Verdad o ficción, lo cierto es que cuando la segunda mujer de Martin lo convenció para que se deshiciese del cadáver de Mary, el dentista se negó a enterrarlo. Quizás por orgullo (tal vez pensase que su obra de momificación estaba a la altura de la de Sheldon) o simple y llanamente para no perder el derecho a sus rentas, Butchell optó por donar al cuerpo de Mary al Royal College of Surgeons.

Allí, en las salas donde se formaban los futuros cirujanos ingleses, siguió Ms. Butchell exhibiendo su pétrea sonrisa durante décadas, ajena a guerras, hambrunas, revoluciones... Y al deterioro de las sustancias de embalsamamiento que (poco a poco) torcieron su boca hasta imprimirle un rictus hastiado. Allí vivió durante más 166 años. Y allí acabó sepultada bajo cascotes en mayo de 1941, después de que un avión de la Luftwaffe arrojase una bomba sobre su cabeza.

La vida en el frente y en la retaguardia de la Guerra Civil española, contada en 31 fotografías

$
0
0

Guerra Civil Portada

Ningún acontecimiento ha determinado tanto la historia moderna de España como la Guerra Civil. La contienda no sólo dividió al país en dos, sino que sirvió de anticipo a la Segunda Guerra Mundial y ofreció un fértil campo experimental en diversas áreas. Una de las más destacadas fue el periodismo, y más concretamente el fotoperiodismo. Por primera vez en la historia, los fotógrafos lograron capturar las emociones, la crueldad y la vida en el frente como jamás se había hecho antes.

El carácter es valorativo, no cuantitativo: si bien la fotografía bélica se remonta a un conflicto tan lejano en el tiempo como la Guerra de Crimea, lo cierto es que por aquel entonces los archivos fotográficos tenían un carácter más documental que narrativo o artístico. La Guerra Civil cambia la tendencia, y por primera vez los fotógrafos proyectan las imágenes de los soldados, de la retaguardia o de la contienda hacia la cualidad estética y editorial. Montajes incluidos.

De forma paralela, dos décadas después de la Guerra Civil las cámaras fotográficas eran más manejables, baratas de producir y accesibles. El resultado fue que el conflicto se cubrió en profundidad, y un archivo fotográfico gigantesco producido tanto por periodistas independientes como por los fotógrafos a sueldo o bien del bando republicano o bien del bando nacional. Más de 44.000 fotografías progresivamente digitalizadas en los archivos de la Biblioteca Nacional.

Alrededor de 11.000 han sido incorporadas a la base documental abierta de la BN, para goce de quienes amen tanto la historia como la fotografía. El catálogo se divide en función de si las fotografías representan la acción en el frente o en la retaguardia, además de una división geográfica y temática de las galerías. Las fotografías han pasado por las manos de diversas instituciones del estado durante las últimas décadas, y la BN lleva digitalizándolas y difundiéndolas desde 2009.

La colección, huelga decir, es fantástica. Permite no sólo acercarse a las habituales y consabidas escenas del frente y de las trincheras, sino también al estado de las ciudades y de los pueblos derruidos, a la situación de los presos capturados por cada uno de los bandos, y a la migración masiva de refugiados. Se incluyen entradas triunfales en ciudades conquistadas, discursos abarrotados de Azaña en Valencia y recibimientos a las tropas franquistas.

Ante todo, el archivo documental es una herramienta estupenda para adentrarse en la realidad física y visual de la Guerra Civil española. El conflicto está aún muy vivo en la memoria popular y sigue presente en grandes espacios de la agenda política y mediática. Sus imágenes dotan de sustento real al imaginario colectivo sobre la guerra. Con más de 44.000 digitalizadas, la Biblioteca Nacional se encarga de mantenerlo vivo para quien desee explorarlo.

Prisioneros En Castellon 1 Prisioneros capturados en Castellón, en junio de 1938. Se trató de un acontecimiento clave en la recta final de la contienda. Las tropas republicanas perderían la provincia de Castellón para siempre. (Biblioteca Nacional)
Prisioneros En Castellon 2 Más soldados republicanos capturados en Castellón. (Biblioteca Nacional)
Prisioneros En Castellon 3 Soldados republicanos capturados en plena ofensiva. (Biblioteca Nacional)
Salamanca 1 Las autoridades visitan los lugares bombardeados por la Aviación Republicana en Salamanca, durante los primeros meses de la contienda. Salamanca cayó rápidamente en manos de las fuerzas nacionales, pero los republicanos lanzaron breves campañas de bombardeos sobre la capital y sobre la provincia. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Salamanca2 Una señora aguarda en la calle con su ajuar al lado de su casa, derruida por los bombardeos. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Salamanca3 Diversas mujeres caminan con sus pertenencias en el centro de Salamanca. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Salamanca4 Un edificio derruido a causa de los bombardeos en Salamanca. (Andrés Pérez Cubero/Biblioteca Nacional)
Fruniz1 Vecinas de Fruiz, en Vizcaya, charlan con los recién llegados soldados nacionales. A la altura de junio de 1937 el Frente Norte se estaba derrumbando, dejando expuestos todos los territorios asturianos, cántabros y vascos, controlados por fuerzas republicanas y nacionalistas (PNV). (Biblioteca Nacional)
Fruniz2 Soldados nacionales aguardan la entrega de tábaco en Fruiz. (Biblioteca Nacional)
Fruniz3 Un puesto avanzado nacional en los alrededores de Fruiz, montado tras la caída del pequeño pueblo. (Biblioteca Nacional)
Fruniz4 Un grupo de soldados nacionales en Fruiz. (Biblioteca Nacional)
Fruniz5 Un convoy de refugiados regresa a Fruiz tras la caída de la resistencia republicana. (Biblioteca Nacional)
Reinosa1 Vacas pasean por la localidad de Reinosa a la llegada del bando nacional. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Reinosa2 Tropas franquistas en Reinosa, en agosto de 1937. La caída de la localidad cántabra precedió a la toma de Santander, a la postre definitiva para desestabilizar la totalidad del Frente Norte. En un principio, Cantabria se había mantenido leal a la legalidad republicana. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Reinosa3 Vecinas de Reinosa reciben comida de los soldados franquistas. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Reinosa4 Las tropas franquistas descansando en el centro de Reinosa, al poco de su caída. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Reinosa5 Una vecina de Reinosa con víveres proporcionados por el bando nacional. (Campúa/Biblioteca Nacional)
Madrid1 Soldados republicanos se preparan para la defensa de Madrid, en 1936. (Biblioteca Nacional)
Madrid2 Un soldado republicano apunta con su rifle desde su trinchera en Madrid, cerca del Puente de los Franceses, en 1936. (Biblioteca Nacional)
Madrid3 Tropas republicanas preparan la defensa de Madrid en 1936. (Biblioteca Nacional)
Madrid4 Cinco soldados republicanos posan en su trinchera, en Madrid, en 1936. (Biblioteca Nacional)
Burgos1 Jóvenes prisioneros republicanos en Aranda de Duero, a mediados de 1938. (Biblioteca Nacional)
Burgos2 Prisioneros republicanos heridos en Lerma, Burgos, a mediados de 1938. (Biblioteca Nacional)
Burgos3 Un grupo de prisioneros republicanos heridos en Lerma. (Biblioteca Nacional)
El Escorial Una escena sin identificar del frente madrileño, en El Escorial. (Biblioteca Nacional)
Soldados Republicanos 1 Soldados republicanos sin identificar. (Biblioteca Nacional)
Soldados Republicanos 2 Otros soldados republicanos sin identificar. (Biblioteca Nacional)
Nino Franquista Un niño hace el saludo fascista a la entrada de las tropas marroquíes (nacionales) en Madrid. (Biblioteca Nacional)
Belchite Las tropas nacionales entran en un Belchite devastado por los bombardeos. (Biblioteca Nacional)
Belchite2 Soldados nacionales hacen el saludo franquista en Belchite. (Campúa/Biblioteca Nacional)

Baedeker: el día en que los nazis usaron una guía de viajes para bombardear Inglaterra

$
0
0

Blitz

En el siglo XIX la familia Baedeker concibió una idea innovadora para sus guías de viaje impresas. Su propuesta resultaba tan simple como eficaz: puntuarían con estrellas (en una escala que iba de 0 a 3) todos aquellos lugares que resultasen más atractivos para los turistas. Más o menos, lo mismo que siguen haciendo hoy webs como Tripadvisor, Booking o Kayak.

Cuando los primeros ejemplares con la escala de estrellas salieron de imprenta, los Baedeker se imaginaban a los turistas recorriendo Europa con sus guías en el bolsillo. A duras penas podían intuir que, además de a viajeros y trotamundos, su elaborado sistema de puntuación serviría al ejército aéreo alemán para bombardear Inglaterra.

Hoy el apellido Baedeker se vincula tanto con los viajeros que recorrían el mundo entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX como con los terribles ataques que la Luftwaffe emprendió contra Reino Unido en 1942. Su historia se entremezcla con uno de los capítulos más rocambolescos y oscuros de la Segunda Guerra Mundial.

Tras la oleada de bombardeos con los que Hitler sembró el caos en Inglaterra (y en especial en Londres) entre el otoño de 1940 y la primavera de 1941, la guerra aérea entre ambos países llegó a un punto muerto. Esa calma chicha se rompió la noche del sábado 28 de marzo de 1942, cuando la RAF (Royal Air Force) británica descargó un furioso ataque sobre Lübeck, una antigua localidad situada en la costa báltica que hoy suma apenas 200.000 vecinos.

Bombardeo como propaganda

Más tarde las bombas inglesas sacudirían también Rostock. Fue cruento. Los explosivos y artefactos incendiarios arrojados por los aviones de la RAF dejaron cerca de 400 cadáveres, más de un millar de heridos y destrozaron edificios medievales. La incursión estaba en sintonía con la estrategia por la que apostaba el comandante Arthur Harris (a quien la prensa, con cierta sorna macabra, había apodado "Bomber"), ferviente defensor de la idea de que la guerra se podía ganar en el aire y partidario de golpear directamente la "moral" del enemigo.

San Pablo La catedral de San Pablo, en Londres, quedó intacta tras los intensos bombardeos nazis. Fue una estupenda victoria propagandística para Reino Unido, una que Alemania recordaría. (Herbert Mason/Daily Mail/Wikipedia)

La moral que golpeó la madrugada del 28 de marzo de 1942 fue la del mismísimo Hitler. El führer montó en cólera al enterarse del ataque y ordenó responder a Reino Unido con igual contundencia: en sus ciudades más antiguas y simbólicas. Entre 1940 y 1941 los cazas y bombarderos de la Luftwaffe ya habían asolado Londres, Birmingham, Liverpool, Plymouth, Glasgow... Los mandos nazis buscaban ahora, sin embargo, un ataque más "publicitario" que estratégico. Si la RAF había golpeado la historia germana, la Lutwaffe arrasaría la herencia inglesa.

Un ataque efectista, emotivo, que encontró un poderoso partidario en el nazi que más sabía de la materia: Joseph Goebbels, el siniestro ministro de Propaganda. Recoge la BBC, poco después del ataque sobre Lübeck y de que Hitler amenazase a Churchill con "atacar y atacar" hasta que Inglaterra "se rompa", Goebbels escribió una nota profética en su diario.

"Ahora considero esencial que continuemos con nuestros rigurosos ataques de represalia. Al igual que los ingleses, debemos atacar centros de cultura, especialmente aquellos que tienen poco apoyo antiaéreo", reflexionaba el ministro del Tercer Reich en las páginas de su diario. En la mente de Hitler fue tomando forma poco a poco la idea de minar los tesoros patrimoniales de Inglaterra. Los mandos nazis se resarcirían de las fotos que mostraban la catedral de San Pablo, en Londres, alzándose victoriosa entre el humo y las llamas causados por los bombardeos de 1940 y 1941.

Blitz Tube El metro de Londres sirvió de refugio para los bombardeos de Alemania. (Imperial War Museum)

Pero... ¿qué objetivos seleccionar? Fue entonces cuando entró en juego la guía de viajes Baedeker, la misma que (tiempo atrás) sus autores habían dotado de un sistema de puntuación para ayudar a los viajeros que se desplazaban por el mundo. Hitler decidió descargar su venganza en aquellos lugares con mayor valor, los que habían sido destacados con tres estrellas en el manual.

Los cazas y bombarderos nazis hicieron su primera incursión la noche del 23 de abril de 1942. El objetivo: Exeter, una de las ciudades más antiguas de Gran Bretaña. En ese funesto tour por los sitios recomendados en la guía Baedeker le sucederían a lo largo de las semanas siguientes Bath, Norwich, York, Canterbury, Kent y la propia Exeter, que volvería a ser golpeada.

Una guía para destruir Inglaterra

Todas las ciudades estaban conectadas por su rica herencia patrimonial. Aunque la Luftwaffe no había podido reunir los medios necesarios para asestar el golpe que deseaba Hitler, la ya bautizada como Baedeker Blitz dejó más de 1.600 fallecidos y decenas de miles de edificios destrozados. Años después, uno de los pilotos de la Luftwaffe recordaría la imagen apocalíptica que dejó el virulento ataque sobre Exeter: "Fue una noche de terror. La gente corría por todas partes y los bomberos estaban tratando frenéticamente de lidiar con las llamas".

Las primeras pistas sobre el criterio que seguía la Luftwaffe a la hora de planificar sus ataques llegó muy pronto. Poco después del primer bombardeo sobre Exeter un aristócrata alemán fanfarrón y sin demasiadas luces, el barón Gustav Braun von Sturm, aireó ante la prensa lo que Goebbels había guardado con tanto celo para la intimidad de su diario: que el objetivo no eran las bases militares ni los polos industriales, sino arrasar las joyas históricas de Inglaterra.

Destruccion Blitz Londres La destrucción de patrimonio histórico fue una prioridad para Hitler. En la imagen, cinco bomberos tratan de apagar un fuego en Londres. (New York Times Paris Bureau Collection/Wikipedia)

"Saldremos y bombardearemos todos los edificios de Gran Bretaña marcados con tres estrellas en la guía Baedeker", alardearía el barón Von Sturm durante un acto público en el que hizo gala de una indiscreción que heló la sangre de los mandos militares del Tercer Reich. La falta de prudencia del aristócrata desató la ira del mismísimo ministro de Propaganda.

En las páginas de su diario Goebbels dejaría constancia de su cabreo con Sturm, un malestar que transmitió en persona al deslenguado barón. Según se lee en sus páginas (y recoge una crónica de la BBC) el alto mando del partido nazi "censuró a este caballero en los términos más agudos" y tomó además "medidas para evitar la repetición de tal locura".

La guía Baedeker, que alertaba a los turistas de principios del siglo XX de la falta de higiene que se encontrarían en los trenes de España o de las "densas nubes de humo de tabaco" que hacían irrespirable el aire de sus bares y cafés, no fue el único manual para viajeros con cierto protagonismo en la Segunda Guerra Mundial. Se cuenta que hacia 1944 en Washington se reimprimió la guía Michelin France de 1939 para entregársela a los soldados que iban a desembarcar en Normandía.

Ruinas Coventry Churchill visita las ruinas de la catedral de Coventry, la ciudad más golpeada por el Blitz. (Horton, War Office/Wikipedia)

Ironías del destino, el creador de la guía alemana, Karl Baedeker, se inspiró en el manual para viajeros que había lanzado tiempo antes un inglés: John Murray III, impulsor de las guías Murray que publicaba la editorial fundada por su abuelo. De la misma imprenta salieron obras de grandes escritores, como Jane Austen, Conan Doyle o Johann Wolfgang Goethe.

Ambas guías colaboraron durante algunos años, hasta que los editores de Baedeker decidieron prescindir de su aliado británico. Tanto Murray III como Karl Baedeker murieron mucho antes de que las guías para turistas pasasen de los petates de los viajeros a los atriles de la Luftwaffe.

Aquella ocasión en que la Unión Soviética prohibió a Julio Iglesias por ser música "neofascista"

$
0
0

Julio Fascist

La Unión Soviética siempre mantuvo una recelosa relación con la cultura popular occidental. Pese a que los grados de apertura y censura variaron a lo largo de su larguísima historia, cualquier influencia externa siempre pasaba delicados y recelosos filtros y controles por parte del aparo burocrático comunista. Nada de esto terminaría impidiendo que la eclosión pop, rock o incluso metal se filtrara por las grietas del sistema, pero sí contribuyó a aislar a los soviéticos de Occidente.

Naturalmente, ningún régimen que se precie trabaja en abstracto. Lo hace sobre formularios y sistemáticos modelos de censura que pueden ser replicados y prolongados a lo largo del tiempo. Y sí, la Unión Soviética tenía un modelo para prohibir el pop occidental. Lo cuenta Alexei Yurchack en Everything Was Forever, Until It Was No More: The Last Soviet Generation, adjuntando algunas de las psicodélicas listas bajo las que el gobierno soviético clasificaba la música contemporánea.

El resultado es esta descacharrante lista de grupos abiertamente conocidos y escuchados en los países más allá del telón de acero que, por obra y gracia de la Unión Soviética y sus cabezas pensantes, se convertían en peligrosos instrumentos de subversión. Ya fuera por sus connotaciones revolucionarias, por su carácter perverso o, como el caso que nos ocupa, por sus ramificaciones neofascistas. Y de entre el listado de grupos (casi todos anglosajones), hay uno maravilloso: Julio Iglesias.

¿Qué podía llevar al gris censor soviético a apartar a Iglesias del abanico de intérpretes disponibles para el ucraniano medio (el documento lo produjo el Komsomol Ucraniano, el órgano juvenil de federación soviética)? El suyo es un caso particular, dado que la descripción lo cataloga como música "neofascista". Sólo hay dos casos más en el listado aportado por Yurchack y traducido del ruso al inglés: AC/DC y Sparks, dos artistas en las antípodas artísticas de Julio Iglesias.

Todos los demás, incluidos nombres de inevitable escándalo como Black Sabbath o Sex Pistols, caen en otras categorías, en ocasiones más abstractas y complejas de identificar (como "eroticismo", que le cae a Bohannon). Iglesias es, además, el único intérprete en lengua romance, y el único solista categorizable lejos tanto del pop como del rock. Dado que la lista fue producida en 1985 y que estaba explícitamente orientada a evitar que tales grupos se reprodujeran en salas de baile, cabe pensar en qué clase de burbuja vivían los responsables del Komsomol por aquel entonces.

La presencia de Iglesias quizá se explique por su carácter netamente conservador (es un abierto simpatizante del PP) o por su relación con el régimen de Franco (su padre era un franquista consumado, pese a que Iglesias sufrió las consecuencias propias de la censura falangista). Y si bien hay elementos en las canciones de Iglesias que hoy pueden causar pavor en el fragor de las guerras culturales (la apología explícita del seductor, del varonil hombre patriarcal) a duras penas sus canciones pueden resultar "neofascistas".

Musica Censurada El documento original.

Otras incorporaciones a la lista de grupos prohibidos tienen más sentido. Talking Heads, por ejemplo, fueron censurados por su "mito de la amenaza militar soviética", quizá obviando el carácter irónico de tal leyenda (muy reproducida tanto por Byrne como por Gang of Four y otros grupos nuevaoleros de la época). A Judas Priest se les acusa de "racismo y anticomunismo"; a The Clash de "punk y violencia" (ok); a Pink Floyd de "distorsionar la política exterior soviética" (aquí hilaron fino); y a The Stooges de simple y llana "violencia" (aquí lo pillaron a la primera).

El pop en la URSS: era complicado

El folleto del Komsomol ucraniano sólo era el último eslabón de una larga cadena mediante la que las autoridades soviéticas buscaban controlar y aislar a sus jóvenes de la injerencia capitalista. El éxito fue limitado: se sabe que a finales de la década de los ochenta la juventud soviética estaba plenamente familiarizada con las epopeyas pop/rock más celebradas de la historia de Occidente. Al fin y al cabo, aún bajo la Unión Soviética, en 1991, Metallica logró esto en pleno Moscú.

Con anterioridad, grupos como The Beatles o T. Rex se convirtieron en auténticos objetos de culto (a menudo underground) y contribuyeron a estrechar lazos entre las siempre distantes sociedades del este y del oriente de Europa. Al igual que la juventud contestataria bajo el franquismo, los avezados chavales soviéticos tuvieron que ingeniárselas para obtener, copiar, reproducir y distribuir los vinilos celosamente prohibidos por las autoridades. A menudo tirando de métodos surrealistas.

El ejemplo más célebre es el de los vinilos grabados con rayos X. Su origen se remonta a los stilyagi, una contracultura juvenil tolerada (pero reprendida) por las autoridades comunistas que floreció en los mentideros de Moscú, San Petersburgo y otras grandes ciudades. Los stilyagi se consideraban "cazadores de tendencias" y conformaban una joven amalgama de chavales en busca de las modas estilísticas (una suerte de Grease meets el constructivismo social soviético) y artísticas que jamás llegaron a permear a la Unión Soviétiva. Entre ellas la música.

Stilyagi Lo creas o no, los stilyagi molaban más que tú.

Por aquel entonces, los rigores del régimen stalinista hacían imposible acceder a cualquier producción musical occidental de forma legal. La Doctrina Zhdanov de 1946 (la política oficial de estado que vetaba cualquier elemento cultural occidental, al considerarlo pernicioso para la ideología socialista) fomentó un gigantesco mercado negro de bienes estadounidenses y europeos bautizado como fartsovshchik. A él acudían los stilyagi para descubrir novedades, pero en lo musical estaban maniatados: no tenían cómo copiar los discos.

¿Solución? Acudir a los hospitales urbanos y sustraer placas de rayos X sobre las que podrían grabar los sonidos occidentales. Aquel fenómeno, inicialmente centrado en el jazz (cuya existencia causaba gran turbulencia entre la élite burocrática soviética, al considerarse el epítome de la cultura burguesa capitalista), se extendió progresivamente a otros géneros, creando a partir de los años sesenta el "rock on the bones", rock sobre huesos (dado que las placas eran radiografías).

Pese a que la opresión del gobierno comunista se suavizó tras la muerte de Stalin, la mayor parte de jóvenes rusos siguieron recurriendo al contrabando para acceder a la música producida al otro lado del telón de acero. Aquella escena underground ejerció de fermento de la eclosión musical soviética inmediatamente posterior a la caída del muro, muy centrada en San Petersburgo y en las formas más avant-garde y experimentales de géneros tradicionales como el pop y el folk.

Poco a poco, las generaciones de nuevos soviéticos entraron en contacto con las maravillas (y los horrores) de la música pop. Aunque no sabemos, eso sí, si llegarían finalmente a Julio Iglesias.

El color antes de Pantone: la guía que utilizó Darwin para nombrar los tonos de la naturaleza

$
0
0

Colores Darwin Portada

El método científico tenía un problema, y aquel problema se llamaba "color". O mejor dicho, la carencia de nombres para definirlo. En un tiempo de permanentes innovaciones teóricas y técnicas, el conocimiento humano, en agregado, no contaba con herramientas estandarizadas para definir al mismo tono de azul. ¿Cómo diferenciar el verde del césped frente al verde de un camaleón? ¿Cómo bautizar al amarillo de un tulipán frente al amarillo de la miel?

Nacido en la Silesia prusiana, Abraham Gottlob Werner entendía este dilema a la perfección. Reputado geólogo, sus trabajos abarcaban numerosos tipos de rocas y minerales cuya composición cromática superaba en riqueza a las palabras del vocabulario corriente. Werner terminaría alumbrando una historia geológica de la Tierra errada en la mayor parte de sus principios, pero fundamental para alumbrar la geología moderna y el entendimiento sobre la sucesión rocosa.

Poco después, sin embargo, Werner haría algo casi tan importante: crear un diccionario del color. Aquel pequeño apéndice de su obra intelectual creado con objeto de facilitar sus tareas diarias (y la de los colegas que pudieran enfrentarse a sus mismos problemas) cautivó con rapidez a científicos de toda condición. Su Von den äußerlichen Kennzeichen der Foßilien vio la luz en 1774, y apenas dos décadas después ya había sido traducido al francés y al inglés.

Fue este último tomo, traducido por el minero y geólogo Thomas Weaver en 1805, el que crucialmente llegaría a las manos de Patrick Syme. Syme era por aquel entonces un discreto pintor y botánico dedicado a la ilustración de toda clase de plantas. Sus tareas implicaban trabajar directamente con la materia prima y con una amplia paleta de colores, a menudo difíciles de descifrar a partir de las descripciones que aparecían en los notas técnicas de los científicos.

Blancos Y Grises Blancos y grises, dos páginas del libro de Syme.

El trabjo de Werner, por tanto, resultaba interesantísimo para Syme. Allí se condensaba una regla universal para la definición de las diversas paletas de colores, un estándar al que pintores y observadores de todo el mundo podían aferrarse. Así, aunque las descripciones sobre el terreno fueran magras (o el científico en cuestión poco hábil con la palabra), tan sólo tendrían que relacionarse con uno de los tonos definidos por Werner. De igual modo, daría igual que el paso de los años decolorara los pigmentos del libro: el color quedaría asociado a la guía de Werner.

Syme hizo suya la traducción de 1805 y la actualizó, pariendo en el camino el Werner’s Nomenclature of Colors, una versión mejorada y ordenada con pigmentos de color a modo de ejemplo. El libro introduciría el color, su nombre, un pequeño recuadro coloreado con su tonalidad y ejemplos de su presencia en la naturaleza. Así, aquel que llegara a sus páginas sabría que el Azul Berlín aparecería en los zafiros, en las hepáticas y en las alas de un arrendajo.

Azules Y Amarillos Azules y amarillos.

Carambolas de la historia, la versión de Syme quiso caer en gracia entre la comunidad científica británica de principios del siglo XIX, de tal modo que Charles Darwin embarcó con una de sus copias en el HMS Beagle. En su larguísimo trayecto a lo largo de los continentes y los océanos, Darwin se valdría sistemáticamente del sistema diseñado por Werner y plasmado por Syme para recopilar las notas y los ejemplos que le llevarían a su revolucionaria teoría de la evolución.

El cielo "Azul Berlín" de Darwin

Darwin podría en práctica lo aprehendido en toda clase de situaciones: "He quedado maravillado por el bello color del mar visto desde las rendijas de un sombrero de paja", escribiría en marzo de 1832, embarcado ya en el Beagle. En sus palabras y las de Werner, el agua tendría un "color Indigo, con algo de Azul Azur", al tiempo que el cielo se encuadraba en el nítido "Berlín, con algo de Ultra marino". Por aquel entonces, Darwin surcaba los Abrolhos de la costa brasileña.

Las experiencias de Darwin quedarían encapsuladas en sus diarios, conocidos popularmente y para la posteridad como El viaje del Beagle. En ellos, las nomenclaturas acuñadas por Werner y Syme aparecerían con abundante frecuencia. El propio Darwin relataría que caminaría siempre con la guía cromática debajo del brazo, testigo indeleble de un mundo que por aquel entonces no podía permitirse depender de la fotografía o de los colores sintéticos, perennes y perdurables.

Darwin Darwin dio fama al sistema de Werner.

Darwin no sería el único en emplear la enciclopedia del color de Syme, como tampoco sería esta la única producida a lo largo y ancho del continente europeo durante los años tardíos de la Ilustración y las décadas tempranas de la investigación científica. Todos y cada uno de ellos establecieron códigos para definir y catalogar el espectro de colores, aunque el de Syme gozó de cierta predilección: William Edward Parry en sus viajes al Ártico, William Hooker o John Richardson, ambos exploradores y naturalistas, se valdrían del catálogo de Werner durante sus viajes.

La paleta era, además, enormemente original y sugestiva: en ella encontramos denominaciones tan fabulosas como el "Púrpura Imperial" (consecuente con la historia), el "Verde Puerro", el "Amarillo del Rey" o el "Gris Ceniza". Colores que a menudo han permeado la memoria popular por su carácter poético y literario, capaces de instalarse en nuestra habla cotidiana con mayor regularidad que los números fríos y esquemáticos de Pantone, RGB o CMYK.

Ojos Y Verdes Rojos y verdes.

El noble trabajo de artesanos del color como Syme caería en el abandono a mediados del siglo XX cuando los colores sintéticos, la capacidad de reproducirlos y conservarlos en cualquier circunstancia, y las nuevas técnicas digitales incorporaran miles de matices y tonalidades a partir de meras combinaciones numéricas. La nomenclatura de Pantone mataría al "Azul Prusia", y la enviaría al baúl de los recuerdos merced a un sistema más sofisticado y adecuado a las necesidades modernas.

No quita para que, en perspectiva, un libro como Werner’s Nomenclature of Colors resulte delicioso. Tanto es así que Smithsonian Books lo ha reeditado este año respetando la maquetación y el estilo original. Se puede disfrutar aquí.

550 millones de años pateando la Tierra: hemos encontrado las huellas de animal más antiguas de la historia

$
0
0

Footprintsinside

¿Desde cuándo camina el Ser por la Tierra? Desde hace exactamente… entre 541 y 510 millones de años. Un descubrimiento reciente que puede no decirnos nada a la mayoría de la población, pero que para los paleontólogos pone patas arriba sus hipótesis previas.

Bichos que paseaban hace millones de años: es el hallazgo publicado este mes en la revista Science Advances y que se ha basado en unas huellas encontradas en la Formación Dengying, situada en las Gargantas del Yangtsé, en China. Son unas microscópicas huellas, de algún tipo de bicho que caminaba de forma irregular. Pero que caminaba. Esto es, que era como mínimo bilateral, que no bípedo. Bilaterales quiere decir que tiene apéndices, varias patas. Si piensas en una araña o un cangrejo, es preciso con el término, pero no con el descubrimiento: las huellas encontradas parece que fueron de algún ser invertebrado.

Viajando en el tiempo: hasta ahora se creía que la aparición de los animales bilaterales ocurrió con la explosión del Cámbrico, hace 541 a 510 millones de años, pero también se sospechaba que nuestros ancestros serían anteriores, remontándose al Periodo Ediacárico, entre los 635 y los 542 millones de años. Este hallazgo confirmaría esta hipótesis.

La vida se mueve: aunque la evidencia científica actual teoriza que había criaturas vivas antes de que empezásemos a movernos, es el movimiento lo que modifica el papel del animal a uno que puede alterar el medio. Es el germen evolutivo de las especies que pueden cambiar la Tierra.

Primeros pasos de: estas han sido las primeras huellas que nos constan de invertebrados. Siguiendo anteriores descubrimientos, se cree que los lagartos (hasta 70 especies distintas de ellos) caminaban por la superficie del planeta hace 110 millones de años. Fueron coetáneos de los dinosaurios. Después, los Australopithecus anduvieron por Tanzania hace 3.6 millones de años. Nuestro tatarabuelo, el Homo heidelbergensis, dejó marca hace unos 350.000 millones de años. Y las primeras pisadas de los hombres se hicieron, que se sepa, a fecha de 11.000 años A.C. Es decir, no llevamos ni dos días dando vueltas.

Venimos de la plasticidad: ¿y cómo pasamos de ser bilateral al bípedo andante y campante? Tal vez por esta cualidad. Es lo que se descubrió que tienen de especial las aletas de los rarísimos peces africanos descubiertos que presentan pulmones y que son capaces, además, de caminar por la tierra. Los bichires tienen un cuerpo plástico, es decir, maleable, lo que hace que sus extremidades sean capaces de crecer de forma muy diferente dependiendo de su entorno.

Todo esto si aceptamos la teoría de la evolución, que aún hay quien no lo hace.

100 años de la misteriosa muerte del Barón Rojo: el as que hizo de la aviación el mito actual

$
0
0

Baron Rojo

Antes de que nubes, árboles y humo se fundiesen en un centrifugado durante su caída a tierra, lo último que vieron decenas de pilotos derribados entre 1917 y 1918 (en los estertores de la Primera Guerra Mundial) fue un avión pintado de rojo que escupía balas a una velocidad endiablada.

A los mandos de aquel caza encarnado del Kaiserreich se sentaba un soldado que no llegaba a los 30 años: Manfred von Richthofen. Quizás alguno de los aviadores ingleses o franceses alcanzados por uno de sus proyectiles (segundos antes de que sus aviones se estampase contra el suelo) llegase incluso a distinguir el brillo acerado en las pupilas de Richthofen.

Por sus orígenes aristócratas y el color brillante del avión que pilotaba, los soldados se referían a Richthofen como el Barón Rojo. El 21 de abril se cumplió un siglo de su muerte, de la mañana de primavera en la que una bala de alto calibre perforó el fuselaje de su caza Fokker Dr. I Triplano y segó la vida del as de la aviación más mortífero del Kaiserreich.

Cumplidos cien años de la muerte del Barón Rojo el origen de la bala que lo mató sigue siendo un misterio. Por desconocer, se desconoce incluso si la caída de Richthofen se fraguó ese día de comienzos de la primavera de 1918 o varios meses antes (en julio de 1917), cuando recibió una balazo en el cráneo que le obligó a retirarse durante varias semanas. Se cuenta que tras abandonar el hospital el as alemán ya no era el mismo: le mortificaban terribles jaquecas y se volvió un hombre taciturno.

Baron Rojo Avion Richthofen fue seguramente el piloto más legendario de cuantos surcaron los aires durante la Primera Guerra Mundial.

¿Quién era el Barón Rojo? Por los documentos que se han ido desempolvando con los años, todo apunta a que dos personas. Estaba el Richthofen real, un nihilista que se sentaba a los mandos de Albatros o Fokker para contemplar cómo sus enemigos se descollaban envueltos en humo y llamas. Y estaba la leyenda alentada por el Reich con el fin sacar tajada propagandística de su pericia como piloto. Richthofen no fue el único as de la aviación germana (también Gran Bretaña o Francia tuvieron sus héroes del cielo), pero sí el más célebre y celebrado.

El misterio de una muerte irresuelta

Hijo de nobles con tradición militar, Richthofen nació en Breslau en 1892. En un guiño profético al soldado en el que se convertiría años después, hacia 1915 solicitó abandonar el regimiento de ulanos para que le asignaran un nuevo destino: el Servicio Aéreo. El otrora cazador en Silesia estaba harto del tedio de la caballería. Quería acción, quería escupir balas, quería pólvora bajo las uñas. "No he venido a la guerra para recolectar queso y huevos", le llegaría a espetar al oficial al que pidió que lo trasladasen a la Luftstreitkräfte.

En la aviación Richthofen ascendió casi tan rápido como sus cazas de combate. Empezó como observador, se convirtió más tarde en ametrallador, terminó sentado a los mandos de aeronaves para dos personas y ya al final de su vida surcó los cielos en punteros monoplazas. A pesar de que él mismo confesaría que durante su primer vuelo como observador se sintió "fatal" y que su bautismo del aire terminó con el avión aterrizando con el morro, el prestigioso piloto Oswald Boelcke se fijó en él.

Los años siguientes el mito se fraguó casi a cañonazos. En septiembre de 1916 derribó su primer enemigo comprobado (antes ya había dejado fuera de combate a otros aviones, pero no se habían verificado con el riguroso protocolo germano para darlos por buenos). Un mes más tarde, en Somme, caía Boelcke.

Albatros Un Albatros D.V empleado por el barón pero derribado. (Wikipedia)

Quizás sorprendido por su pericia, en enero de 1917 los mandos lo pusieron al frente de la escuadrilla Jasta 11. Poco después Richthofen pintaba su avión de rojo y trazaba el primer brochazo del temido Circo Volante, que parecía burlarse de sus enemigos recortándose contra las nubes como un enjambre multicolor. El 20 de abril de 1918 eran ya 80 los aviones derribados por la furia roja de Richthofen. No hubo más. Querer franquear esa marca fue lo que le costó la vida la mañana del día 21.

En una decisión que contravenía todas las reglas que había aprendido de Boelcke (bueno, todas no; en realidad estiraba de forma temeraria la que aconsejaba que "una vez iniciado el ataque", el piloto debía llevarlo "hasta el final"), el Barón Rojo se lanzó como un miura detrás del caza de un novato canadiense del 209º escuadrón británico: Wilfrid "Wop" May.

Por uno de esos azares que solo se dan en la guerra, May intentó derribar al primo de Richthofen, Wolfram, que al igual que el canadiense era un principiante que se estrenaba en la batalla. La escaramuza terminó con May huyendo hacia territorio aliado con el Barón Rojo pegado casi a su cola. Al ver la escena, el capitán canadiense Arthur Roy Brown se lanzó en pos de aquel triplano rojo que quería derribar a su pupilo.

Jasta 11 Los mimebros de Jasta 11. El Barón Rojo, en el interior de su avión. (Wikipedia)

El grupo se dirigió hacia el valle de Somme, donde estaba apostada la artillería australiana. Brown apuntó al Fokker del Barón Rojo a través de su visor y abrió fuego. Al instante la aeronave perdió altura como si el piloto hubiese recibido un balazo. Cuando Brown se retiró, dando por finiquitado a aquel Fokker rojo, el avión del Barón Rojo recuperó altura.

La persecución entre May y Richthofen siguió. Sus aviones avanzaban. Y avanzaban. Y avanzaban. Tanto, que entraron en el campo de visión de la artillería enemiga. Desde tierra seguían la escena el sargento Cedric Popkin, Robert Bluie y "Snowy" Evans, pertrechados con potentes ametralladoras. Los canadienses descargaron su munición sobre el fuselaje del Fokker rojo. El Barón Rojo intentó esquivar la granizada de acero, pero las 450 balas por minuto que escupían sus enemigos sobrepasaba incluso su pericia. La aeronave terminó estampándose en un zona de cultivo cerca de Vaux-sur-Somme.

Como no se han cansado de repetir los cronistas que relatan desde hace cien años la caída del Barón Rojo, faltaban solo unos meses para que finalizase la guerra. En la cartuchera queda toda una ristra de preguntas sin respuesta: ¿Qué habría sido de Richthofen tras la contienda? ¿Cómo habría actuado en los turbulentos años que viviría a continuación Alemania? ¿Y ante Hitler, qué actitud hubiese adoptado? Su primo Wolfram sería un nazi fanático y jefe de la Legión Condor en la Guerra Civil.

El Barón, el mejor de los ases del aire

Cuando aquella mañana del 21 de abril de 1918 encontraron al barón caído tenía el torso atravesado por una bala. ¿Quién lo había matado? ¿Brow? ¿Habían herido sus disparos realmente a Richthofen? ¿O fue la pérdida de altura del Fokker rojo una treta del alemán para librarse de su perseguidor? ¿Fue Bui quien lo mató? ¿Acaso Evans? ¿El sargento Popkin, quizás? ¿O tal vez el balazo que había recibido en el verano de 1917, que aunque no le robó la vida sí le arrebató el juicio templado que le había permitido sobrevivir a decenas de refriegas aéreas?

Avion El mítico Fokker del Barón. (Wikipedia)

Antes de que esa bala anónima (fuera cual fuera su origen y autoría) acabase con su vida, Alemania había tenido tiempo de convertir a Richthofen en una especie de superestrella de los cielos bélicos. Hoy es difícil distinguir su carácter real entre la bruma de las décadas transcurridas desde entonces y la eficiente maquinaria propagandística germana.

Del barón se cuenta que era un combatiente noble que llegó a perdonar la vida de dos aviadores británicos a los que se les había encasquillado la metralleta, que pagó de su bolsillo el sepelio de enemigos para enterrarlos con honores... También hay testimonios (alguno salido de su propia pluma) que lo pintan como un nihilista cruel y fanfarrón sediento de guerra.

Se sabe por ejemplo que no le temblaba el pulso al derribar aviones que estaban en condiciones muy inferiores a las suyas, que le gustaba llevarse a casa un trofeo de cada caza que abatía o que (en un colmo insano de arrogancia) encargaba a un joyero de Berlín una copa de plata por cada enemigo tumbado.

Pegoud Adolphe Pégoud, el mito francés.

No cuesta imaginarlo taciturno y esquivo al final de su vida, tras haber sobrevivido contra todo pronóstico (semana tras semana) al infierno de las refriegas aéreas. Los soldados ingleses se referían incluso al Real Cuerpo Aéreo como el Club del Suicidio. A principios del siglo XX la esperanza de vida de cualquier insensato que se enrolase para ponerse a los mandos de un caza de su Majestad no pasaba casi nunca de 11 días.

Ante ese escenario es comprensible que las autoridades recurriesen a la propaganda para levantar el ánimo de las tropas. Y en ese empeño aviadores como Richthofen brindaban una auténtica mina. Contabilizar y promocionar los enemigos abatidos no solo estimulaba a los propios comandos, ofrecía también una vía de autoafirmación. En Francia la prensa empezó a destacar a los ases de la aviación, ensalzando los logros de Adolphe Célestin Pégoud, un joven piloto derribado en agosto de 1915.

Prensa, radio, cine, las plazas de los pueblos y las aulas de las escuelas... Todo foro público se convirtió en un eficaz altavoz para loar las hazañas de los ases patrios. En los países espoleados por la guerra aquellos héroes de la industria alada le daban un tono épico a la contienda; en las trincheras o en los hospitales de campaña, invitaban a seguir el ejemplo. En uno y otro lado aviadores como Pégoud, Richthofen o Boelcke eran jaleados como si participaran en una competición.

Mannock El apuesto Mick Mannock, icono inglés.

En Alemania destacaba Richthofen, Erns Udet, Erich Loewenhardt, Boelcke, Kurt Wolff, Max Immelmann o Hermann Goering, quien llegaría a ocupar años después un puesto destacado en el Partido Nazi y el gobierno de Hitler. En las filas inglesas había también nombres reconocidos, como Edward Corringham Mannock o James Thomas McCudden y en las francesas, René Paul Fonck o Pégoud. Su estela perdurará aún durante la Segunda Guerra Mundial, cuando el también alemán Erich Hartmann pulverizaría la marca del Barón Rojo con 352 aviones enemigos derribados.

La propaganda bélica deja un vergonzoso ranking de piezas batidas en el campo de batalla. Todo era poco para levantar la moral en una época en la que (confesaba el piloto retirado de la RAF Dodge Baily a la BBC en 2016) el número de muertos durante los entrenamientos no le iba a la zaga al que dejaban los combates. "Todas las personas tienen una reserva de valentía, que se gasta y caduca", explicaba el aviador veterano tras compartir la pesadilla más común en los barracones de la RAF: "Aviones ardiendo, la peor forma de morir para un piloto".

En ese contexto historias como las del Barón Rojo (o Fonck o Mannock o Boelcke... en cuál de ellas se fijara cada piloto iba en función del lado de la trinchera en el que lo hubiera situado el azar de su nacionalidad) serían el principal alimento para quienes tenían que sentarse a los mandos de un caza.

Viewing all 786 articles
Browse latest View live